Capítulo nueve.

2.6K 329 4
                                    

Siempre había sido un excelente cazador.

«Se encuentra solo» pensó Steve en la esquina del comedor mientras observaba una figura que se movía por la cocina a tempranas horas de la mañana. En silencio comenzó a acercarse como si estuviera a punto de atrapar una deliciosa presa.

Anoche los habían interrumpido.

Ni siquiera pudo reaccionar de mala manera porque Harley era la personificación de inocencia ante sus ojos y tuvo que volver a dormir, ocultando una maldita erección en sus pantalones.

Sin embargo, en esos momentos Tony estaba a unos pocos metros de distancia y solo.

—Buenos días. —saludó con la voz ronca, acercándose para abrazarlo por detrás y pegar sus cuerpos—. ¿Cómo amaneciste, Tony? —preguntó a su oído.

Pudo sentir como el cuerpo del contrario temblaba ligeramente por la sorpresa.

«Me gusta esa reacción» pensó Steve colocando sus manos en el pecho del castaño y moviéndose suavemente.

—¿Qué harás de desayuno? —susurró con la voz cargada de deseo, viendo cómo Tony se aferraba al filo de la mesa—. Te ves delicioso por las mañanas.

«Quiero comerte a ti» pensó Steve pegando aún más sus cuerpos y presionando su creciente erección en el trasero del contrario.

—Steve... —llamó Tony a penas, girando el rostro para verlo con las mejillas encendidas.

El mencionado se acercó para unir sus labios en un beso caliente y profundo. Sus lenguas se tocaron rápidamente, moviéndose en círculos y sintiendo la exquisita fricción de sus cuerpos al rozar.

Steve simuló embestidas sobre la ropa, escuchando los ahogados gemidos en la boca del castaño.

Quería follarlo en ese mismo instante.

No obstante, pudo sentir como unas pequeñas pisadas iban hacia la cocina con torpeza. Steve arrugó el entrecejo, reprimiendo su frustración y alejando al castaño en el acto.

«Mierda, mierda, mierda» pensó apretando los dientes y volteando a ver cómo entraba al lugar un niño con una cobija en las manos.

—Buenos días, papá. —saludó Harley somnoliento—. Buenos días, Steve.

El mencionado suspiró y repentinamente su ira fue reemplazada por un poco de decepción, aceptando la situación. No iba enojarse con un niño que ignoraba por completo las ganas que tenía por follarse al padre.

No podía molestarse.

—H-Hola, Harley. —respondió Tony con la respiración agitada y acomodándose la ropa con disimulo—. ¿Qué quieres de comer, cielo?

«A ti» pensó Steve mirándolo fijamente.

—Unos panqueques, por favor. —pidió con una sonrisa y yendo hacia Steve para acomodarse a su lado—. ¿Hoy cortaremos leña de nuevo, Steve? Prometí mejorar.

El mencionado dirigió su mirada en el infante y vio los ojos chocolates que lo miraban con un brillo peculiar, llenos de admiración.

«De verdad no puedo molestarme contigo» se dijo, acariciando la cabellera de Harley.

—Vamos a comer y luego ya vemos. —dijo Steve tomando la mano del niño para llevarlo al comer.

Observó de reojo como Tony les sonreía con cariño.


Luego de unas horas, Steve siguió con lo prometido y estuvo ayudando a Harley a que pudiera dar un corte con más fuerza en la madera.

InvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora