Capítulo 5. El salón verde

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Después de haber trascurrido más de veinte años, Harry Potter volvía a estar frente a aquella puerta de hierro que daba acceso a la Mansión Malfoy. Volver a estar allí le trajo a la mente los recuerdos no tan felices de cuando la visitó por primera y única vez. Jamás pensó que volvería a entrar en la casa del que fuera su némesis en la escuela, pero la casualidad dio que sus hijos coincidieran en la escuela, que ambos quedaran en Gryffindor (para gran sorpresa de todos) y que se hicieran mejores amigos. Scorpius invitó a pasar una tarde durante el verano a Albus y a Rose, la otra integrante del nuevo trio dorado, como algunos profesores de Hogwarts gustaban de llamarlos cuando se metían en problemas. Pese a las reticencias del resto de la familia, sobre todo de Ron, que se negó tajantemente a que su hija fuera a la que definió como "Casa de los Horrores", y tras mucha insistencia de su hijo, Harry aceptó llevara a Albus a regañadientes. Lo último que le apetecía era pasar una tarde entera con él, con Draco Malfoy.

Harry sabía muy poco de la vida de Draco Malfoy tras la guerra. Sabía que tras los juicios a su familia se había marchado a Francia y allí había conocido a su actual esposa, una Slytherin sangre pura, a la cual no recordaba, y que habían vuelto tiempo después, instalándose en la mansión familiar con Narcisa. Sabía que se había puesto al frente de los negocios familiares, y que no acudían a muchas fiestas ni eventos sociales, solo a las de sus más allegados. No había cometido ningún delito ni había indicios de que siguiera practicando magia negra y sus negocios estaban completamente limpios para su sorpresa.

Se acercaron a la puerta de hierro y Harry puso la mano sobre ella, activándose la magia de la puerta, retorciéndose los hierros hasta formar aquella cara espantosa que recordaba de hace veinte años cuando fue forzado junto con sus amigos a entrar a los terrenos por la misma entrada.

- Manifiesta tus intenciones – ordenó aquel rostro con voz metálica.

- Somos invitados de la familia Malfoy – dijo Harry con voz firme, aunque se sentía raro diciéndolo en voz alta.

- Es impresionante – dijo Albus refiriéndose a la mansión que se alzaba enfrente.

Harry solo pudo asentir ante las palabras de su hijo. La mansión que él recordaba de su juventud no se parecía mucho a la que estaba admirando en ese momento. Los jardines delanteros estaban bien cuidados, en los chorros de las fuentes reflejaba el sol de la tarde de agosto y a los costados del camino habían algunos pavos reales albinos paseando elegantemente. Cuando llegaron ante las puertas, estas se abrieron dejando entrar a los invitados al vestíbulo y un elfo domestico vestido con una levita verde les dio la bienvenida con una reverencia y les indicó que le siguieran a través del sobrio vestíbulo.

El vestíbulo es una estancia sencilla en comparación con el resto de la casa, con poca decoración y ornamentación salvo un farol que colgaba del techo. Este recibidor se abre a varios pasillos a izquierda y derecha, y justo enfrente, unos arcos dan paso a una monumental escalera de mármol de carrara, de estilo imperial, con una balaustrada de bronce dorado de estilo barroco italiano, decorados con motivos naturales como flores y hojas de acanto. Las paredes están pintadas en color azul verdoso y sobre ellas cuelgan algunos retratos de viejos miembros de la familia Malfoy. El blasón de la familia cuelga en un tapiz bordado en oro, seda y pedrería que se observa cuando se asciende por el primer tramo de la escalera. El techo está decorado con estucados dorados con formas florales y cuelga de este una lámpara de araña de bronce dorado con siete brazos.

Los dos Malfoy les esperaban a los pies de la escalera, como era costumbre en las familias de la alta sociedad recibir a sus invitados. Ambos vestían túnicas de estilo formal, siendo la de Draco color gris mientras que la de Scorpius era color burdeos. Si bien Draco había criado a su hijo en unas ideas más progresistas en cuanto a la pureza de la sangre, no así con el estudio y práctica de la etiqueta tanto en casa como en sociedad, ya que las consideraba útiles para el futuro. No en vano, Scorpius era el heredero de la rica y aristocrática familia Malfoy. En ese momento, cuando Albus y su padre se acercaron acompañados por su elfo doméstico, Scorpius rompió el protocolo y se fue a saludar a su mejor amigo.

La Mansión de los MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora