𝙘𝙝𝙖𝙥𝙩𝙚𝙧 𝙩𝙬𝙚𝙣𝙩𝙮

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—Quisiera que estuvieras acá con nosotros—  dice Lio haciendo un puchero con sus labios y yo sonrío por el gesto.

—Yo también, Lilo— suspiro y estiro mi brazo por sobre las mantas de mi cama —Navidad es aburrida sin ustedes.

Mi hermano menor parece pensar un momento antes de poner un semblante de preocupación y horror.

—¡Papa Noel no va a poder dejarte regalos si no sabes que estás allá!— exclama y tengo que reprimir el instinto de reír por su infantil inocencia.

—Papa Noel va a saber, no te preocupes por mí— digo para calmarlo, pero la realidad era que el hombre de barba blanca hace ya años no dejaba nada para mí debajo del árbol —¿Dónde estan los demás?

—Los abuelos están cocinando y mamá y papá fueron a comprar— me dice y frunzo las cejas.

—¿A comprar?¿Un 24 de diciembre?— hablo confundida y es que lo más probable era que la mayoría de negocios de mí país estuviesen cerrados a solo horas de la noche de Navidad.

—Si, dijeron que se habían olvidado de algo importante— se encoge de hombros y con eso comprendo la salida de último momento.

No era la primera vez que se olvidaban de lo más importante de aquella festividad, los regalos.

Continúo hablando con él varios minutos y hasta le pido que me pase el teléfono con mis abuelos, que se encargan de repetirme que no me sintiera mal por no poder pasar las vacaciones con ellos; pero aunque finjo convencerme de que sus palabras me dejaban tranquila, no podia evitar sentirme mal por no estar junto a ellos luego de varios meses sin verlos.

Debido al esguince en mi tobillo, el médico recomendó evitar viajes en avión demasiado largos por al menos los siguientes dos meses, hasta que la recuperación estuviese completa y yo estuviera fuera de correr cualquier riesgo.

Y de no ser porque mí madre y Susan estaban junto a mí en aquella sala del hospital, haciéndome sentir como si tuviese ocho años, me habría quejado o hasta insistido para tener el permiso de viajar.

No es como si me emocionara demasiado la Navidad, pues hace varios años la había dejado de ver como cuando tenia diez años, pero me era necesario tomar un tiempo fuera de Londres y lejos de la prensa que hace ya días parecía desesperada porque les diera una entrevista exclusiva.

Pero eso era lo último que quería hacer; a duras penas podía juntar energia para levantarme de la cama, salir de mi hogar para hablar con un puñado de periodistas con los dientes afilados se oía como una tortura. Una a la que no estaba dispuesta a exponerme y para mi suerte Nick tampoco lo veía como una prioridad.

Sabía que en algún momento tendría que hablar con los medios sobre el accidente y sobre mí futuro en la Formula 1, pero todo eso era tan incierto ahora que de sólo pensarlo sentía que podría volver a tener un ataque de llanto. No sería la primera vez que eso pasara en el último tiempo.

Aún luego de terminar la llamada, y como en las últimas horas, me dedico a moverme de un lado al otro en mi cama. El haberme mudado a una casa de dos pisos se sentía como un error ahora, el lugar era demasiado silencioso para mi sola y al estar en las ultimas semanas del año, ninguno de mis amigos tenía tiempo libre para visitar.

Y Max, bueno, él había insistido en quedarse conmigo hasta que estuviese completamente recuperada; pero claro que me había negado, no podía permitirle estar lejos de su familia solo para complacerme a mí, aún cuando su presencia era lo que mejor me haría y más teniendo en cuenta el poco tiempo que habíamos pasado juntos luego del choque.

𝘽𝙖𝙘𝙠𝙨𝙚𝙖𝙩 | 𝙈𝙖𝙭 𝙑𝙚𝙧𝙨𝙩𝙖𝙥𝙥𝙚𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora