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Allister estaba en la entrada del hotel, si no se equivocaba, t/n le dijo que estaba en la habitación 103, así que fue al ascensor, ya dentro tocó el botón del primer piso. Subió, y en el pasillo buscó el cuarto.
Se detuvo frente a la puerta que tenía el número 103 grabado en madera.

Con dudas tocó la puerta.

T/n la abrió.

—Hola—le saludó con una sonrisa.

—Ho-holas

—A delante, pasa—dijo la chica apartándose para que el chico entrase al cuarto.

Luego de que este entrase cerró la puerta.

—Al final has venido.—comentó ella yendo a sentarse en la cama. Allister se sentó en el suelo frente a ella. La chica soltó una débil risita—Ven, puedes sentarte aquí.—dio unas palmaditas a la cama a su lado.

—Oh... Vale...—se levantó del suelo y tímidamente se sentó a su lado.

—¿Cómo estás?—preguntó t/n.

—Pues... Bien ¿Y tu?

—Mejor, ya no estoy tan desanimada... Y ya no me duelen tanto las heridas.—dijo cerrando los ojos

—Eso está bien.

T/n sonreía bastante ese día, eso estaba bien, pero... Al chico se le hacia algo raro.

—¿Se-seguro que estás bien?—preguntó Allister para asegurarse.

Cuando t/n abrió los ojos podías ver esperanza.

—Si... He estado pensando... Lo he dejado atrás, ahora podré empezar una nueva vida aquí. Solo que no podré quedarme en el hotel para siempre. Podré buscar un trabajo o algo así...

—¡E-esta bien que pienses así!

—Vi un cartel de que se buscaba personal en el restaurante de enfrente, a lo mejor incluso voy a ver si... Si me contratan.

Allister parecía feliz por ella aunque la máscara no dejaba verlo.

—¡Genial!

—Tu me has animado, gracias.

—Oh, de nada supongo.—él se rascó la nuca algo cohibido.

T/n lo miraba feliz. Aunque según el chico, había algo raro en su expresión. Algo estaba mal.

—Bueno... ¿La semana que viene trabajas?—preguntó ella.

—No... La semana que viene le toca a Bea encargarse del gimnasio. A mi me toca la semana siguiente.

—Oh, ¿Por qué lleváis el gimnasio a medias?

—Porque tenemos que compaginar el trabajo con estudios y eso...

—Tiene sentido. Yo dejé los estudios hace algunos meses, cuando mi padre me obligó a hacer el desafío de los gimnasios...

—¿Por qué tu padre quería que lo hicieras?

T/n suspiró.

—Verás, mi padre hizo el desafío de los gimnasios cuando era joven. Derrotó a todos los líderes y se quedó en las semifinales del torneo. Y mi padre quiso que yo siguiera sus pasos. Pero yo no quería. Así que me obligó a hacerlo.

El pelinegro le puso la mano en el hombro a la chica.

—Pobre...—dijo. Ella tomó la mano que él había puesto en su hombro. Esto sobresaltó al chico.
Lo miró con una amplia sonrisa. Parecía que quería decir algo pero no sé atrevía a hablar—¿T/n?

La chica lo soltó y expulsó el aire que había estado conteniendo.

—Lo... Lo siento.

—No pasa nada.—Allister la miró. Tenía un ligero rubor en las mejillas.

Se quedaron en silencio. Entonces t/n sacó de su pokeball a cinccino.

Estuvieron jugando los dos con el pokémon por un largo rato hasta que el de la máscara miró la hora.

—¡Te-tengo que irme!—exclamó—Perdóname, le dije a mis padre que estaría en casa a las cinco... Y son las cinco menos... Dos minutos...

—¡Cinno!

T/n tomó en sus brazos a su pokemon.

—Oh... No pasa nada. Nos veremos otro día. Por mi puedes venir a verme cuando quieras, estaré aquí.

Allister sonrió tras la máscara. Se dirigió hacia la puerta.

—Está bien. Adiós.

Y desapareció tras la puerta.

La chica hizo la croqueta en la gran cama que tenía con el pokémon aún en brazos.
Por una vez se sentía bien.

Decidió ir al restaurante a ver si la contrataban.
Así que guardó a cinccino en su pokeball, se alistó y salió del hotel. No tuvo que caminar mucho, ya que el restaurante estaba en la otra esquina de la plaza.

Entró al restaurante y un empleado fue a atenderla.

—Hola, vengo por el anuncio de que se buscaba personal.—le dijo al empleado.

—¡Oh claro! Pero ¿No eres muy joven?

—Quizá, pero puedo servir aunque sea solo fregando suelos.

—De hecho para eso era el puesto. Deja que te llevo con nuestro superior.

El empleado la llevó a un cuarto solo para empleados en el que había un hombre en un escritorio viendo unos papeles.

—Miguel, está chica viene por el anuncio del puesto.—dijo el empleado con una sonrisa

El tal Miguel alzó la vista. Era una mirada ruda. Vió a la chica de arriba a abajo.

—¿No eres un poco joven?

—Eso le dije yo,—comentó el empleado—pero dijo que igual servía.

—Gracias Fernando, puedes seguir con tu trabajo. Ya me ocupo yo de ella.—y el empleado salió del cuarto— Bueno, como ya dijo Fer, yo soy Miguel, y soy el encargado del restaurante. ¿Cuál es tu nombre?

—Soy t/n, un gusto.

A Miguel le cambió la mirada, ahora era una vista amable.

—Genial t/n. Creo que podemos llegar a un acuerdo. Trabajarás de lunes a viernes, vas a limpiar el restaurante junto otro empleado para cerrar.

—¿A que hora?

—A las diez de la noche.

"Un poco tarde" pensó ella. Pero si quería trabajar debía hacer sacrificios.

—Me parece bien—dijo al fin.

Acordaron una paga algo decente.

—Empiezas pasado mañana, o sea el lunes.

—Genial.

Terminaron el acuerdo con un apretón de manos y un contrato.

T/n regresó al hotel con una sonrisa en la cara.

Las cosas por fin le iban bien.




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965 palabras

~Sus ojos tras la máscara~ Allister x tu [pokémon espada y escudo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora