Aún no habían aparecido por el horizonte los primeros rayos del alba que señalaban el amanecer de un nuevo día cuando los elfos al servicio de la familia Malfoy comenzaban su jornada en las cocinas de la mansión, preparando los ricos manjares que la familia tomaba cada día para desayunar. El viejo elfo jefe de las cocinas encendía los fogones de la antigua cocina bien temprano, como un ritual de comienzo de la jornada de trabajo, y mandaba a sus ayudantes a calentar el agua y el café, a cortar el pan en rebanadas al gusto de la familia, preparaban los platos con la mantequilla y las mermeladas y freían el bacon y los huevos rotos. Los elfos que trabajaban en las cocinas funcionaban como una máquina bien engrasada para tenerlo listo al momento en que sus amos se sentaran en la mesa del comedor de diario, tal y como solían hacer todas las mañanas.
Kolis, el anciano elfo cocinero, dirigía la cocina y a los elfos que trabajaban en ella con puño de hierro. Llevaba sirviendo a cinco generaciones de los Malfoy, agasajándoles con los manjares que elaboraba personalmente e impresionando a los invitados que comían en la mansión con sus deliciosos platos, dignos de los mejores restaurantes del mundo. Había preparado cientos de banquetes espectaculares, había dado de comer a cientos de personalidades que habían alabado su maestría ante sus amos, pero Kolis siempre se mantenía en la sombra, sin salir de su cocina, su alcázar. Allí el viejo elfo hacía y deshacía como un verdadero soberano que, ni siquiera los propios dueños de la mansión, cuestionaban sus decisiones respecto a la dirección de su cocina.
Las cocinas están situadas en los sótanos de la mansión, al final de un laberintico conjunto de pasillos al que se accede por una discreta puerta tras un tapiz de la planta baja. El pasillo abovedado está construido con sillares de piedra y alumbrado por antorchas que se encienden al paso del mago o bruja que caminara por aquel corredor que se bifurca en varios pasillos llevando a otras estancias del sótano. Tras una robusta puerta de madera antigua, se hallan las cocinas, un gran espacio cuya bóveda estaba sujeta por cuatro grandes pilares de piedra gris. La sala está iluminada por varias lámparas de aceite enganchadas en las paredes con soportes metálicos. En el centro de la estancia, hay una gran mesa con bancos de madera donde los elfos trabajan cortando las verduras, amasando el pan o para cualquier otra ocupación culinaria. En un rincón, se hallaba el fregador, con varios grifos de bronce dorado y una encimera donde secar los utensilios. Sobre él, algunos armarios con platos, cuencos y otros utensilios de cocina. Al lado de este, hay un gran armario con puertas de madera y ventanas ovaladas de cristal donde se vislumbran las vajillas. Podían observarse lo que quedaba de la antigua loza pintada del siglo XIV en la balda más alta, que ya no se utilizaba y que era prácticamente una reliquia que amontonaba polvo en el armario. A su lado estaba la vajilla de plata cincelada del siglo XVI, cuyas bandejas y cuencos alguna vez son utilizados. En la siguiente inferior estaba la vajilla de porcelana pintada del siglo XVIII finamente labrada con detalles bañados en oro, utilizada en raras ocasiones. En otra balda del armario, estaba la gran vajilla de gala, con el escudo de la familia impreso en el centro. En la última estantería estaba la vajilla de diario, con una sencilla decoración floral diseñada por Narcisa cuando se mudó a la mansión como arte de su ajuar. Al lado de este armario, otro gran armario repleto de copas y cuencos de plata de distintos tamaños, las dos cristalerías completas con todo tipo de vasos y copas, la de gala y la de diario, ambas de gran calidad y los juegos de té y de café de fina porcelana. A su lado, una gran cajonera guarda las tres cuberterías, dos de plata labrada y finamente decorada y otra de acero, todas completas con más de ciento cincuenta piezas.
Frente a los armarios se encuentran los fogones de la cocina, cinco fogones de distintos tamaños alimentados por leña donde se posaban las ollas, sartenes y calderos, y sobre ellos, una gran campana que absorbe los humos. A su lado estaba el gran horno de leña, con una gran puerta de forja. En la pared, unos ganchos sujetan los utensilios de cocina, así como alunas sartenes y ollas, calderos y raseras. Bordeando las paredes, armarios y estanterías bajas guardan las ollas, sartenes, cazos y calderos donde los elfos cocinan los ricos manjares que pueden degustarse en la mansión.
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La Mansión de los Malfoy
FanfictionUna mansión como la de los Malfoy ha sido testigo de muchos eventos a lo largo de la historia. Tras la guerra, la mansión ha recuperado el esplendor perdido y será testigo de nuevos eventos que darán que hablar en la sociedad mágica británica.