One Shots ✴︎ Multifandom

Pablo Gavira 😈

Nochentera; Cute

Sofía's POV

Sábado noche 1980,
Tengo bebida fría en la nevera,
Luces neón por toda la escalera.

Me encontraba en casa de mi amiga Marta, a la que conocía desde que tengo memoria y una de las únicas personas que consideraba de mi entera confianza. Había decidido que una buena manera de comenzar el verano juntas era hacer una fiesta temática en su casa e invitar a medio pueblo.

Y yo no iba a perder la oportunidad de encontrarme con Pablo Gavira y comprobar por mi misma si el muy idiota seguía en sus trece de pasar completamente de mi.

– ¿Estás segura de que va a venir? – le vuelvo a preguntar a Marta, prima de Pablo y anfitriona de la fiesta.

– ¿Cuándo has visto a mi primo perderse una fiesta?

– Pero hay que venir disfrazado – le recuerdo, mientras acabo de colocar mi vestimenta de los años 80, que consistía en un pantalón corto ancho de colores y una camisa blanca atada en la cintura.

Toque de glitter, chupito de absenta.
Y me pongo pibón,
Por si esta noche pasa algo entre tú y yo.

– El muy aburrido vendrá sin disfraz – dice de forma obvia, conociendo a su primo–, pero vendrá. Pedri me lo ha confirmado.

Y claro, ambas sabemos que de ese cuarteto, el canario era el único del que podíamos fiarnos.

– ¿Ansu y Alejandro también vienen? – quiero saber. Vale que Pablo era mi objetivo a conseguir, pero que viniesen mis amigos catalanes solo mejoraría la noche.

Había conocido a los chicos en uno de los muchos viajes que Marta y yo habíamos hecho a Barcelona junto a Aurora para ver jugar a Pablo y ahora ambas podíamos decir que teníamos en la capital catalana un grupo de amigos de lo más pintoresco e inusual.

Gotas de dolce pa' que huela mejor.
Y se va calentando el ambiente.

Acompaño a Marta fuera de su habitación y escaleras abajo después de haberme perfumado y dejamos pasar a los primero invitados, que llegan algo temprano.

Era conocido en todo Sevilla que las mejores fiestas siempre venían de la mano de algún Gavira, así que no era de extrañar que tanta gente estuviese esperando por entrar a la casa de mi mejor amiga después de un buen rato de haber dado por comenzada la velada.

– Parece que esto va a petar – puntualizo, apenas podía moverme por la estancia sin tener que empujar a alguien o recibir un codazo.

– Cuanta más gente mejor – Marta me pasa un vaso con bebida y se prepara uno para ella misma también–, así, si mi primo te rechaza tienes más opciones.

– Si Pablo me rechaza no tendré ganas de ninguna de las demás opciones – sonaba desesperada y sí, quizás lo estaba, pero era una mierda conocer a un chico desde los seis años, apoyarlo, verlo marchar y triunfar, enamorarse de él y que él no te diese casi ni la hora.

Cuando le interesaba, claro, cuando al niño si que le apetecía era le más galán de todos.

– Yo sigo diciendo que lo tienes comiendo de la palma de tu mano – asegura mientras salimos de la cocina–, pero que el vivir tan lejos lo echa para atrás – es la teoría que llevaba manteniendo desde que teníamos 15 años y yo había confesado mi enamoramiento por su primo.