Recién habíamos llegado a la casa de Julián. Tanto él, como mis amigos, organizaron una cena sorpresa en un restaurante del pueblo. Teníamos que ir elegantes e incluso mi familia estaba allí, fue una noche hermosa y estaba muy contenta al respecto.
Hace años no pasaba uno de mis cumpleaños de ésta forma, tranquila y disfrutando el momento sin ningún mal sentimiento. Me sentí tan contenta que de alguna forma me recordó a mis cumpleaños de pequeña.
Y quizá todo se reducía a él.
Ahora, ya nos encontrábamos los dos solos y tirados en los sillones. Él, con el pantalón desabrochado, en el otro extremo del sillón y yo con el cierre del vestido bajo.
— Comimos una banda — suspiró, haciéndome reír.
— Sí, mal — llevé ambas manos a mi barriga —, hacer competencia de quién comía más empanadas no estuvo muy bueno — admití, generando que él suelte una carcajada.
— Soy el gordo empanadola — rió —, ahora cuando vaya al City no me van a querer más por sobrepeso — disminuyó su tono a medida que iba formando la oración.
— ¿Cuándo te vas? — pregunté más seria, después de reírme por su primer comentario.
— El viernes — suspiró.
Cinco días.
— Qué paja — murmuré, tratando de ignorar el nudo que se había formado en mi garganta.
¿Por qué siempre se tenía que ir justo en el momento en que estábamos tan bien?
— ¿Y si no voy? Me podría quedar, estudiar algo, quejarme de los finales y conseguir algún laburo que no me cubra los gastos — habló con cierto tono de voz risueño, haciéndome reír de la seriedad de su comentario.
— Ésta conversación ya la tuvimos — recordé su cumpleaños número dieciséis, el día antes de que se mudara a Buenos Aires.
— Pero ahora podría ser que sí. Tengo auto, casa, supongo que puedo vivir con eso, ¿no es a lo que todo el mundo aspira? — se encogió de hombros.
— Vos no sos "todo el mundo" y tenés alta carrera por delante, no seas paja, sé que te da miedo pero la última vez que arriesgaste te fue genial — traté de animarlo.
— Ponele — murmuró.
— Basta, me vas a poner de mal humor y es mi cumpleaños — bromeé, mientras me dirigía a su lugar y prácticamente me tiraba encima de su cuerpo —. A veces yo tengo unas ganas de irme a la mierda, no entiendo cómo no aprovechas eso — murmuré, con la cabeza apoyada en su pecho.
— Venite conmigo — respondió al instante, haciéndome reír.
— ¿Eh? Estás loco — negué, alejándome un poco de él.
— Si venís conmigo entonces no me quejaría — me acomodé mejor, para ver su semblante sonriente —. Además, no es tu cumpleaños, ya son más de las doce — acarició mi mejilla.
— Qué me importa — dije, restándole importancia, mientras me levantaba del sillón —. Tengo ganas de bajonear algo dulce, ¿tenés? — pregunté, dirigiéndome a la cocina.
— Te compré algunos chocolates, están en la heladera — escuché desde la otra habitación.
Abrí el refrigerador y en la puerta pude observar algunos chocolates con maní.
Mis favoritos.
Sin poder evitarlo, sonreí. Tomé uno y volví a sentarme junto a él.
— Convidame — formuló, incorporándose, a lo cual negué con la boca llena y una sonrisa traviesa.
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epifanía
Fanfiction"La ironía de reencontrarse alguna vez" ||| Historia completamente mía. Está prohibida su copia y/o adaptación. Vocabulario argentino.