𝘁𝗿𝗲𝗰𝗲 - 𝖼𝗎𝖺𝗍𝗋𝗈

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Estábamos juntos al otro día, en la habitación Al pidió perdón a Tris por escuchar la voz de Peter, Tris lo perdonó porque este al final solo tenía miedo, Chris, Will y yo nos quedamos apoyándolos a ambos. La voz se corrió rápidamente por los osados, un iniciado qué atacó a un compañero no es bien visto, Peter llegó a medio día con un ojo morado y dolores en el abdomen, cuando se cambió de ropa se le veían hematomas morados y verdes, de seguro Cuatro ya habló con él.

Me levanté y caminé por los pasillos de osadía, llevaba unos jeans negros, zapatillas igualmente negras y al fin una camiseta manga larga, me costó conseguirla aquí, donde todos quieren mostrar su piel tatuada. En mi camino encontré a Cuatro, me acerqué a él— necesito hablar contigo, en privado.

—Bien, sígueme —dijo, vio a su alrededor y comenzó a caminar, salimos del edificio a otro vecino, era uno que conectaba y a la vez no con osadía, abrió una puerta y me dio espacio para adentrarme, pude ver lo espacioso que era aquel piso, había casilleros, cama, y otros muebles, se veía ordenado y limpio. Me siento en la orilla de la cama y él se cruza de brazos al verme.

—Por lo visto nada ha pasado como debe ser —digo, el frunce el entrecejo.

—¿Qué?

—No quiero que Tris muera, ni que Al sea abandonado —comento, el asiente y se sienta junto a mí, se inclina hacia delante y apoya sus brazos en sus piernas.

—¿Qué quieres hacer? —me pregunta, sus ojos son hermosos y por instantes me distrae de mi propósito.

—Enseña a Tris a pasar desapercibido, enséñale a ocultar su divergencia, y yo enseñaré a Al a ser valiente —por instantes los ojos de Cuatro se oscurecieron, parecía ser otra persona, pero entonces volvió en sí.

—Ya lo sospechaba, pero tenía que confirmarlo, he ocultado sus resultados con excusas tontas y Eric ya ha reclamado al respecto, sobre Al, será fácil si le enseñas a ser más impulsivo.

—Entonces ¿Me ayudarás? —él asiente.

—Pero antes, debo enseñarte como debes hacer que Al sea más valiente, y eso implicaría pasar por el paisaje del miedo nuevamente —recordé las personas sin rostro, la chica que era yo persiguiéndome, me sentí algo incomoda, pero recordé las lágrimas de Al y las de Tris.

—Bien, enséñame.

Cuatro asiente y se levanta, me extiende su mano, la tomo y me ayuda a levantarme, por segundos le sigo sosteniendo la mano hasta que va a buscar algo a su cajón, es un estuche negro- vamos, sé de un buen lugar-asiento y lo sigo, caminamos rumbo al abismo, pero subimos por un lado que no noté antes, es una parte oculta, abrió una puerta y llegamos a una azotea— Zeke descubrió este lugar hace dos años, lo tomamos como nuestro —dice al verme—, aquí nadie molestará.

Abre el estuche y dentro hay dos agujas con el suero ya incluido, él saca un electrodo conectado por un cable—. Ven, vamos a pasar por mi paisaje del miedo, a ver si descubres por qué me llamo Cuatro —dice al sentarse en la única silla que hay, observo a mi alrededor en busca de un lugar donde sentarme cuando él abre sus piernas y me hace sentarme en medio de ellas, siento su pecho contra mi espalda y el calor que me da, pese a estar al aire libre y sentir la brisa, siento mis mejillas y orejas arder. Mueve mi cabello e introduce la aguja en mi cuello, vierte el líquido y después me pasa su aguja, justo donde me dice la inyecto y vierto el suero, las deja a un lado y conecta el electrodo a su sien y el otro lado a mi sien, se recuesta en la silla y me hace recostarme igualmente sobre su pecho, lo siento respirar, su pecho moviéndose de arriba a abajo, su corazón latir.

