Él nunca imaginó que después de tanto tiempo sin divertirse realmente, de pronto sintiera la necesidad de disfrutar de la compañía de alguien más, de reír de los chistes de ese alguien, de compartir historias, gustos, preferencias, etc. No se había sentido así desde hace años. No disfrutaba un café ni una compañía así desde hacía años. Quizás las cosas tienen mejor sabor cuando estás bien acompañado.
- ¡Dios! ¡No puedo más! Austin ya cállate...
Harry reía a carcajadas y su estómago ya dolía de tanta risa. Jamás hubiese imaginado que su maestro pudiese ser tan divertido.
- Es cierto, Edward. Ella no quería soltarme y tuve que llamar a la policía. Ahora que lo pienso fue demasiado hilarante, pero en esos momentos estaba aterrado, ella tenía un cuchillo de cocina.- contaba el hombre, con un deje de diversión en su voz.
Harry abrió sus ojos en sorpresa, ya calmándose un poco, pero manteniendo esa sonrisa tan perfecta en su rostro.
Ese día después de clases, Harry se había acercado a su profesor para aclarar unas dudas que tenía acerca de su materia. Debido a que todos allí se estaban yendo y las clases habían terminado, el rubio le pidió a Harry que lo acompañara mientras organizaba sus planificaciones de estudios, y así luego podría ayudarlo con sus dudas. Fue una propuesta muy amable y Harry no dudó en aceptar. Pues algo en su interior le hizo querer quedarse unos momentos más con el profesor.
Claro que esos "momentos" se habían transformado en horas, y ahora ellos se encontraban en una cafetería cercana al campus de la Universidad, bebiendo café y contando algo sobre sus vidas.
- ¿Te han dicho que te ves hermoso cuando sonríes? - preguntó el rubio, admirando al ojiverde.
- Oh, no.- Mintió. Su corazón se apretujó.- Yo...
- Bueno, te ves hermoso, Edward.
El rizado sonrío nerviosamente.- Gracias. Tú también te ves hermoso, digo... Cuando sonríes y... Ya sabes... - se trabó con sus propias palabras.- Soy un asco, lo siento.
Austin le dedicó una de sus resplandecientes sonrisas y le observó beber un sorbo de su café.
- No, no, gracias supongo. Pero... ¿Estás tú coqueteando conmigo? - le preguntó en broma.- Recuerde, señor Cox, soy su profesor.
- Depende señor Morrison, estamos fuera de la Universidad, tenemos la edad adecuada, y me acaba de decir que me veo hermoso.- contestó Harry, divertido.- ¿Por qué no?
Austin río.- ¡Oh dios! Enserio estás coqueteándome.
Harry le guiñó un ojo, coqueto. El rubio se atragantó con su café. Morrison no tenía forma de saber que Harry no coqueteaba y no había estado con un hombre desde... bueno, el primer chico en su vida, y ni siquiera podría contar como coqueteo. Así que su experiencia en esa área era casi nula.
- Y dime, Edward... - preguntó luego de recuperarse de la tos.-¿Estás, uh, con alguien?
Harry negó.
- ¿Tú lo estás?
Austin ladeó la cabeza.- Bueno, es... complicado.
Los ojos verdes de Harry se abrieron a más no poder, su rostro se ruborizó de la vergüenza.
- ¡Oh dios! Lo siento, si hubiera sabido que... no me gusta jugar con... Eres un hombre comprometido y yo... estoy aquí de...
- Era broma, Edward. Estoy soltero.- confesó él. La respiración de Harry volvió a la normalidad.
- Naturalmente yo no soy así, de verdad lo siento, no quiero darte una mala imagen de mí.- el rubio lo miró fijamente, casi leyéndole el alma.
- Eres genial, Edward.- Harry bajó la mirada, ruborizado por incontable vez en el día.- Y sé que no nos conocemos desde hace mucho, pero será difícil que alguien cambie la perspectiva que tengo de ti.- El rizado asintió agradecido, el rubio le hacía sentir bien de una manera en la que no se veía comprometido con alguna estúpida venganza, de una forma especial, casual.- ¿Saldrías conmigo el Sábado? - preguntó, sin ocultar las ganas que tenía de volver a estar de esa manera con el ojiverde.- Solo si quieres, recuerda...
- Claro.- aceptó el rizado, reluciendo su sonrisa.- Me encantaría.
Austin cogió la mano de Harry por encima de la mesa, sólo una leve caricia sin otras ocultas intenciones.- Pasaré por ti al restaurante, ¿bien? Es una cita.
El rizado volvió a sonreírle.
- Es una cita.
Harry aceptó. Sin siquiera haber pasado por su cabeza el hecho de que Louis Tomlinson probablemente estaría allí ese día.
Pero... ¿Qué le podría importar a él?
Esa noche, después de acostarse y ya bajo las sábanas de su cama, se durmió plácida y cómodamente. Sin preocupaciones por una noche, y sintiendo que algo estaba por cambiar en su vida.
Realmente esperaba que fuera para mejor.

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Vendetta - Larry Stylinson
FanfictionHarry Styles, ahora con 22 años, decide volver al pequeño pueblo en el que nació y creció, y el que también conoció su humillación años atrás. Todo, o al menos la mayoría, continuaba igual. Sólo unos pequeños cambios aquí y allá eran visibles en la...