Capítulo trece.

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Una repentina opresión en el pecho lo envolvió, al caer en la realidad.

Steve se obligó a mover su cuerpo de forma automática hacia la casa. Sus pensamientos estaban ofuscados con toda clase de situaciones que podían haber sucedido. ¿Un niño como desaparecía de las afuera de su hogar? ¿Se había perdido o una fuerza externa se lo había llevado?

Ingresó a la sala, buscando frenéticamente cualquier objeto que pudiera usar como un arma.

«Harley no sé alejaría de su papá» pensó convencido, cogiendo un hacha y tirando las demás herramientas al suelo con estruendo.

Estaba muy alterado.

—¿Steve...? —preguntó una voz somnolienta.

El mencionado no quiso alzar la mirada para verlo. Sabía perfectamente quién era el principal culpable por el descuido de la vigilancia de Harley. Sus propios deseos lo habían cegado.

—¿Fuiste a ver a Harley? —preguntó Tony bajando las escaleras con pereza—. Perdí la conciencia por unos minutos, que vergüenza.

Steve tensó la mandíbula.

—Lo encontraré. —musitó apretando el mango de madera y cogiendo una chaqueta para salir—. Quédate en casa.

El castaño ladeó la cabeza sin entender y lo detuvó del brazo sintiendo un horrible presentimiento al escuchar sus palabras.

—¿Dónde está Harley? —preguntó mirándolo de forma insistente—. Por favor, dime qué sigue afuera.

Steve frunció el entrecejo y negó con la cabeza.

Al instante, escuchó como la respiración de Tony se iba agitando y sus latidos se aceleraban. En esas temporadas de invierno era muy peligroso que un niño no se mantenga en casa, peor aún por tantas horas.

—Lo encontraré, lo prometo. —dijo saliendo del agarre.

Tony corrió escaleras arriba, dispuesto a cambiarse e ir a buscarlo también.

«Mierda, puedo escuchar sus lamentos» pensó Steve cerrando los ojos y alejándose para dejar de oír como el castaño lloraba desconsoladamente y se recriminaba por dejar solo a Harley.

La nieve había dejado de caer.

El ambiente era silencioso y sombrío. A unos metros de la vivienda, comenzaban una gran variedad de árboles que rodeaban la casa como si intentarán ocultar su existencia. Las copas, llenas de ramas y hojas estaban cubiertas por un manto de nieve.

Steve respiró profundamente, concentrando su mente y cuerpo para actuar.

Había hecho un reconocimiento de área hace unos días, tenía que tomar ventaja al espacio en el que se encontraba. ¿No había huellas? Buscaría otra manera de encontrarlo.

Lo haría sin lugar a dudas.

  

[...]

Pronto iba a anochecer.

Steve volvió a mirar la infinidad de vegetación a su alrededor sin encontrar ninguna diferencia. Había recorrido todo el perímetro del bosque.

El revoltijo en su pecho se hizo más fuerte.

No había indicios que la Organización había llegado al lugar. Conocía muy bien su manera de operar y no había encontrado ninguna pista que le afirme que Hydra se había llevado al niño.

Sin embargo, Steve no podía pensar con claridad.

«Se lo han llevado» pensó apretando los puños y rechinando los dientes con fuerza. La imagen mental de Harley sonriendo, no lo dejaba tranquilo.

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