11 | Una victoria amarga.

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Capítulo 11. Una victoria amarga.



Nate va a pillarme así que me apresuro lo más rápido que puedo a salir del cuarto. Al final termina siendo una guerra en el pasillo. Yo corro, él me sigue y el tiempo sigue corriendo.

Estoy tan preocupada por seguir corriendo que no veo el juguete que hay en el suelo, tropezándome y cayéndome de una.

Ya está, aquí he cavado mi tumba.

Me quedo en el suelo frente a Nate, sabiendo los dos que la victoria es suya. La voz avisa de que quedan treinta segundos.

—¿No vas a pillarme? —pregunto esperando a que me toque y se termine el juego.

—¿Por qué le ayudas a ganar? —No hace caso a mi pregunta y hace la suya. Para variar.

A veces pienso que si Nate no fuera tan suyo tal vez podíamos haber sido buenos amigos.

—Porque si lo hago me va a dar algo a cambio.

Él arruga su frente. Por primera vez veo algo de confusión en sus ojos.

—Entonces suerte.

Nate deja pasar el tiempo y al final se termina. He ganado, con trampa, pero he ganado.

"Victoria para el equipo de Blake" anuncia la voz.

Cuando volvemos al jardín con el resto, Blake es el primero en abalanzarse sobre mi. Me levanta y comienza a darme vueltas. Demasiada efusividad para mi gusto.

—¡Hemos ganado! —dice exhausto.

—Te corrijo, he ganado. Tú solo te vas a llevar el premio gracias a mi —corrijo tomando asiento donde estaba al principio de la noche.

Blake rueda sus ojos y también se sienta.

—Brindemos por mi victoria.

Todos hacemos caso a Blake, alzamos nuestras copas y brindamos.

Al principio comenzamos a hablar de cómo es que les fueron eliminando, las estrategias que seguíamos cada uno, lo hábiles que habían sido los cazadores, etc. Yo, en cambio, casi ni hago caso ya que tengo la mente ocupada pensando en por qué Nate me ha dejado ganar.

De reojo le observo de vez en cuando buscando explicaciones que obviamente no me da porque ni me mira. Él está encandilado con Leyna.

—¿Cómo es que Nate no te pilló? —La pregunta viene de mi amiga Sydney—, prácticamente te tenía.

Controlo mis ojos y evito abrirlos como platos, eso sí casi me atraganto con la uva que estoy masticando. Recobro la compostura y dejo que sea Nate quién responda.

—Corre más rápido que yo.

Blake me mira de manera incriminatoria. No se lo cree y la verdad es que si yo fuera él tampoco lo haría. ¿Quién se creería que yo, alguien quién odia el deporte, corre más rápido que Nate?

—Bueno, ¿y el privilegio qué? —Cambio de tema porque me siento incómoda con lo que ha sucedido minutos atrás.

—Ya pensaré que privilegio me pido más adelante, ahora que comience la fiesta —Así es como Blake le indica al mayordomo de Charles que ya puede abrir las puertas.

Desde que lo hace una multitud de adolescentes entran con rapidez. Todos se acercan a ellos como si estuvieran magnificados con sus presencias. Yo hago todo lo contrario, me aparto y me quedo en el bordillo de la piscina observando todo.

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