𝙘𝙝𝙖𝙥𝙩𝙚𝙧 𝙩𝙬𝙚𝙣𝙩𝙮-𝙤𝙣𝙚

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Para principio de Febrero, mi tobillo había vuelto casi por completo a la normalidad; si, seguía cuidandome de cualquier movimiento brusco que pudiese empeorar la situación, pero al menos los demás me habían dejado de tratar como si fuese una copa de cristal al borde de romperse.

En febrero también regresó mi familia y como era de esperarse mi hermano menor se instaló en mi hogar durante casi dos semanas cada tarde luego de la escuela. De igual forma lo agradecía, en febrero Max tuvo que regresar a su hogar en Mónaco para comenzar a prepararse para lo que restaba del año.

Y aunque tenerlo lejos luego de haber convivido juntos por un mes entero se sentía como un puñetazo en el pecho, había sido yo quien lo obligara a terminar sus maletas y volver al trabajo; Max no quería irse, no quería dejarme sola, y por sus antiguas palabras sabía que no le interesaba meterse en problemas si eso significaba que pasaríamos más tiempo juntos.

Pero a mí si me importaba, no podía dejarlo arruinar su inicio de temporada solo por un capricho de querer seguir durmiendo junto a él; a pesar de que ahora por las noches conciliar el sueño se me hacía mucho más complicado.

Asi que volvimos a las largas llamadas a distancia, él contándome su día y yo oyéndolo con atención pues mí rutina seguía siendo demasiado monótona como para verse interesante. Sí, tener a Lio conmigo traía consigo cierta distracción; pero las horas en las que me encontraba sola no podía hacer más que merodear por el vecindario o estar acostada en mi cama mirando un punto fijo de la ventana.

El 13 de febrero, una tarde que se parecía a cualquier otra, George llamó para invitarme a su fiesta de cumpleaños la cual haría en un bar del centro de Londres.

—Está bien si no puedes venir, ya sabes, por tu tobillo y eso— se apresuró a decir luego de darme el nombre del lugar con emoción, supongo que para que no aceptara por simple compromiso.

—Oh no, ya estoy bien— aclaré —No creo estar en el centro de la pista de baile pero nunca fui el alma de la fiesta.

—Genial, entonces te veré en dos días— pude adivinar que estaba sonriendo por su tono de voz, yo hice lo mismo pues desde aquel día en el hospital que no había visto a mí amigo.

—¿A quienes invitaste?— curiosee, sabiendo que probablemente varios pilotos estaban en aquella lista.

—Además de algunos amigos que no conoces, a todos— dijo —Quiero recibir mis veintitrés de la mejor forma, sabes, además Carmen insistió en organizar todo y ¿cómo podría negarme?

—Dile que ya quiero verla, fue tan amable la primera vez que nos vimos— pedí con emoción, la novia de mi amigo era realmente una increíble persona.

—Yo que soy tu amigo hace casi diez años ¿por qué nunca eres buena conmigo?— reprochó.

—Exactamente por eso, diez años soportandote no fueron nada fácil Russel— bromee y él imito mi voz con burla, haciéndome reír.

Pasar el día de los enamorados sola no era algo fuera de mi rutina, es decir, no había tenido compañía en dicha fecha en los últimos años y hasta había adoptado la algo tonta tradición de salir a cenar por mi cuenta con la excusa de "amarme a mí misma" tanto como alguien podría amar a su pareja.

𝘽𝙖𝙘𝙠𝙨𝙚𝙖𝙩 | 𝙈𝙖𝙭 𝙑𝙚𝙧𝙨𝙩𝙖𝙥𝙥𝙚𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora