08 | "El lugar perfecto"

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Capítulo 8. "El lugar perfecto"

Cuando Jacob dijo que tenía el lugar perfecto para ir los cuatro pensé que se refería a otro sitio y no a la sala de juegos que hay en el centro comercial que queda a tres manzanas de donde estábamos antes.

En estos momentos, mientras Jacob parece un niño pequeño al darle su juguete favorito junto con Leyna yendo de juego en juego, yo estoy sentada en uno de los bancos que quedan en frente de donde están ellos. Nathaniel está sentado a mi lado sin dirigirme la palabra.

La situación es incómoda, o por lo menos a mi me lo parece. Es por ello que intento buscar la primera tontería que se me ocurre y soltarla de forma casual.

—¿Y qué tal el instituto? —pregunto desviando tímidamente mi mirada hacia él.

Nathaniel se percata de que le estoy dirigiendo la palabra y pone una mueca confusa, tal vez no se esperaba que le hablase.

—Bien —contesta sin emoción alguna.

Al ver los pocos ánimos que tiene para hablar conmigo, me siento en cierta manera mal y culpable. Nathaniel nunca ha sido una persona que exalta sus emociones pero desde que se molestó por querer ocultar que estuve en su casa, las expresa conmigo menos aún.

—No me avergüenzo de ti —digo intentando comenzar lo que podría acabar en una especie de disculpa.

—Pues bien por ti —Él ya ni se gira para mirarme y eso me enfurece. ¿Por qué actúa de esa manera?

Ahora cruza sus manos y se queda mirando a la sala de juegos. Su contestación hace que frunza el ceño.

—¿Por qué tienes que ser tan borde si estoy intentando disculparme por lo que hice? —pregunto tirando de la manga de su camisa para que se voltee en mi dirección. Cosa que finalmente consigo.

No quiero caer pesada pero tampoco me gusta que la gente me trate mal cuando solo quiero llevar a cabo una buena acción. En este caso, disculparme con él por haber actuado de esa manera.

—Vale, estás perdonada, ¿mejor? —Su voz es monótona ni siquiera se preocupa ni lo más mínimo por arreglar lo ocurrido. Cuando le oigo achino los ojos y aplano los labios. 

¿Acaso me está vacilando o de verdad que le da igual arreglar o no nuestras diferencias?

—Eres imposible Nathaniel —Es lo ultimo que me limito a decirle desviando mi mirada hacia la sala de juegos y cruzándome de brazos.

Además, arrugo mi frente demostrándole que estoy molesta.

—Si quieres arreglar las cosas creo que vas por mal camino —contesta por primera vez dejando de lado ese tono monótono y apagado que tenía segundos antes.

Giro mi cabeza en su dirección y enarco una ceja. Él está mirándome fijamente sin expresión fácil alguna. No sé si está hablando en serio, si está bromeando, si está molesto...

—¿Y cuál es el camino correcto para arreglar las cosas contigo? —me atrevo a preguntar mientras le miro de reojo y con disimulo.

Nathaniel es un chico extraño, a la vez que difícil. Extraño porque en realidad no conozco nada de él aparte de que pertenece al grupo dominante de la escuela y difícil porque su personalidad es muy diferente a la de los otros chicos. Con él es complicado averiguar en qué piensa.

—Tu sabrás.

Después de esas dos palabras se levanta de su asiento y camina en dirección a Jacob y Leyna, quienes están bastante entretenidos. Con una mueca confusa, doy un suspiro. ¿Qué quiere decir con tú sabrás?

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