Capítulo 4: Intentando desarmar una bomba atómica.

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Igual corrimos peligro de que los cacharan. No sé, por último debimos saberlo nosotros que somos sus compañeros.

Franco y Laura tenían una pequeña discusión dentro del Titán acerca del secretismo de la relación entre dos de sus compañeros. Por norma general, las cuadrillas en donde se presentaban este tipo de situaciones eran disueltas en el momento, y a los responsables se les juzgaba y sancionaba. El pelirrojo era consciente de que Yovanka y Camilo la iban a pasar mal si alguien del Gremio se hubiese enterado de ellos. O peor aún, alguien del Depa.

—¿Sigues con eso? Córtala Franco, de verdad. Le dije a la Yova un montón de veces que tenía que por lo menos decirnos, pero yo no voy a andar de sapa tampoco.

—Independiente de eso, son cosas que no pueden volver a ocurrir.

Laura, la misma que fuera de las misiones no se inmutaba ni con una bomba atómica explotando a su lado, ya estaba molesta con la actitud de su compañero. Era el más viejo del grupo, por ende, el más experimentado, y había pertenecido a un grupo de mercenarios de élite, por lo que tenía conocimiento de causa acerca de lo que eran capaces los del Gremio. Aun así, para Laura dicha postura era una estupidez, porque sabía que el Gremio no lo iba a buscar ni iba a ser respetuoso en caso de desaparecer en alguna misión.

—Ya, como quieras. —Laura miró hacia atrás buscando a Vania para una conversación mucho más amigable. La más joven del grupo, como ya era habitual, se encontraba haciendo tareas en un cuaderno mientras miraba la pantalla de su notebook—. ¿Qué haces?

—Un organigrama del Gremio para el electivo de la U. También necesito armar un diagrama con las formas que adopta el maná. La Yova dijo que me iba a ayudar pero no creo que vaya a poder —dijo Vania sin despegarse de su tarea.

—¿Tienen electivo de adeptos?

—Sí po'. De hecho, "Comprensión del mundo adepto I" es obligatorio para los que trabajan en el Gremio. —Levantó la cabeza, pensativa—. Oye, ¿no que el Kevin también estudia ahí?

—Él nunca va a clases realmente. Si no fuera por don Héctor ya se habría echado la carrera. —Laura suspiró con un poco de resignación.

—Vania, yo te ayudo con lo del maná —reaccionó Franco ante las tareas de su compañera, ubicándose a su costado.

—¿En serio? ¡Gracias! —Los grandes ojos pardos de Vania brillaron en su rostro que apenas salía de la adolescencia.

A pesar de su frustración con él, Laura observó atentamente como su compañero de apariencia descuidada comenzaba a explicarle de forma calmada a Vania los principios del maná. Realmente demostraba tener la paciencia de un profesor, algo muy inusual en él, y Laura especulaba en su mente que lo de Camilo lo había sensibilizado a ese nivel.

—Mira, te voy a dar la misma explicación que me hizo la Yovanka para un curso que tuve que hacer hace tiempo.

Mientras hablaba, dibujó en una hoja limpia del cuaderno de Vania un bosquejo de un esquema que representaba a los distintos tipos de adeptos conocidos. Tal esquema estaba compuesto por un gran hexágono inscrito en un círculo grande, en donde cada uno de sus vértices se correspondía con los seis elementos. Al centro de todo, un círculo más pequeño, de un diámetro igual a la mitad del mayor, presentaba cuatro puntos que representaban a los tabúes de los adeptos.

 Al centro de todo, un círculo más pequeño, de un diámetro igual a la mitad del mayor, presentaba cuatro puntos que representaban a los tabúes de los adeptos

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Eterna, el universo elemental. Primer volumen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora