07 | El golpe de la mala suerte

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Capítulo 7. El golpe de la mala suerte.

La pelota se estampa contra mi cara, provocándome un fuerte escozor en mi nariz. Con cuidado y con la poca dignidad que me queda, abro mis ojos contemplando el panorama que me rodea.

Mis compañeros se han puesto alrededor mía formando un círculo, de seguro que para cotillear como estoy y reírse de mi tras el golpe.

Todo lo que oigo y veo son murmullos, acompañados a veces de pequeñas risas. Con la mirada intento buscar a Megan o a Sydney pero no hay rastro de ellas. Para mi mala suerte, a quien si que consigo visualizar es a Nate, quien me mira con cierta lástima.

Pasan algunos segundos más hasta que el profesor Gregor se abre paso entre los alumnos.

—¿Te encuentras bien? —Es lo primero que me pregunta, colocándose al lado mío de rodillas en el suelo.

—Mi nariz, me duele —titubeo pestañeando un par de veces para intentar recobrar la compostura del todo.

No me puedo creer que Blake haya sido capaz de lanzarme la pelota a la cara, ¡con todas las partes del cuerpo a las que podía darle en vez de a mi rostro!

—Es normal que te duela, estás sangrando por ella —comenta una chica morena, que no reconozco.

Tras ese comentario algunas personas que están formando el círculo a mi alrededor se ríen mientras que el profesor le echa una mala mirada a la chica.

Yo por mi parte me toco con los dedos de manera delicada mi nariz, cuando miro mis dedos veo que la chica tiene razón, estoy sangrando. Al notarlo desvío mi mirada hacia Nate, para ver si él al igual que los demás también se ríe. Sorprendentemente, no lo hace.

—¿Quién ha sido el responsable o la responsable? —pregunta el profesor Gregor con enfado observando a mis compañeros.

Blake da un par de pasos hacia delante y levanta la mano, desprendiendo ese aire de arrogante que lleva siempre consigo.

—He sido yo —afirma como si estuviera orgulloso de ello.

Todos los demás se le quedan mirando como si fuera una especie de Dios del Olimpo.

—Bien, usted la llevará a la enfermería —dice el profesor responsabilizándole en cierta manera por lo ocurrido. Sin embargo, Blake en vez de hacerle caso, da un suspiro—. Ahora —vuelve a hablar el profesor pero esta vez en forma de orden.

Observo a Blake, quien rueda sus ojos y gruñe. Finalmente termina aceptando. Realmente no le queda otra.

—De acuerdo, la llevaré a la enfermería.

—¡Todos los demás vuelvan al juego! —grita el profesor. Antes de marcharse este me extiende un pañuelo para limpiar la sangre que cae por mi nariz, lo cual le agradezco con una sonrisa.

Blake se dirige hacia mi y me extiende su mano para ayudarme  a ponerme en pie. Al principio dudo en si aceptar su oferta o levantarme por mi cuenta. Sin embargo, aunque no debería de hacerlo termino agarrando su mano.

A pesar de que Blake sea una persona fría como el hielo, su tacto se siente cálido. Una vez que me pongo el pie, suelto su mano lo más rápido que puedo y ambos comenzamos a caminar hacia la enfermería.

Durante el camino ninguno nos dirigimos la palabra. Las gotas que caen por mi nariz cada vez lo hacen con más rapidez. Maldigo por lo bajo cuando me doy cuenta de que ya el papel que me dio el profesor para limpiarme está abarrotado de sangre.

—Toma —Blake me extiende un pañuelo con una dudosa amabilidad.

Le miro confusa pero acepto su pañuelo porque de lo contrario llenaré el pasillo de gotas de sangre.

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