Vendetta - Larry Stylinson

Capítulo 8

— ¿No están ellos aquí por ti hoy? — Preguntó el rizado subiendo al coche del ojiazul, refiriéndose a los invitados.

Louis rodeó el vehículo y se montó en el lugar del conductor.

— ¿Quieres hacerme sentir mal, Edward? Porque realmente odiaría tener que quedarme donde no quiero.— contestó Louis, mientras encendía el coche.

— Lo siento... mm... ¿Y qué celebraban? — preguntó "desinteresadamente" Harry, tratando de obtener la información.— No he estado prestando atención últimamente, lo siento también por eso.

Louis miraba la calle frente a él, y se podría decir que no había mirado a Edward durante todo ese tiempo en el carro... Pero lo cierto era, que él trataba de evitar mirar a Edward y confundirlo con Harry.

— Tranquilo, no pasa nada. El asunto es, que un reconocido empresario de Londres quiere expandir mi restaurante abriendo otro allá, ya sabes, por las recetas propias y el reconocimiento provincial aquí en la región.— Edward asintió, dando a entender que comprendía.

— ¿Y tú no quieres o... qué? — Tanteó.

— No estoy muy seguro de esa decisión. Mi restaurante es mi vida entera, no quisiera arruinar algo tan privado y querido solo por negocios. Pero verás... Eleanor y Mabel, Liam y los demás quieren que acepte.

— Uh es un buen motivo el que tienes... Deberías pensarlo bien antes de tomar alguna decisión, podrías arrepentirte luego y no es la idea.— aconsejó Harry, diciéndolo sinceramente.

Louis asintió y posó su mirada en el chico en el asiento del acompañante, por unos segundos, mirándolo fijamente mientras aprovechaba el semáforo en rojo.

— Tienes razón.— Ambos callaron, Harry prefirió mirar por la ventanilla y Louis golpeaba el volante con los dedos, logrando un pequeño ritmo.— ¿No quieres... te gustaría ir a tomar un café o algo? Digo, estábamos en un restaurante, pero... Solo si quieres... O mejor si no... Lo siento, no...

— Está bien.— lo cortó el rizado. Tenía hambre y ganas de estar en su casa, preferentemente su cama, pero un café no estaría tan mal, sin mencionar que era Louis el que se lo pedía, podría ser bastante útil.

Louis asintió, bastante ruborizado por el nerviosismo que no le había permitido hablar normalmente, y comenzó a conducir hacia una cafetería.

Al entrar al lugar, el aire cálido los azotó de una forma placentera, y es que no habían notado el frío que hacía afuera y en el coche, habían estado congelándose sin siquiera detenerse a pensar en ello.

Ambos caminaron hasta un rincón y se sentaron en una mesa para dos, no habían más clientes a excepción de un estudiante bebiendo un frappé, y unas señoras comiendo pastel. Cuando se acercó un empleado a pedir la orden, Louis pidió un café negro solamente, mientras Harry ordenó chocolate caliente y muffins. El chico anotó todo y se marchó, dejando a Louis y Harry caer en el silencio incómodo otra vez.

— Y bien... ¿Por qué Holmes Chapel?— preguntó Louis para romper el hielo.— Llevas aquí ¿cuánto? ¿Tres meses?

— Tres meses, me encanta esta ciudad, bueno, antes me gustaba más, pero aún así es preciosa. Y la razón por la que estoy aquí es algo muy... personal.

Louis frunció el ceño confundido, y ahí fue cuando Harry se dio cuenta que había hablado de más, como siempre lo hacía.

— Oh... bien.