Tierras de los Vecci.
El pánico que cundió durante algunos días en la familia Vecci había desaparecido, pues habían podido recuperar a Rompefila y no serían castigados por la matriarca. Sin embargo, había un problema: el dragón estaba triste y no quería comer nada de lo que le dieran.
—¡¿Y ahora cómo vamos a solucionar esto?!
—Parece que se encariñó con la cabra que se lo robó... Na' que hacerle, esperemos que la nona pueda hacer algo.
—Prepárense entonces, porque viene llegando. —María Vecci miró hacia el cielo ante una gigantesca presencia de maná que caía a toda velocidad desde el cénit.
Tal presencia de maná era un gigantesco dragón negro que se precipitó contra el suelo, levantando una densa nube de polvo y haciendo temblar todo el lugar. Los testigos se estremecieron ante la escena.
—¡¡¡Cof cof!!! —La voz de una mujer se escuchó tosiendo bajo la nube de polvo—. ¡¡¡Zulema, te dije que no cayeras tan fuerte!!!
—¡Usted no me indica cuando frenar, sita Francisca! ¡Después se enoja porque me paro!
—¡Ya, aleja la nube mejor!
Una intensa ráfaga de aire despejó la nube de polvo, ensuciando a los testigos. Los Vecci vieron entonces a una inmensa mujer de más de dos metros de alto, de una cabellera negra tomada en una larga cola de caballo, que llevaba un gran abrigo de piel marrón con ropas del mismo color, un brillante amuleto color esmeralda colgando de su cuello, y unos ojos negros que se volvían parpadeaban de colro verde ante el intenso maná que despedía. Detrás suyo, caminaba una baja mujer morena, de pelo corto y apariencia juvenil, con un vestido rosa debajo de un abrigo de piel color castaño y una joya similar a una llave colgando de su cuello. La tierra temblaba ante el paso de la adepta, ya que se trataba de Francisca Vecci, líder de la familia, quien iba escoltada por Zulema Catrileo, su mano derecha y nodriza del clan.
—¡Nona! —María Vecci se acercó a la matriarca, sonriendo—. ¡Qué bueno que por fin llegaron, pudimos recuperar al Rompefila!
La matriarca y su escolta se miraron extrañadas, como si no supiesen de qué les estaban hablando.
—¿Se les perdió el Rompefila? —Francisca puso su mirada sobre el joven dragón, al que no le había prestado atención—. ¿Y cuándo?
Los huasos y María se miraron estupefactos.
—¡¿Cómo?! —María se alteró—. ¡¿No vino por eso?!
—En realidad no. Pero si se les perdió que bueno que lo pudieron recuperar, aunque no se ve en muy buen estado de salud. Zulema, anda a verlo.
—A su orden.
—¿Y por qué vino entonces?
—Mi maestra me convocó.
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Eterna, el universo elemental. Primer volumen.
FantasyChile, 2014. Atentados terroristas, desastres naturales, crisis de credibilidad en el Estado y las fuerzas del orden. La nación lleva más de un año siendo azotada por una serie de desgracias provocadas por los adeptos, personas con la capacidad de...