Steve pudo sentir la respiración agitada del castaño. Estaba tan cerca.
Avanzó un poco más.
«No está alejándose» pensó Steve sin dejar de mirar al contrario. Después de mucho tiempo, la adrenalina recorría su cuerpo entero con solo imaginar las posibilidades de poder tocar a Tony.
Podría besarlo en ese mismo instante.
—No... no lo hagas. —susurró Tony con la voz ahogada ante la cercanía.
Los ojos de Steve estaban clavados en el castaño, brillantes y deseosos.
—¿Seguro? —preguntó rozando su nariz contra la de Tony—. ¿Estás seguro que no? —volvió a preguntar, bajando la mirada para ver cómo seguía abultado el pantalón del castaño—. Tu cuerpo me dice lo contrario.
—Yo... no lo sé. —balbuceó Tony, cerrando los ojos.
Steve sintió que era su oportunidad de probar los apetecibles labios de la persona que lo había estado cuidando con tanto ahínco.
Nunca se había sentido tan ansioso.
«Mierda, me está volviendo loco» pensó, cogiendo con ambas manos el rostro de Tony para guiarlo hacia su boca. Podía sentir el cálido aliento del castaño y como abría ligeramente los labios.
Iba a besarlo.
—¡Papi, las hamburguesas se están...! —llamó la voz infantil de Harley entrando como un torbellino al cuarto de baño—. ¿Papi? —preguntó viendo la escena.
Steve había sido suficientemente rápido en reaccionar para alejarse y coger una toalla, tapando su desnudez antes de que el niño pueda verlo.
No obstante, Tony seguía en el mismo lugar con los ojos entrecerrados.
—¡Papá! —llamó Harley sacándolo de su ensoñación—. ¡Te demoraste mucho! ¡Las hamburguesas se están quemando!
El castaño reaccionó con vergüenza y cayó en cuenta de que había dejado la cocina prendida.
—¡Rayos, lo olvidé por completo! —exclamó Tony caminando con rapidez y mirando de reojo a Steve—. Arriba de la repisa hay un botiquín de primeros auxilios. Cámbiate el vendaje, por favor. —dijo señalando sus heridas, antes de salir.
Steve asintió, observando como desaparecían por las escaleras y se aguantaba la frustración que sentía en esos momentos.
Había estado tan cerca.
La comida había transcurrido con bastante normalidad, demasiado tranquilo para el gusto de Steve. No obstante, un pequeño detalle lo tenía intranquilo.
Tony rehuía de su mirada.
«Quiero estar a solas con él» pensó Steve suspirando y recordando la escasa distancia en la que habían estado sus labios. ¿Por qué no dejaba de pensar en ello?
—No cocino tan mal, de verdad. —murmuró el castaño levantando los platos de la mesa—. Hoy solo tuve un descuido, lamento que te hayas tenido que comer esto.
—Estaba bueno. —respondió levantándose de igual manera—. La comida casera es como un privilegio para mí.
—No exageres. —dijo Tony mirando a otro lado.
«No es mentira, solía comer barras energéticas por semanas» pensó Steve, acercándose al castaño cuando Harley se escapó de la mesa porque había terminado de comer.
Se encontraban solos.
—Tony...
—No quiero que me malinterpretes. —cortó el castaño, volteando a verlo directamente—. Tengo un hijo y estoy tratando de criarlo sin ayuda de nadie. —suspiró con un poco de estrés—. ¿Lo entiendes? No estoy buscando un amorío de unos días. —explicó con firmeza—. Así que no vuelvas a acercarte a mí con otras intenciones, por favor.
Steve se quedó paralizado.
Era la primera vez que alguien lo rechazaba con tal determinación y valentía. Mayormente, la gente a su alrededor estaba tan aterrada cómo para responderle. No obstante, para sorpresa suya, no sé sintió molesto u ofendido.
Tenía razón.
Pronto se iría y jugar un rato con el buen hombre que lo había ayudado, lo haría sentirse aún más despreciable de lo que ya era. No iba a hacerle daño a una persona como Tony.
No quería, ni deseaba hacerle ningún mal.
—De acuerdo. No volverá a pasar. —respondió después de unos minutos.
«Aún así, no quiero dejar de verlo» pensó viendo cómo Tony volvía a sonreírle y terminaba de recoger los platos.
—¡Papá! —llamó Harley volviendo a entrar un montón de cd's en las manos—. ¿Podemos ver una película?
—¿Con dulces y palomitas? —propusó Tony aceptando su idea.
—¡Sí! —chilló con emoción y yendo hacia el rubio que los observaba—. ¿Qué quieres ver? ¿Dibujitos animados? Puedo mostrarte mi película favorita a cambio de que me des tu porción de dulces.
Steve asintió sin entender, viendo cómo el menor lo abrazaba de la cintura y lo miraba expectante.
Sin saber el porqué, acercó su mano con lentitud hacia la cabellera castaña del niño y acarició con extrañeza los mechones marrones, viendo la reacción alegre en el rostro del menor.
«Se siente bien» pensó, sorprendido.
—Le gusta que lo mimen. —mencionó Tony a su lado con una sonrisa enternecida.
Steve lo observó y supo que habían muchas cosas hermosas en el mundo, pero aquella sonrisa era lo más bello que había visto.
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Inverno
FanfictionEn una fría noche de los días de invierno, Steve está lastimado, traicionado y sin motivos para seguir luchando. No obstante, es encontrado por un pueblerino junto a su hijo que le ofrecen refugio para su impasible corazón. Historia corta, publicad...