Capítulo 21: Lágrimas del bosque

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Bosque de Pelluhue.

La lluvia había cesado y Yovanka ya podía mover con normalidad la pierna, aunque no la tenía recuperada totalmente, por lo que debía recibir apoyo permanente de Foda y Lupo. Los cuatro adeptos avanzaban por el bosque caminando cerca uno del otro, de forma acelerada y haciendo el menor ruido posible. El sol se movía lento en el cielo, pero ya faltaba poco para que oscureciera.

—¿Nos iremos a topar con ellos de nuevo? —La bruja le susurró a Néstor al mismo tiempo que miraba a su alrededor.

—Podríamos asegurarnos preguntándole a alguno de sus soldados. —Néstor observó el camino por delante con suma atención—. ¿Trajiste elixir?

—Sí.

—Bien. Foda, Lupo, vamos a capturar a uno.

—Pensé lo mismo. —La pelirroja miró a su compañero del Depa—. No podemos arriesgarnos a toparnos con Swain y la adepta que hirió a Oráculo.

El grupo escuchó un ruido, por lo que se frenaron y escondieron en la vegetación. Un par de guardias con pasamontañas pasaron a unos metros de los adeptos, portando armas y montados en vehículos. Iban con prisa, por lo que no se dieron cuenta de la presencia de ellos.

—¡Ahora!

Se movieron con rapidez aprovechando el sonido provocado por sus adversarios. Saltaron con prisa por las copas de los árboles, esperando no ser detectados por los soldados que, en grupos de tres, se movilizaban en la misma dirección.

—¡Jefa! ¿Estái viendo?

—Sí, no me gusta. ¡Apurémonos!

Avanzaron sin problemas por el bosque hasta que vieron cómo al frente de ellos emergía el cerro con la gigantesca antena encima de él, como si de un espejismo se tratase. Se acercaron sigilosamente a la entrada por la que había ingresado la bruja en el pasado, y vieron dos guardias custodiándola, por lo que los adeptos se frenaron para preparar el ataque. Foda sacó una cámara de su bolsillo con la que comenzó a proyectar maná. Tomó una fotografía y revisó la pantalla digital del aparato.

—Bien, estos cabos llevan tiempo trabajando. Son fornidos, pero no están en buen estado de salud, caerán ante un ataque rápido. —La pelirroja miró a los hombres del grupo—. ¿Listos?

—Sí. —Ambos asintieron.

Al instante, Néstor se colocó detrás de uno de los guardias, golpeándole su espalda y sacándole el aire del cuerpo, dejándolo inconsciente. Al mismo tiempo, Bosco mordió los talones del otro guardia y Stefano fue directo al cuello, pero sin herirlo de muerte. Una vez reducidos, Yovanka los amarró con sus círculos de ramas, los alejaron de la entrada y los dejaron a un costado de una araucaria cercana.

—¡¿Pero qué...?! —El guardia consciente intentó gritar, pero fue interrumpido por la bruja que lo obligó a beber del elíxir.

—¿Quién es la mujer que acompaña a Enrique Swain?

—Su nombre es Consuelo... Consuelo Zañartu... No sé más de ella.

—¿En qué parte de la base están? —La bruja había escuchado ese nombre antes, pero no recordó donde.

—No están... Zañartu tuvo una discusión con Swain. Salieron de la torre y no han vuelto.

Yovanka miró a su equipo, quienes reaccionaron con sorpresa y también un poco de alivio. Si ese par de monstruos no estaba, y había soldados movilizándose, significa que el lugar tendría menos defensa de la que pensaron.

—Bien. —Yovanka miró a Néstor—. Oye, ¿cuál es tu nombre clave? Nunca me lo has dicho.

—Tifón... —respondió con un poco de vergüenza.

Eterna, el universo elemental. Primer volumen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora