Padre alcohólico y niño cantor

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Había rondado todo el pueblo y vuelto a la casa de los Yadele. Se quedó en el techo haciendo vigilancia desde afuera y cuando se hizo de día se encuentra a la pelinegra, había vuelto de los cielos, suponía que había logrado mandar el comunicado.

Se tomó la noche entera pensando en la maldición y en como el príncipe podría haber ideado estrategias para engañarlos.

Llegó a varias conclusiones, y era que lo mejor era que él y Pip no pisaran la tierra, era lo más lógico. Pero él no se podía quedar viendo nada más, estaba siendo impulsivo y no le gustaba, pero tenía la necesidad de encargarse de esto personalmente, quería proteger a sus amigos y a las almas de los elegidos mortales.

Mientras Pip no tocará la tierra, el portal no funcionaría del todo, tenían más oportunidades. A demás él era fuerte y escurridizo, podía escapar del peligro en caso de último recurso. Sentía que le faltaba el respeto, ya que resultaba ser su superior, y coincidentemente era el ángel encargado de rondar por esos páramos. Lo estaba obligando a ignorar su trabajo.

Esconderían a los chicos y verían estrategias más defensivas, pero por el momento estaban haciendo lo mejor que se les ocurrió, ir directamente a la boca del lobo para romper todo o confirmar que debían tomar otra estrategia.

Después de una corta meditación entre ambos ángeles amanecía cada vez más hasta que llegó una hora apropiada.

Justo a tiempo, Greg había empezado a acomodar el auto y todos los preparativos para mudarse temporalmente. Le sorprendía lo organizado que era este tipo. Muy efectivo.

"–A Wendy seguro le agrada.-"

...

Había sido una noche de lo menos reconfortante. Mira el reloj de su escritorio y este marca las 7:07, sonríe por la coincidencia y suspira para dar paso a un largo bostezo.

Hace una rutina mañanera para ir a darle una visita repentina al Padre y de paso despierta a su hermano para que lo acompañe, necesitaría la compañía de su aprendiz y para ser más creíbles irían con los tres ángeles acompañantes.

Prepara un café y algunos panes tostados para su hermano, mientras este también se preparaba con su propia rutina. Subió para hacer el equipaje de los dos.

Gregory tomaba un papel de hermano mayor de manera estricta, se encargaría que Tweek se estrese lo menos posible en este viaje y pueda descansar de pueblo en pueblo.

Se encarga de subir todo a una minivan que le pertenecía a su madre, pero la había pedido prestada para el traslado que sorpresivamente les fue dado por sus padres. Al parecer el repentino entusiasmo con los negocios los puso contentos y lo aceptaron casi sin pensarlo. Acomoda el equipaje en el gran baúl y aunque solo hay 5 asientos, los ángeles ya habían demostrado que podían ocupar menos espacio.

Cuando terminan trató de despertar a Craig. Que siendo sinceros no funcionó, pero tomó la decisión de llevarlo en un clásico carrito rojo de juguete a la iglesia. Quería ser lo más creíble para que el padre abandone repentinamente su puesto en esta iglesia para ser trasladado o que al menos los acompañe.

Moldearon el flácido cuerpo del demonio para meterlo en el pequeño carrito de juguete y siendo arrastrado por la calle sin menor delicadeza. Era impresionante su capacidad para dormir, nada lo perturba.

Cuando llegan a la casa del padre, Craig hace un chillido de molestia cuando entran al terreno, ya pisaban tierra protegida.

–Yo me quedo aquí. -

Todos ruedan los ojos, pero comprenden su situación y lo dejan ahí, encajado en un montón de nieve. Greg le tiró una manta para taparlo. No quería que alguien viera a un aparente hombre adulto durmiendo en un carrito cerca de la iglesia. Era sospechoso.

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