𝙘𝙝𝙖𝙥𝙩𝙚𝙧 𝙩𝙝𝙧𝙚𝙚

1.5K 124 15
                                    

[ᴍᴀʀᴢᴏ]
²⁰¹⁹

La noticia de mi llegada a la Formula 1 se había hecho hace una semana, la escudería se había mantenido en silencio sobre quien sería el nuevo compañero de Verstappen en esta temporada.

Y si bien las respuestas habían sido en su mayoría positivas, varios medios se habían tratado de contactar conmigo para que diera mi primer nota como corredora oficial de RedBull con ellos, algunos otros se habían manifestado con el mismo mensaje: mi llegada significaba un cambio absoluto en el deporte y la desconfianza hacia mi persona estaba mas palpable de lo usual.

Así que la presión era mas grande que nunca; no solo estaba debutando en uno de los mejores equipos de todo el deporte sino que tenía a cientos de personas que tomarían hasta el más mínimo error que cometiera para decir que no pertenecía a ese ambiente.

—No quiero sonar machista, sabes que amo a mi esposa e hija— dijo un comentarista deportivo cuando la nota que Christian Horner había dado anunciando mí nombre se salió de la pantalla, rode mis ojos al oír esa tan estúpida frase que tengo la pena de escuchar mas seguido de lo normal — Pero hay una razón por la que todos estos años los competidores del automovilismo fueron, en su gran mayoría, hombres y es que nosotros sabemos administrar mejor nuestras emociones arriba de un auto. Claro que varias mujeres demostraron potencial, pero nunca ninguna ha durado demasiado en un ambiente tan estricto como lo es éste.

—Concuerdo contigo Franklin— dijo el otro periodista apareciendo en el cuadro principal —Esperemos estar equivocados y que logré obtener puntos durante las próximas carreras, pero la realidad es que en este deporte la histeria femenina es un factor de riesgo no solo para la piloto en cuestión sino para su compañero de equipo...

—Malditos idiotas, histeria femenina mis ovarios— murmuré entre dientes, apreté el botón de apagado y di por finalizada la emisión del televisor dejando el control con fuerza sobre la mesa frente a mí.

—Oye el pobre control no tiene la culpa de que esos dos tipos digan tantas idioteces— me reprendió Susan, mi nueva mánager de imágen pública.

Desde mi reunión con la escudería había comenzado un arduo trabajo para llegar a la primer carrera, la cual sería la próxima semana, en las mejores condiciones posibles; Susan era una chica de unos treinta y cinco años que me ayudaba a saber que decir, como decirlo y cuando decirlo, pero más importante que no debía decir si quería caerle bien a los patrocinadores. Me aconsejaba sobre mi forma de actuar frente una cámara, en una entrevista o hasta simplemente cómo hablar con los fans para dar una buena imagen hacia los demás.

Nunca hubiese creído que hablar con los otros iba a ser tan difícil, pero llevaba un trasfondo mucho mas grande de lo que me imaginaba.

Además ahora tenía a un entrenador personal y un nutricionista mucho más calificado para lo que sería mi preparación de este año, anteriormente me encargaba de ello yo misma; mis horas de entrenamiento, mi alimentación y hasta mi tiempo de descanso ahora estaban controlados por otras personas.

¿Era agotador? Claro que si, pero mi condición física tenía que ser perfecta para mantener un buen nivel en las próximas carreras.

—¿Quien contrata a estas personas?— pregunté exasperada, levanté mis manos y las deje caer a ambos lados de mi cuerpo. Susan y Nick me miraban desde el sillón en el que estaban sentados —Lo juro, siempre que usan la frase "No quiero sonar machista pero" luego acaban por soltar lo más misógino que vas a escuchar en tu vida y ¿Oíste como esperan "Que pueda conseguir puntos"? ¡Ni siquiera creen que sea capaz de ganar una carrera!

𝘽𝙖𝙘𝙠𝙨𝙚𝙖𝙩 | 𝙈𝙖𝙭 𝙑𝙚𝙧𝙨𝙩𝙖𝙥𝙥𝙚𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora