𝗰𝗶𝗻𝗰𝗼 - 𝗂𝗇𝗌𝗍𝗂𝗇𝗍𝗈 𝗌𝗎𝗂𝖼𝗂𝖽𝖺

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—¿Qué? ¿Alguien te empujó? —me preguntó, por su mirada me di cuenta de que no me reconoce, después de todo ha pasado mucho tiempo.

—No —digo casi inaudible, él me hace una seña con su mano para acercarme a él, me toma de mi cintura y me ayuda a bajar de la red, entonces parada junto a él me doy cuenta de que apenas le llego a los ojos, creció mucho.

—¿Cómo te llamas? —mi momento ha llegado.

Durante años me he aferrado a este momento en que podré elegir mi nombre, ya no quiero ser Grace la chica veraz, quiero volver a mí, no olvidarme nunca de quien soy o quien era. Él me observa esperando una respuesta, entonces le digo—: Grecia, soy Grecia.

—¡Primera saltadora, Grecia! —dice en voz alta a los que estaban a nuestro alrededor, estos vitorean mi nombre y él me observa—. Bienvenida a osadía —sonrío inconscientemente, me acomodo con los demás y veo cómo van cayendo uno por uno; Beatrice quien ahora es Tris, Christian, otros osados, Peter, el chico de traje celeste y finalmente una chica de cabello casi rojizo. Cuando todos estuvimos reunidos, Tobias dijo—: Nacidos en Osadía, con Lauren, trasladados conmigo. Ahora —apresuró a los nuevos, me dediqué gran parte del tiempo evitando sus ojos, no quería ser reconocida, pero al mismo tiempo si quería que se acordarse de mí.

Sin embargo, una voz en mi mente me repite que él no podría siquiera verme, porque su destino es estar con Tris, así es la historia.

—Más que nada trabajo en inteligencia, pero durante el entrenamiento seré su instructor —Dice Tobias al caminar y observarnos—. Me llamo Cuatro.

Claro, verdad que ahora es osado y así le gusta que lo llamen.

—Cuatro, ¿cómo el número? —Pregunta Christina al observarlo, una sonrisa se forma en su rostro y siento que está tocándole la cola al león.

—Cuatro como el número —confirma él al asentirle, ella se ríe.

El león se prepara para atacar.

—¿No estaban disponible dos y tres? —siento como algunos sonríen levemente, dudando si reír o no, pero cuando todos vimos la sonrisa sin gracia de Cuatro quedamos en silencio.

El león corre hacia su presa.

—¿Cómo te llamas? —Preguntó.

—Christina —Cuatro asiente y se comienza a acercar lentamente a ella, en una forma intimidante que me hace sentir paralizada.

El león somete a su presa cazada.

—Bueno, Christina, la primera lección que vas a aprender (si quieres sobrevivir aquí) es mantener la boca cerrada ¿me entiendes? —Christina responde un tembloroso sí. Cuatro asiente levemente y comienza a caminar diciendo—: Síganme.

Y el león soltó a su presa dejándola con un trauma permanente qué no sanará porque aquí no hay psicólogos ni terapia.

Vamos por un pasillo, caminamos y bajamos escaleras hasta llegar a otro pasillo iluminado con luces fluorescentes, al final de este se ve la luz del sol y cuando nos asomamos veo un gran área despejada, hay muchos osados conversando, peleando, caminando, haciendo cosas, entonces Cuatro habla—: Este es el Pozo, el centro de la vida en osadía —una vez dicho eso retrocede hasta guiarnos a otro pasillo, llegamos a una habitación espaciosa, hay varias columnas y junto a estas camas, al menos cuento unas veinte o más—. Dormirán aquí las siguientes diez semanas —sigue caminando hasta el final de la habitación.

—¿Chicas o chicos? —pregunta un chico alto.

—Ambos —dice Cuatro al girarse y vernos, lleva su mirada a una habitación conectada—, creo que les va a encantar el baño —observo como hay retretes juntos, y sólo los divide el papel higiénico, hay grifos frente a estos y un largo espejo rectangular en la pared—. Verdad, te sentirás en casa, no hay nada oculto —dice Cuatro al pasar junto a Christina, se estaba yendo cuando nos dice a todos—: cámbiense.

𝐓𝐇𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐆𝐄 ━━ 𝖣𝗂𝗏𝖾𝗋𝗀𝖾𝗇𝗍𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora