Recuerdo la época en la que aún tenía intenciones nobles.
Pero antes que eso, recuerdo la época en la que yo era yo mismo.
Nunca conocí a mi abuelo, pues mis padres se mudaron cuando yo era muy pequeño, y nunca hablaban de él. Solo sabía que le gustaba coleccionar cosas y que mis padres lo resentían por algunas diferencias en cuanto al manejo del dinero. No lo sé, según lo que me cuenta Mel, el señor Ricardo no parece ser mala persona.
Nos mudamos cerca al corazón del Amazonas. Lejos, muy lejos de la ciudad.
Oficialmente, vinimos por trabajo, pero lo que ellos buscaban era otra cosa. Mis padres eran adictos a la cocaína. Entonces, cuando se presentó una oferta de trabajo en esta región, con una buena paga (precisamente, por la cercanía a un valle de producción de cocaína, nadie quería trabajar allí, y pagaba muy bien) ellos aceptaron inmediatamente. Abandonaron toda su vida atrás, en más sentidos que uno.
Tal vez fueron injustos con mi abuelo, y unos adictos, pero algo que aprecié bastante es que eran buenos conmigo. Siempre se escondían para drogarse, y nunca me trataron mal a pesar de su adicción.
Pero no recuerdo que fueran felices.
Casi siempre tenían esta mirada triste, como si estuvieran constantemente avergonzados y a punto de rendirse. Una vez los atrapé en la madrugada esnifando cocaína y bebiendo. Ellos se pusieron demasiado tristes esa noche. Me rogaron mientras lloraban, jurando que no lo volverían hacer.
Pero a la semana siguiente, continuaron.
Desde entonces, no volví a atraparlos cuando se drogaban. No porque se escondían bien, sino porque me daba miedo la forma en la que lloraban y gritaban cuando lo hacía. Eventualmente, me di cuenta de que lo que estaban haciendo era algo malo, e intenté detenerlos. Les rogué muchísimas veces, pero siempre era lo mismo: Lloros y promesas falsas que rompían a los pocos días. Con el tiempo, ellos dejaron de llorar y arrepentirse de que los viera drogándose.
Y todavía así... tuve la aun infantil idea de que, tal vez, eso podría curarse. Quizás un doctor lo suficientemente bueno podría curarlos, o un psicólogo, o yo qué sé. Así que, busqué trabajo. Si ellos tenían la enfermedad más resiliente del mundo, yo les buscaría el mejor doctor del mundo.
- Oye niño, ¿Quieres ganarte unos billetes?
Un chiquillo preguntando en la calle por trabajo llama la atención. Llamé su atención.
Yo asentí.
- Ve al Barrio que está al final del pueblo. Busca una casa roja, ventanas enrejadas. Les vas a entregar este paquete. Tienes que tener cuidado porque la policía te va a querer robar esto, así que lo escondes, ¿eh? No se lo muestres a nadie.
No hice preguntas.
Irónico, ¿no? Trabajar repartiendo lo que estaba matando a mis padres poco a poco, sin saberlo.
A ellos les encantaba que no hiciera preguntas. A mí, que me pagaran.
...
Un día, en el que estaba repartiendo el producto, mis padres murieron por sobredosis.
Siempre me pregunte... Si hubiera estado en casa, ¿Podría haberlos ayudado? ¿O simplemente hubiera retrasado lo inevitable?
No quedaba nada por lo que seguir trabajando, excepto darles un entierro digno.
- Chico, ¿Quieres ganar más dinero?
- Supongo.
Y el resto es historia.
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¡Meowscarada, la ladrona enmascarada! [Pokefilia] [Lemon] (+18)
AdventureMel (Una Meowscarada) es una autoproclamada ladrona profesional. La verdad lo hace muy bien, ¡pero la mayoría de "tesoros" que busca son pedidos de comida rápida! Pero sin quererlo o esperarlo, se encontrará metida en situaciones que van más allá de...