—Sé valiente —le digo, él ríe levemente, tras unos pestañeos abro mis ojos nuevamente, la luz del sol me llega directamente pese a estar nublado, me levanto y veo que estamos sobre tubos que forman un tipo puente entre dos edificios, hay al menos una distancia más alta de la vez que subimos a la noria, observo a Cuatro quien está detrás de mí, se sujeta con fuerzas al puente de tubos, pero al mismo tiempo se fuerza a ser valiente y levantarse, el viento es brusco y mueve mucho mi cabello— ¿Qué hacemos? —alzó la voz para que me escuche sobre el viento.

—¿Qué haría un osado? —Me dice, comenzó a sudar, su voz casi se quiebra por la falta de aire. Miro hacia abajo, un suicida saltaría, miro hacia el edificio de mi izquierda, solo hay ventanales lisos, miro al de la derecha, detrás de Cuatro.

—Ahí, hay una ventana, vamos por ahí —digo, Cuatro comienza a hacer equilibrio mientras camina hasta aquella ventana, nuestro puente se mueve a causa del viento, pero ya nos acercamos lo suficiente, Cuatro cruza primero la ventana, lo sigo, caminamos por un pasillo pequeño y terminamos en una caja metálica, intenté volver, pero la puerta había desaparecido, las paredes comenzaron a moverse—. Claustrofobia —dije entre dientes, intentaba detener la pared con mis manos, pero no se podía, entonces vi en el suelo como había unos triángulos de madera, tomé uno y lo posicioné en el orificio bajo de la pared, con mi mano le comencé a pegar varias veces hasta poder detenerla—. Creo, que ya —digo agitada, una pared desaparece y nos deja ver un amplio cuarto, hay una luz iluminando a una mujer sentada en una silla, no tiene las manos sujetas, ni se ve hostil, simplemente está ahí.

Cuatro toma un arma que estaba sobre una mesa—. Siendo un soldado de osadía, debes seguir ordenes, aunque no estés de acuerdo —dice al apuntar a la cabeza de la mujer, lo observó detenidamente, no, esto no es por simplemente recibir órdenes, es más profundo.

Es un temor de que te guste lastimar a otros. Como Marcus.

Cuatro quita el seguro del arma y dispara al desviar un poco la mirada, retrocede unos pasos y lo sigo— el último es tu peor miedo, vive en lo profundo de tu mente —su arma desaparece y ahora estamos en una casa gris, apenas tiene ventanas y muebles, observo a mi alrededor y entonces lo veo; Marcus Eaton.

Tiene un cinturón en mano, una mirada dura y se ve más grande de lo que recordaba, entonces habla—. Tobias —dice, aparece otro Marcus en la puerta de la casa, otro más a nuestra espalda, y terminamos rodeados, el primer Marcus empieza a avanzar y veo como Cuatro retrocede—. Es por tu propio bien —dice, Marcus alza la mano con el cinturón y me pongo en medio de él y Cuatro, siento el golpe en mi antebrazo, la piel me arde, los otros Marcus avanzan y esta vez Cuatro golpea a uno, deshaciéndose de los demás de inmediato. Abro mis ojos y me siento, miro a mi alrededor, antes el sol se estaba ocultado, ahora esta oscuro completamente, me giro y veo como Cuatro me quita el electrodo de la sien, esta agitado, intentando relajarse.

Quería decirle que lo lamento, lamento no haber hecho nada cuando éramos pequeños, pero quién soy yo para pedir disculpas, soy un extra, él debía vivir eso para llegar a ser el gran Osado que es, frunce un poco el entrecejo y acaricia mi mejilla con su mano, siento las yemas de sus dedos, son ásperas pero cálidas, entonces se acerca más y junta sus labios con los míos, los mueve y siento que me voy perdiendo en él.

Él no es mi destino, es el de Tris, se corresponden mutuamente, entonces ¿por qué? ¿Por qué me aferro a él con tanta desesperación? no quiero dejarlo ir, no puedo.

Me giro y subo a sus piernas una vez las junta, ahora en esta posición puedo abrazarlo del cuello, posar mi mano en su gran espalda y sentir su calor rodeándome, siento sus manos pasar por mi espalda y acariciarme desde la parte alta a la baja, sus ojos profundos son del color el cielo nocturno, y el brillo que hay en ellos se asemeja a las estrellas brillantes, volvemos a juntar nuestros labios. 

𝐓𝐇𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐆𝐄 ━━ 𝖣𝗂𝗏𝖾𝗋𝗀𝖾𝗇𝗍𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora