La forma del futuro.

3 1 0
                                    

—Si continúas haciendo eso te arranco los pantalones en cuanto estacione.

Teo succionó sobre su cuello para a continuación mover su nariz hasta debajo de su oreja.

—Hueles tan bien.

—Teo, estás poniéndomela como una roca.

Teo deslizó la mano que tenía sobre su muslo muy cerca de su rodilla hacia abajo. Alcanzó su cadera y de allí fue a posarla sobre su entrepierna.

Sentía su polla al rojo vivo.

—Estaciona —gimió Teo sobre su odio.

—¿Si nos estrello contra la pared es lo mismo? No puedo pensar contigo haciendo eso.

—Te quiero en mi boca.

Frenó en mitad del pasillo del estacionamiento medio vacío porque era la mañana de un miércoles y la mayoría de los coches y sus dueños debían haber salido a trabajar.

—¿Qué haces?

En respuesta desabrochó sus pantalones y bajó el cierre.

—Tienes todo el viaje enloqueciéndome. ¿Lo hiciste a propósito, no es así?

—Es que lo de hoy temprano fue... —viéndolo a los ojos Teo tomó su barbilla y lamió sus labios para luego atraparlo entre los suyos.

Lo de esa mañana le había volado la cabeza por completo porque ya no necesito que Teo lo dijera qué o cómo hacer. Habían pasado una noche que lo tendría todo el día durmiendo y por la mañana repitieron caricias que eran lenguas de fuego para que primero pudiese penetrarlo con su lengua, luego con sus dedos percibiendo lo apretado de su interior. Estar dentro de Teo le daba más placer del que hubiese obtenido con cualquier mujer y creía que la única diferencia no residía en el sexo de su pareja sino en lo condenadamente sexy que era Teo no por ser solamente un cuerpo sino por ser él.

No sería sencillo para él terminar de admitir que alguien como Teo, le permitiese tenerlo y allí estaba otra vez, pidiéndole tener su polla en su boca para hacerle estallar el cerebro una vez más, para enseñarle lo débil que su carne era.

Quería tenerlo de todos los modos posibles, no quería volver a alejarse de él, no quería perderlo de vista siquiera.

No tenía idea de cómo haría para sobrevivir el volver a la vida real porque lo que creyó su vida real frente a lo que viviera con Teo, no tenía ni punto de comparación. ¿Cómo poder besar a Myriam o follarla después de haber estado con Teo? Le daban nauseas de solo pensarlo y lo lamentable de la situación era que lo que le daba asco no era el engaño, sino el pensar en estar con alguien más; Teo lo había arruinado de por vida dándole una nueva forma exclusiva para estar a su lado y que no se deformaría por mucho que deseara estar con alguien más.

Además Teo siquiera le había pedido que la dejara.

De cualquier modo sabía que no soportaría por mucho seguir con Myriam teniendo a Teo.

—¿Fue qué?

—Creo que me he hecho un poco adicto a nosotros —le susurró sobre la oreja para tomar su lóbulo.

—Teo...

—Me gusta tu sabor.

—Y a mí me gusta el tuyo—. Buscó su mano derecha y la empujó dentro de su ropa interior.

—Y me gusta como se siente esto. ¿Así te pongo?

—Así me pones —jadeó mientras él comenzaba a acariciarlo.

—Bien, está atento por si alguien viene—. Teo le dio un último beso en su cuello, sacó la mano de su ropa interior y empezó a tirar de sus pantalones hacia abajo. Él le facilitó un poco la tarea alzando el trasero, echándose hacia atrás.

La vida en el cuarto piso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora