CAPITULO DIECISIETE

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Narra Kojiro:

Miraba impactado a mí entrenador y compañeros.
¿Fingir mí muerte?
¿¡Acaso estaban locos!?

-no no no
-decia mientras negaba con la cabeza.
-¿Que va a decir mí madre? ¿¡Y mis hermanos!?

-dificil saberlo si ya no están

-escuche comentar entre susurros a unos de mis compañeros que se encontraban más al fondo. Tome aire ondo tratando de tranquilizarme, no quería largarme a llorar, no enfrente de ellos.

-tch
-dije en respuesta algo dolido. La cruda realidad apesta.

-suspira el entrenador.
-entiendo como te sientes.
-dijo con resignación.
-pero es lo único que nos queda Kojiro, sería mucho más raro que de la nada te transformaras en un niño

-¿¡Y que va a pasar conmigo!?

-l-luego veremos...
-desvio la mirada, era más que obvio lo que se tramaba.

-ja! Siii, manden al huérfano al orfanato, total a quien le va a importar!

-Hyuga...es todo lo que nos qued-

-¿Y decir la verdad?
-interrumpi.

-perjudicaria a la Selección

-¿¡Y acaso mí muerte no lo haría!?
-empece a llorar. Ya no podía aguantar más las lágrimas.

-es...diferente

-si como no
-sentencie por último antes de salir del comedor, repleto de ira. Mientras me secaba las aquellas gotas saladas.

Salí caminando sin rumbo fijo, solo queria alejarme de ellos. Todos estaban locos, preferían mí muerte antes que darle mala imagen a la institución.

-fuck
-susurre bastante enojado.

-hey, hey ¿Que paso?
-me pregunto Genzo, que no se en qué momento apareció.

-queti

-solte sin mirarlo o detener mí paso.

-¿Queti?

-queti...mporta!
-replique por último antes de irme.

Luego de una larga caminata sin destino me decidí por ir a mí habitación a encerrarme. Quería volver a ver esas espeluznante penumbras, las cuales en algún momento atrás llegaron a consolar mis penas.

 Quería volver a ver esas espeluznante penumbras, las cuales en algún momento atrás llegaron a consolar mis penas

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Narra la narradora:

Kojiro llevaba horas encerrado en su cuarto, tanto que ya casi era hora de cenar.
Había trabado cada puerta y ventana, no quería ver a nadie y se aseguró de eso.
Todo ahí adentro se encontraba en tranquila oscuridad, a excepción de unos murmullos que acechaban desde afuera, los cuales lo incitaban a salir.
Pero el moreno era fuerte, y hacia oído sordo ante ellos.


-vamos Kojiro sal!

-hablemos...

-ven a comer un poco aunque sea

Era lo que se escuchaba mayormente.

-desgraciados
-les susurraba Hyuga a modo de liberar tención. La cual apareció tran pronto ellos lo hicieron.

Todos los sonidos que venían de afuera eran tan poco originales, ya que no variaban el palabrerío.
Siempre las mismas frases.
¿En serio querían sacarlo de ahí?
¿O solo asegurarse de que no saliera?

Pues todas las personas ahí afuera paradas llevaban gritando  casi el mismo tiempo que él lleva encerrado. Y ninguno parece haberse dado cuenta de que un simple "sal" no lo iba a sacar.

-Kojiro

Está vez se escuchó una voz distinta a las otras que callo a las anteriores. Era una mucho más irritante pero razonable y con mayor intelecto.

-se que estás enojado
-empezo a decir. El moreno rodo los ojos ante esto, no era muy difícil no darse cuenta.
-y también se que una parte de ese enojo es culpa mía
-continuo hablando, logrando así tener la atención del actual menor.
-yo fui una de las causas de tu encogimiento, también mentí acerca de por que me pegaste, no hice nada cuando te ignoraron, tome tu lugar en la máquina, y probablemente muchas otras cosas más, pero...
-el chico toma aire.
-aunque no pueda redimir mis errores, trataré no cometer más. Así que por favor Kojiro, sal, come un poco, hablemos sobre la situación tomando en cuenta más que nada TU opinión y por último veamos bien donde te vas a quedar, yo me ofrezco como tutor.
-finalizo.

El pequeño tigre al escuchar todo esto no pudo evitar conmoverse, era la primera persona en todo el equipo que parecía no querer echarlo a su suerte.
Lentamente, Hyuga se levantó de su cama, y algo vacilante se acercó a su puerta.
Con un movimiento dudoso la entre abrió, permitiendo así ver un pedacito de su cara y cuerpo.

Tsubasa, el chico que hablo todo el ese milésimo de tiempo, se arrodilló ante el e hizo una reverencia. Los demás, quienes miraban aquello, copiaron esta acción.

-lo siento
-dijo Ozora, sin levantarse todavía.

-esta bien
-dijo el moreno serio, saliendo por completo del cuarto.

-¿Te parece si resolvemos todo este asunto?
-pregunto, por fin separándose del suelo. Recibiendo un asentimiento del más chico.

 Recibiendo un asentimiento del más chico

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