Bienvenida a una pesadilla

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Ya veía el característico cartel de entrada del pueblo "South Park" en un gran letrero de madera, bastante rústico.

Greg tenía muchas preocupaciones en la cabeza, el estrés le estaba provocando una jaqueca terrible. Entre prioridades mortales y preocupaciones paranormales, era mucho para un humano tan joven.

Era simplemente estresante la situación y siendo un adulto que tomaba la responsabilidad de cuidar a su hermano, sentía un gran peso en su corazón.

Miraba a las palomas que tenía al lado; su hermano contra la ventana durmiendo en un sueño pesado, a los pasajeros de los asientos traseros por el espejo retrovisor, a Craig, que como siempre, estaba durmiendo, el chico, butters, sentado en el medio callado, y el Padre Stan, mirando a la ventana.

Christophe aprovechó el tiempo muerto y se puso manos a la obra, aún en el regazo del dormido Tweek empezó a abrir sus ojos fuera del auto para inspeccionar, todo normal hasta que se percató de dos cosas, un pentagrama a las afueras del pueblo y el echo de que no podía ver dentro del bosque, sus plumas se erizaron del coraje, se hizo una idea de quién había llegado antes que ellos a South Park, pero prefirió no hablar.

–Espero que el hospedaje no salga tan caro, una reserva a último momento suele ser una daga para los despistados. No encontré nada libre tampoco a las afueras del pueblo. -

–Podemos quedarnos en la iglesia, es lo más lógico para nuestra seguridad. -

–¿Se puede? -

– Qué importa, el mundo esta bajo la amenaza del rey del infierno. A demás no me van a decir nada, pueden pasar como mis aprendices o algo así, o lo que pueda llegar a ser ese chico. -

El Padre se refería a Craig, él no podría entrar a la iglesia, seria un problema. O no, no sabían que podría llegar a suceder si un demonio entra a una iglesia, tal vez solo tengan que hacer algún ritual de bienvenida o algo así.

–Mmh, Craig...-

El único demonio en la causa abrió los ojos para responderle al rubio en el volante.

–No te preocupes por mi Greg, hay muchos demonios en esta zona, es como un barrio familiar para mí, dormiré en el bosque o en algún tejado. -

El rubio lo vió no muy convencido, pero no podía decirle nada, no tenía las facultades para decidir muchas de las cosas que estaban pasando.

–Estaré bien, de todas formas no soy el objetivo de nadie, soy como un agente doble. -

El pelinegro bromeó, pero hablando de eso, sintió algo en su radar. Entrecerró los ojos para identificar el ambiente, era demaciado pesado. No estaba así hace 30 años. ¿Qué estaba pasando?

–¿Podrá ser?- Murmuraba, no podía decirle o advertirle a los demás de la situación, esperaba que alguien del otro lado les dijera algo al respecto. -

...

Al fin habían llegado, había estado todo el camino escuchando horribles canciones con letras espantosas, melosas y de una época olvidable.

Cuando estacionaron en una plaza donde supuestamente se iban a encontrar con el amigo del Padre, la virtud salió como un rayo, transformándose tan rápido como la luz. Se tiró a la nieve mientras se removía, resultaba reconfortante.

–No sabés lo que te extrañe, nieve fría y blanca. -

Kenneth hizo ángeles de nieve mientras todos se bajaron para buscar al amigo de Stan quien no tarda en hacer acto de presencia con mala cara.

Ahora que prestaba más atención, lograron darse cuenta que la atmósfera del lugar no era la mejor, se sentía incómodo.

–Ya no me gusta el lugar, es raro. -

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