Capítulo 15: Como soldados de juguete

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—¡Néstor! ¿Estái bien?

—Harto mejor, jefa. Gracias...

Luego de haber acabado con Juan Bautista, ambos adeptos se dirigieron hacia el Corvette para escapar en dirección a la frontera por la vía que les había señalado Julieta Marchese antes de morir. Yovanka tomó el volante, mientras que Néstor, en el asiento del copiloto, se untaba con un ungüento especial que había preparado la bruja para cubrir temporalmente todo tipo de heridas, como las que el argentino manipulador de plata le había ocasionado.

La bruja tampoco se encontraba en un buen estado. Los delicados brazos de Emma Carrizo habían sido reemplazados por otros fornidos y trabajados, que además se veían bastante inflamados y casi púrpuras del desgaste físico. Por otro lado, aquel cabello corto y rojo se volvía cada vez más largo y claro. Yovanka se estaba quedando sin maná, y su apariencia volvía a ser la de siempre.

Los avisos con el decreto de Estado de Excepción en la provincia de Mendoza, gatillado a causa del atentado terrorista contra Bartolomé Sarmiento y un montón de ciudadanos, se esparcieron por la prensa argentina como el más voraz de los incendios. Las alarmas ensordecían el ambiente y los adeptos de la Cofradía presentes en la ciudad se disponían a fiscalizar a cualquier ciudadano —adepto o no adepto— que pudiera verse sospechoso. Sin embargo, aquello no ocurría en la población 12 de Junio, la más peligrosa de la ciudad y que se resistía tenazmente al Estado de Excepción. Los chilenos se estacionaron ocultos, esperando una abertura entre el enfrentamiento que tenían los adeptos de la villa contra los efectivos de la Cofradía.

—¡¡¡Amigos de la gorra, la puta que los parió!!!

Un adepto de jockey vestido con shorts y una camiseta de Godoy Cruz estalló entre medio de unos efectivos de la Cofradía quienes, si bien alcanzaron a defenderse, no se salvaron de la andanada de materiales de construcción y proyectiles elementales que les fueron lanzados desde el corazón de la villa. Luego de unos minutos, el adepto de gorro emergió entre una cortina de humo, intacto, y dirigió un nuevo ataque hacia las fuerzas de la Cofradía, que retrocedían llamando refuerzos.

—Jefa, ¿qué hueá está pasando acá?

—No sé y no quiero quedarme a saberlo, tenemos que irnos ya.

—¿Y después qué? Ahora es cuando probablemente nos tirarán a todo lo que tienen.

—Por eso desde acá nos vamos directo a la frontera, no pararemos. Tenemos que enfocarnos en escapar, ¿me escuchaste?

Néstor miró a su compañera con una determinación absoluta. A pesar de todo lo que estaban viviendo, el adepto estaba emocionado. Kevin se iba a morir de envidia cuando le contara lo que pasó.

—¡Jefa, toma mi mano!

—¿Ah? —Yovanka, algo confundida, hizo caso a la instrucción—. ¿Para qué?

La apariencia de la chilena volvió a ser la de Emma Carrizo. Su compañero le estaba compartiendo parte de su maná, algo que preocupó a Yovanka.

—¡Pero Néstor! ¿Te queda maná?

—Harto aún. Jefa, tenemos que mantener las apariencias hasta el final, y te necesito manejando... ¿Tus brazos y piernas te duelen?

—Más que la chucha, pero gracias a ti el dolor es más pasable. Gracias.

Ambos se dieron un saludo de manos, como si fuesen amigos de toda la vida.

—¡¡¡Nuestra cuadrilla nos espera, hueón, vamos!!!

—¡¡¡Sí!!!

Determinados, avanzaron a toda velocidad por el precario barrio, esquivando las protestas y entrando a toda velocidad a la pampa que colindaba con el sector. Detrás de ellos, tres poderosos adeptos seguían la pista del misterioso Corvette negro.

Eterna, el universo elemental. Primer volumen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora