Capítulo 8: La estrella más brillante.

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En poco tiempo, la situación en los alrededores del Parque Comunal se había vuelto absolutamente caótica. Los no adeptos, quienes habían atestiguado los hechos con mera curiosidad, ahora huían despavoridos de lo que acababan de presenciar: un demonio de fisionomía femenina que apareció repentinamente en el arrebol del atardecer había asesinado en una fracción de segundo a decenas de personas.

—¡¡¡Van Treek!!! ¡¡¡¿Dónde está Francisco Van Treek?!!! —Una gutural voz femenina rugió tras el rostro del demonio.

La respuesta brindada por militares y fuerzas del orden consistió en una potente ráfaga de armas de fuego, entre las que destacaban los fusiles de asalto y explosivos de distinto tipo. Tal ataque acción fue inútil, pues una vez que se despejó la densa nube de humo que cubrió al demonio luego del ataque, los soldados pudieron confirmar que las balas de los fusiles se derretían y los explosivos detonaban antes de impactar, producto del intenso calor que emitía tal ser. El oficial al mando no tardó en dar la voz de alarma.

—¡¡¡Retirada!!!

La cuadrilla de adeptos, luego de esquivar el meteoro que acabó con Araneda, se reagrupó cerca de la escena, presenciando el intento de los no adeptos de dañar al demonio. Aunque Yovanka, su capitana, estuviese en camino, debían actuar rápido y por su cuenta para evitar más bajas civiles.

—¡Néstor, Vania! ¡Sigamos con el mismo plan para contener las llamas mientras llega la Yova! —Franco miró a Laura—. ¡Vamos!

—¡¡¡Sí!!! —el grupo asintió al unísono.

Antes de que el demonio pudiese atacar a los militares, los mayores de la cuadrilla se lanzaron al ataque. En ese mismo instante, Néstor comenzó a acumular aire en sus manos, buscando generar una esfera de viento lo suficientemente poderosa para contener las llamas. Vania se quedó junto a él, y le puso sus manos en la espalda, traspasándole así parte de su maná para que no se agotase. Franco, a toda velocidad, avanzó por las sombras del lugar hasta acercarse lo suficiente al demonio como para cortar su cuello, pero a pesar de que logró alcanzarlo, el pelirrojo se vio obligado a retroceder, tosiendo con fuerza. Se dio cuenta de que el corvo recubierto de maná que utilizaba para atacar se derretía en sus manos y que el calor dificultaba su respiración al acercarse

—¡Hace demasiado calor cerca de esa hueá! — arrojó el cuchillo lejos suyo—. ¡Las armas no sirven!

—¡Usa el domo de oscuridad! ¡Yo te cubro!

Laura transformó su brazo izquierdo en una espada de cartílagos y se lanzó a atacar al monstruo. Era la más tolerante al dolor de la cuadrilla, por lo que pensó que podría mantenerlo a raya, pero la temperatura de la zona y el potente calor que emitía el demonio hacían que golpearlo fuera como luchar dentro de una enorme fundición minera, lo que terminó por superarla. El monstruo intentó responder con chorros de llamas, pero estas siempre eran interceptadas por Néstor y su esfera de aire, la que no paraba de crecer.

—¡¡¡Ya!!!

El pelirrojo volvió a proyectar la zona de oscuridad que había creado antes contra la Legión de Fuego, pero esta vez cualquier intento por oscurecer la zona fue interrumpido por una intensa explosión de calor emanada por el demonio, que rugía con furia, dirigiendo su atención a la cuadrilla.

—¡¡¡Franco no hay tiempo, hay que evitar que ataquen al Néstor!!!

—Sí, ¡vamos!

8.2

—Illich, buena suerte.

—¡Gracias, Jacob!

Yovanka se lanzó desde la camioneta del oficial en dirección al Parque Comunal, esquivando autos y testigos que habían pasado de la curiosidad al espanto cuando aquel demonio bajó de los cielos, como si de un ángel de la muerte se tratase. De camino logró divisar a un equipo de prensa que intentaba informar acerca de los hechos, por lo que se acercó con prisa y le arrebató el micrófono al periodista, delante de la cámara e interrumpiendo su despacho.

Eterna, el universo elemental. Primer volumen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora