Me había despertado a las siete y media de la mañana con la única intención de ver a Ori, con quién había quedado en plan de ir a desayunar juntas y después acompañarla a una sesión de fotos.
— Después mándame un mensaje cuando quieras que te pase a buscar — formuló Julián, estacionando frente a la cafetería que Ori había elegido.
Cuando le comenté que pasaría la mañana con ella, insistió en también despertarse temprano para llevarme al lugar. No quería que esté sola, según el, en la ciudad robaban a cada rato.
— Gracias por traerme — sonreí, acercándome para depositarle un beso en los labios.
— No es nada preciosa, disfrutá — sonrió.
Uní nuestros labios una vez más y bajé del auto.
— Traten de no sacarme mucho el cuero — bromeó, haciéndome reír.
En cuanto arrancó el auto, decidí entrar a la cafetería. Aún estaba vacía y su decoración era de un estilo campestre, con plantas a su alrededor y en los muebles predominaba el color beige; Seminare de Serú Girán sonaba en el local a un tono considerablemente reconfortante y, en un extremo, pude divisar a mi amiga, quien tenía toda su atención en el libro apoyado en la mesa.
Me acerqué a ella y golpeé levemente la mesa con mis nudillos, llamando su atención. Levantó únicamente la vista y, al reconocerme, sonrió. No dudó ni un segundo en levantarse y abrazarme.
— ¡Boluda! No te vi entrar — formuló incrédula, aún sin soltarme — ¿cómo estás?, te extrañé — se separó y me miró, conservando su gesto —. Siento que no te veo hace años — admitió.
— Yo igual, necesitaba una de nuestras charlas en las que me cagas a pedo — bromeé, recordando nuestras conversaciones por llamada, mientras nos sentamos una frente a la otra.
— Y con lo poco que hablamos últimamente, siento que hay muchas cosas que me perdí — cerró levemente sus ojos mirándome con indiscreción, haciéndome reír.
— Sí, bastantes — torcí el gesto —, ¿querés que primero pidamos y después chusmeamos? tengo un hambre — confesé y asintió.
Levantó su mano, llamando al mesero. Después de que éste nos traiga el menú y cada una decida su desayuno, finalmente se fue.
— Y, ¿cómo estás? — preguntó atenta, cruzándose de brazos apoyada en la mesa.
— Ahora bastante bien, creo. El viernes casi me agarra un brote psicótico — reí sin gracia, provocando que su entrecejo tome tensión y se haga más visible.
— ¿Por qué? — preguntó confundida.
— ¿No viste? Salí en LAM — respondí, con falso entusiasmo.
— Jodeme, ¿por qué? — replicó impresionada —, no usé twitter en toda la semana, empezaron a hablar de mis cejas así que tuve que alejarme — rió.
— Ay, a mi me encantó cómo te quedó, ya te lo dije pero... — hice un gesto con mis labios en forma de "y bueno", haciéndola reír.
Había decolorado sus cejas, por lo cual ahora se encontraban blancas. Siendo sincera, Oriana me parecía muy linda y sentía que cualquier cosa que se haga le quedaría bien; hasta eso.
— Dejá de hacerte la boluda y contame bien — insistió, en cuanto el mesero interrumpió para dejar nuestro respectivo pedido frente a nosotras. Ella me dió una mirada de presión, haciéndome reír.
— Gracias — le dije al mesero, quien asintió e inmediatamente se fue —. Nada, ¿viste lo de Correa? — pregunté y asintió.
— Un forro y traumado, yo no le hablo más después de lo que te hizo — dijo con desprecio.
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epifanía
Fanfiction"La ironía de reencontrarse alguna vez" ||| Historia completamente mía. Está prohibida su copia y/o adaptación. Vocabulario argentino.