Capítulo 18. La sala de tapices.

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Lo que tenía que haber sido una pequeña fiesta de celebración por la vuelta del joven Alexander Nott de su viaje después de estar tres meses recorriendo Europa con algunos de sus amigos y compañeros de estudios, se había convertido en una noche de incertidumbre y nerviosismo entorno a la chimenea del salón, conectada a la Red Flú. El antiguo salón de lectura, (que después pasó a ser una sala de estar más entre todas las que hay en la mansión), fue reformado en el siglo XIX en un estilo neogótico inglés, y conocido actualmente como la sala de tapices por ser la decoración principal. Estaba situada en la planta baja de la mansión, y hubiera sido el perfecto escenario para escuchar los relatos del apasionante viaje de Alexander, pero las circunstancias de la mañana impidieron tan esperado reencuentro.

Era una sala de tamaño medio, pintado en un verde oscuro, con dos ventanas que daban paso a la luz que penetraba por ellas, y a sus lados, unos cortinajes grises claros de terciopelo con flecos dorados. El techo estaba decorado con un artesonado de madera de estilo tudor, como recuerdo al periodo renacentista de la mansión (del que apenas quedan vestigios visibles) y del centro pendía de una gruesa cadena negra una lámpara redonda de estilo medieval. El suelo de baldosas de mármol blanco estaba recubierto por varias alfombras hechas en el siglo XIX de inspiración bajomedieval de colores vivos con un patrón similar a la rosa de los Túdor. En el centro de la sala, frente a las ventanas, una gran chimenea blanca con el escudo de los Malfoy-Burke destacaba en el conjunto, proporcionando calor en los meses fríos. Las paredes estaban cubiertas, como el propio nombre de la sala indica, por tapices flamencos e italianos del siglo XVI que la familia había comprado para decorar la mansión, encantados para que las figuras se movieran, en el que se representaban historias de todo tipo. En uno de ellos se puede ver los momentos más destacables de la vida del mago Merlín y del rey Arturo. En otro, se representaba la historia del mago, más conocido por los muggles, como San Jorge, y el Dragón. La matanza del castillo de Alnwick y sus fantasmas estaba colgado en uno de los laterales de la sala. Enfrentado a este, tres escenas del héroe griego Ulises: burlando al Polifemo, Ulises y las sirenas, y Ulises mendiga entre los pretendientes. Pero no son los únicos que pueden verse en ese salón, pues durante el año, los elfos van cambiando los tapices por otros de la colección de los Malfoy para ir variando la decoración de la sala.

En cuanto al mobiliario, cuando Draco se hizo con la mansión, decidió deshacerse de los viejos y feos sillones que su abuelo se había empeñado en comprar, los cuales estaban rotos y los sustituyó por un cómodo sofá de tres plazas de cuero negro muy elegante y dos sillones del mismo estilo frente a la chimenea, dispuestos entorno a una mesita de madera oscura que tenía en otra sala sin darle uso. Los pocos muebles renacentistas que sobrevivieron al paso del tiempo están distribuidos por la sala, aunque apenas nadie los usa, ya que son considerados más como una pieza de decoración que como un mueble. Así, se pueden observar un par de sillas de brazos estilo tudor a ambos lados de la chimenea. Bajo las ventanas, dos cómodas de madera de estilo flamenco de madera oscura con tiradores de bronce. Al lado de la puerta, una sencilla mesa cubierta por un tapete de terciopelo verde y blanco descansaba un antiguo tocadiscos. Y bajo los tapices de Ulises, una antigua y desgastada mesa que sirvió alguna vez de escritorio, sobre el que hay unos marcos con fotografías de la familia y un costoso jarrón de porcelana de Sèvres con flores traídas del jardín.

El silencio reinaba entre los ocupantes de aquella noble sala mostraba el nerviosismo de los allí presentes, que intentaban distraerse como podían de sus peores pensamientos, a la espera de la mas mínima noticia del mayor de los Malfoy, quien, desde que había salido aquella mañana por trabajo, no había vuelto a casa, y la única noticia que tenían es que había sido llevado al Ministerio de Magia de urgencia por los Aurores.

Su cuñado, Theodore Nott no paraba de entrar y salir de la sala, escribiendo a sus contactos en el ministerio en busca de alguna noticia. Volvió a entrar en aquella sala ricamente adornada, encontrándose a todos juntos allí, como si se tratara de un cuadro de una escena costumbrista. Se aclaró la garganta y atreviéndose a romper la monotonía, llevándose las miradas de todos los presentes.

La Mansión de los MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora