Capítulo sin editarCapítulo 16. Salvada gracias a...
He salido a correr un poco por la noche. Ya hace una semana que los Paradise Five han decidido hacerme el vacío gracias al querido y adorado Nate. Ahora simplemente me siento como si estuviera en otra escuela en donde soy ajena a todo el daño que ese grupo pueda causar. Eso sí, desde mi pelea con Nate se han vuelto más estrictos y violentos. No dejan pasar una, a veces hasta por tonterías (más de las que ya hacían).
De tanto pensar en ellos me he dado cuenta de que me he perdido. Estoy en un parque que nunca había visto en mi vida. Como persona cotilla que soy me pongo a investigar y me doy cuenta de que no a muchos metros de mi están vendiendo lo que parece ser droga.
—¿Quieres algo bonita? —Un chico con una pinta bastante chunga y de consumir droga (malditos estereotipos) me grita desde lejos. La forma en la que me mira con sus amigos me asusta.
No soy tonta y salgo de ahí tan rápido como puedo. Con el corazón latiéndome a mil me alejo lo suficiente para luego buscar en google maps dónde estoy.
Mierda, no tengo internet.
Busco en mis contactos y llamo a mi madre. No da la llamada. Megan. No lo coge. Sydney, igual. ¿Dónde están?
¿Qué hago?
Comienzo a desesperarme, es muy tarde y estoy perdida en medio de la nada. Encima soy horrible orientándome. En realidad tengo que mantener la calma y por eso comienzo a caminar sola. Me supongo que en algún momento llegaré a algún sitio que conozca.
Así es como pasan cinco, diez, veinte y tal vez hasta treinta minutos cuando recibo una llamada de Sydney.
—¡Sydney! ¡Por fin! ¡Gracias a Dios! —Estoy exhausta, casi conteniéndome las lágrimas. Mi mayor miedo siempre ha sido perderme y que me hagan cualquier cosa en la calle y hoy parecía que iba a convertirse en realidad.
—¿Qué quieres niña torpe y, ahora, invisible? —Reconozco esa voz perfectamente. Se me eriza la piel solo con oírla.
—¿Blake? —digo casi temblando.
—El mismo.
—¿Qué haces con el móvil de Sydney? —cuestiono olvidándome por un segundo del tema fundamental en estos momentos: estoy en medio de la nada, sola y perdida—. Bueno, da igual. La verdad que no me importa pero, ¿me pasas con Sydney? —suelto con tono casi suplicante. No estoy para ponerme orgullosa con él y empezar una pelea.
—No.
—¿Por qué no? —Esto ya empieza a molestarme.
—¿Y por qué sí?
Trago saliva. Estoy a punto de llorar. Tal vez sea más sensible y cobardica de lo que pensaba.
—Por favor Blake, estoy en medio de la nada sola y perdida y necesito que mi amiga venga a buscarme.
—Vale.
Blake no dice nada más y en su lugar me cuelga. Eso provoca mi rabia interna. Tanto que me pongo a llorar, hacer movimientos bruscos y a gritar estupideces en medio de la calle como si nada. Estoy enfadada, con impotencia pero sobre todo con ganas de matar a Blake Courtois.
Pruebo otra vez a llamar a las tres personas de antes y nada. Sigo pensando a quién más llamar que esté aquí cerca y pueda ayudarme. Tengo poca batería y eso me desespera aún más. En estos momentos echo tanto de menos a mi padre, ojalá estuviese él aquí.
Bajo y subo en mis contactos hasta que doy con el de Nate. No sé qué hace aquí, tal vez me lo diese el día que fui borracha a su casa. Ahora la cuestión está en, ¿qué pesa más? ¿Mi orgullo o llegar a mi casa?
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Paradise Five
Teen FictionHailey Donnovan pensaba que era una adolescente como otra cualquiera hasta que llegó a Uptown Way. ¿Y quién no sabe que es Uptown Way? Cuando todos los jóvenes hijos de empresarios, políticos, famosos, multimillonarios y todos aquellos de clase soci...