¡Sobre el funcionamiento de una Mafia! Por Gabriel Reyes Grief

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"Como cualquier otro negocio, todo empieza por una idea. Como distribuir un producto que tienes a la mayor cantidad de gente posible para ganar el mayor dinero posible. Claro, el alcance del proyecto dependerá de las metas de cada uno. Por ejemplo, nosotros nos expandiríamos más si no tuviéramos que chocar cabezas con Colombia, México... Hay más que perder que ganar en ese caso.

Pero bueno, a lo que iba, que en la distribución de productos, hay algunos que dan bastante beneficio, pero que son regulados extensamente, o en nuestro caso, prohibidos directamente. Pero hay una ventaja en esta prohibición, que viene a ser que la demanda es muy superior a la oferta. Por lo tanto, aquellos que pueden ofrecer este producto, son los que están en el poder de negociar el precio, no el cliente. La mano fantasma del libre mercado es la que permite esto, y yo no soy quién para desaprovecharlo.

Por supuesto, siempre ha habido obstáculos que impiden a uno florecer como quisiera. La vida se trata de resolver estos obstáculos. Por ejemplo, en 1965, durante la Reforma Agraria, a mi bisabuelo le quitaron las tierras y los empleados que con todo el apoyo de la ley había comprado. Mi abuelo, con el dinero restante, se dedicó a dar trabajo a la población indígena en las minas de plata de la localidad, negocio que mi padre siguió hasta la actualidad. Por supuesto, yo habría podido seguir en la tradición familiar, pero yo vi necesario ser más que eso, convertirme en el hombre que soy el día de hoy sin necesidad de mi familia, es por esa razón que después de un pequeño apoyo de doscientos cincuenta mil dólares de parte de mi padre---"

Una Alakazam y un Gengar entraron en la habitación, el sonido de la puerta interrumpiendo al chico que estaba escribiendo en su lujosa oficina.

- Allison, Germán, espero que traigan buenas noticias. - El chico se recostó en su silla de cuero, con los brazos detrás de la cabeza - No terminaré mi autobiografía a este ritmo.

- Señor. - La Alakazam habló por telepatía, sus palabras resonando en la cabeza del chico - Los limpiadores terminaron de analizar el incinerador de la mansión. El equipo que enviamos a la mansión fue asesinado y sus restos desechados al fuego.

- Jefecito de mi vida - Las palabras cariñosas del Gengar estaban en contraste a cómo su voz reptaba por el suelo antes de llegar a los oídos de su jefe - Perdón por interrumpir, pero Dionisio ha despertado. No recuerda nada, pero cuando le dieron de alta se puso a gritar al ver un Meowscarada en la calle. Uno de ellos debió ser el responsable de... De dejarlo medio loquito, ¿no?

- Mmm... - El chico se rascó la barbilla - Una noticia mala pero que resuelve ese problema, una noticia buena pero que abre otro. No está mal. - Se levantó de su asiento de un salto - Entonces, solo tenemos que encontrar al Meowscarada adecuado, interrogarlo y... - abrió el cajón de su escritorio, guardó el libro que estaba escribiendo. Le dio un largo vistazo a su colección de pistolas - Hacerlo pagar.

Acompañado de sus dos Pokémon, se retiró de su oficina. Una gran placa dorada decoraba la puerta, en ella se podía leer "Gabriel Reyes Grief".

Gabriel sacó su iPhone. Sacando del bolsillo de su camisa business-casual unos airpods, se los colocó y comenzó a sonar "Bad" de Michael Jackson para sí mismo mientras paseaba por sus dominios, como si fuera dueño del aire que sus empleados respiraban.

Allison, la Alakazam mandó un mensaje a todos los empleados del piso mediante telepatía: "Revisión". Todos dejaron de hacer lo que hacían inmediatamente y salieron de sus respectivas oficinas para recibir al jefe en la puerta, parados y firmes como si fueran soldados rasos y se presentara el sargento, el comandante de todas las fuerzas armadas y la Virgen María en persona.

¡Meowscarada, la ladrona enmascarada! [Pokefilia] [Lemon] (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora