El sol todavía no había hecho acto de presencia aquel veintiuno de septiembre. Sin embargo, el duque de Montemar llevaba ya un buen rato trabajando en el escritorio que disponía en la antecámara de sus aposentos en la Mansión Malfoy de Wiltshire. Estaba concentrado examinando los últimos documentos redactados por su equipo antes de acudir esa mañana al Ministerio, a otra de las insufribles reuniones a las que estaba obligado a acudir para defender los intereses de su patria, en unas negociaciones que estaban resultando más difíciles de lo que aparentaban, por la poca disposición al diálogo que mostraban algunos de los interlocutores británicos.
Terminó de leer el informe sobre mutua colaboración en materias de seguridad y se levantó de su silla para estirar las piernas un poco antes de seguir con el siguiente informe acerca sobre la aplicación de la ley mágica. Echó la vista a su alrededor para observar los lujosos aposentos que Astoria personalmente se había encargado de preparar tan diligentemente como era costumbre en ella.
El Cuarto de Huéspedes era una de las dieciséis habitaciones que disponía la mansión en la planta noble, donde la familia y sus invitados tenían sus aposentos privados. Se entraba a ellos por una puerta blanca con manecillas doradas, que daba paso a la antecámara, un espacio amplio de paredes verdes adornadas con cuadros y tapices, y algunos candelabros que iluminaban la estancia. Contaba una chimenea de piedra blanca de estilo neoclásico y, frente a ella, una mesita de café, un sofá y dos sillones de estilo Luis XV de madera dorada y con tapizados verdes y dorados en terciopelo y seda. Detrás de ellos, el escritorio de estilo Luis XV y sobre él, además de los documentos, una escribanía sencilla de metal plateado y una lámpara de aceite que ayudaba a iluminar el escritorio. Pegados a las paredes había algunas cómodas, sillas y sillones del mismo estilo. Del techo, pintado en azul simulando cielo y ricamente ornamentado con estucos barrocos de angelitos y serafines tocaban instrumentos, colgaba una araña de bronce dorado de diez brazos que iluminaba el salón.
Frente a la puerta de la antecámara, estaba la puerta que daba al dormitorio del aposento, también conocido como "cámara de honor", una amplia habitación con dos ventanales con vistas al jardín, a cuyos lados colgaban cortinajes verdes con bordaduras y flecos dorados. En el centro de la estancia, frente a los ventanales, una cama con dosel igualmente verde destacaba en el conjunto. Del techo, pintado en azul cielo y adornado también con estucos con detalles en bronce, colgaban dos pequeñas arañas de bronce de cinco brazos cada una. Una gran alfombra, que aparentaba tener varios siglos de antigüedad de color azul verdoso decorada con patrones damascos cubría el mármol blanco del suelo. A la izquierda, un gran armario de madera oscura, con cuatro puertas y a la derecha se encontraba una imponente estantería de madera oscura, finamente labrada, llena de libros sacados de la biblioteca de la casa, para deleite de los invitados, y una puerta daba acceso al aseo privado. El aseo no destacaba por su amplitud, que lo era, sino por la grifería dorada finamente elaborada adoptando formas como delfines y tritones.
El duque reconocía que los Malfoy del pasado tenían buen gusto. Draco le explicó el motivo de la existencia de un cuarto de huéspedes tan lujoso una de las tardes mientras tomaba el té en el salón verde. La Mansión Malfoy, desde su concepción como castillo guardó un lugar especial para invitados ilustres, ya que era común que los nobles acogiesen en sus hogares a ilustres personalidades como nobles y altos dignatarios de otros países mágicos. Cuando Augustus Malfoy reformó la casa de sus antepasados, no reparó en gastos para adecuar esa estancia a la moda de los tiempos, con una clara inspiración francesa. Los Malfoy, en el siglo de las luces, eran una de las familias más poderosas, teniendo gran influencia y prestigio tanto en Gran Bretaña como en el extranjero, llegando a alojar en dicha estancia a muchas personalidades, siendo la más importante el poderoso duque de La Rochefoucauld, el gran ministro de magia francés del siglo XVIII.
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La Mansión de los Malfoy
FanfictionUna mansión como la de los Malfoy ha sido testigo de muchos eventos a lo largo de la historia. Tras la guerra, la mansión ha recuperado el esplendor perdido y será testigo de nuevos eventos que darán que hablar en la sociedad mágica británica.