Capítulo diecinueve.

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POV Bucky

A veces, su estado de consciencia se apagaba como una vela al ser soplada con demasiada facilidad.

Lo odiaba muchísimo.

El día que el Capitán Hydra fue señalado cómo un traidor en la Organización por las conexiones que tenía dentro de ella, siendo en una amenaza para la jerarquía del lugar. ¿Dónde había estado? No lo recordaba por mucho que lo intentará.

En el momento que recuperó la consciencia, el Capitán Hydra había escapado sin mirar atrás.

Un sentimiento de abandono se enraizó en su pecho.

Ambos soldados, habían sido criados lado a lado. Sobreviviendo por años en la Organización y compartiendo los días duros en silencio pero, con la compañía del otro. Steve Rogers, el temible y respetado Capitán Hydra, podía considerarse cómo su único compañero y camarada de vida.

Pensaba que podían ser iguales.

Sin embargo, Steve había dejado la Organización y él no. Aunque, decían a voces que había muerto en algún rincón del planeta. Sabía perfectamente que no era verdad.

Ahora, era libre.

«Ya no es como yo» pensó, extrañamente aliviado. Había sido dejado atrás, pero poco le importaba.

Siempre fue la sombra de otros, actuando en la oscuridad sin tener ninguna identidad. Solamente existiendo para cumplir órdenes e imaginar que llegaría a seguir vivo para la mañana siguiente. ¿Llegaría un día donde también sería libre como Steve? Parecía tan lejano e imposible de creer.

Se había rendido hace un tiempo.

—Ya estamos listos. —avisó un hombre, sacándolo de sus pensamientos—. Recuerda tu misión, Soldado del Invierno. Quédate en la retaguardia, hasta que te avisemos cuando actuar. —ordenó con autoridad.

Bucky asintió de forma automática.

La Organización Hydra iba a arrebatarle la libertad a Steve nuevamente, ahora que habían descubierto que seguía vivo gracias a un rastreador y unas señales de oficiales de un pueblo lejano por un hombre con la descripción parecida a Steve. Aún cuando no tenía sentido alguno el hecho de creer que podrían hacerle frente al Capitán Hydra.

Lo conocía a la perfección y lo estaban subestimando.

No obstante, tenía que fingir seguir las órdenes para qué no volvieran a usar las palabras de activación y someterlo por completo.

Está vez, tenía que ayudarlo.

.

.

Estaba en la zona más alejada del perímetro.

A su lado, había una carretera que conducía a un pueblo pequeño. En medio de la noche, Bucky actuaba en solitario como era de costumbre con el rifle en sus manos, esperando pacientemente a la señal de sus superiores.

Estaba ansioso por ir al frente.

—... papá. —lloriqueó en tono bajo la voz de un niño—. No quiero irme, no quiero dejarlo.

Bucky acomodó el arma entre sus brazos.

Los pudo ver con más claridad cuando salieron del bosque, bajando con cuidado del pequeño monte dirigiéndose a la carretera.

Un hombre y un niño.

«Civiles de los alrededores» pensó. A pesar, de que había una distancia prudente entre ellos, escuchaba a la perfección los sollozos de un hombre que avanzaba con un niño en brazos.

InvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora