Capítulo catorce.

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Los rayos de sol se filtraban por la ventana.

—¡Buenos días, Harley! —saludó Tony con ánimo y una bandeja de comida en las manos—. ¿Cómo estás, cielo?

—¿Dormiste bien? —preguntó Steve a su lado, analizando hasta el mínimo detalle en el menor.

Los ojos grandes y risueños de Harley, miraron con sorpresa la escena. Había olvidado por completo el mal sueño que estuvo teniendo hace solo unos segundos y con cuidado se levantó con una nueva sonrisa dibujada en el rostro.

—¿Es mi cumpleaños? —preguntó confundido y feliz.

Veía tantos dulces junto a su bebida favorita.

—¡Chocolate caliente y malvaviscos! —exclamó emocionado, alzando los brazos—. ¿Qué celebramos, papi? ¡Te has confundido, hoy no cumplo años!

Tony negó la cabeza con una sonrisa.

—Eres un niño muy fuerte. —dijo tocando su frente y notando que ya no tenía fiebre—. ¿Ya te sientes mejor, cielo?

—Sí, papi.

El castaño volteó a ver a Steve con alivio.

Habían pasado la mayoría de la noche, pendientes al malestar del pequeño y como sufría entre sueños debido a la fiebre. No lograron dormir por la preocupación de que empeore su situación, no obstante Harley ahora parecía estar mucho mejor.

Tony se recostó en el hombro del rubio con más tranquilidad y sintió los brazos de Steve rodearlo con protección.

Se sentía tan completo.

—¿N-No van a comer, ustedes? —preguntó Harley con la boca llena de dulces.

—Deberías comer algo, Tony. —indicó Steve a su lado—. Tampoco has desayunado.

El castaño asintió con una sonrisa, teniendo una idea en mente y jalo al rubio hacia la cocina.

—Ahora volvemos, Harley.

—Okey, papi. —asintió el niño ensimismado en su comida.

Steve alzó una ceja, viendo cómo el castaño lo llevaba hasta el lado de la cocina que no sé podía ver desde afuera.

Al instante, sintió los labios de Tony sobre los suyos.

—Gracias por estar a mi lado. —murmuró Tony de puntillas para estar a su altura—. Te has vuelto un apoyo para mí, Steve.

«Mierda. Es tan lindo» pensó, tomándolo de las mejillas y atrayendo sus bocas para besarlo con intensidad. Sus labios se movieron con habilidad, succionando los contrarios e ingresando su lengua.

Pudo sentir como Tony se derretía en sus manos.

Con cuidado, levantó el cuerpo del castaño encima de la pequeña mesa.

—¡Ah! —jadeó Tony al sentir las manos de Steve meterse debajo de su ropa.

—Shhh, Harley nos puede escuchar. —susurró el soldado en su oído, acomodándose en el medio de las piernas del castaño y volviendo a besarlo.

El ambiente comenzó a calentarse.

Tony soltaba pequeños suspiros cuando los dedos traviesos de Steve recorrían su piel desnuda, buscando más contacto. Quería más.

—¡Papá! ¡Hay personas afuera de la casa! —gritó Harley llamando su atención.

Steve gruñó y se separó con mal humor cuando el castaño se separó de sus brazos.

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