Capítulo 6. El panteón de los Malfoy

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Como cada día veintiséis, Narcisa salía temprano de la mansión, con un ramo de rosas blancas en sus manos traídas de su villa francesa de la Provenza, y atravesaba uno de los caminos empedrados del jardín, aquel franqueado por altos cipreses que conduce a un pequeño robledal tras el cual se oculta un hermoso edificio renacentista, de estilo paladiano, de forma circular, color blanco hueso que denota su antigüedad, con una hilera de columnas rematadas con capiteles dóricos adosadas a sus paredes, que sostienen una cornisa de mármol toscano decorada con altorrelieves con motivos funerarios y coronado por una cúpula de media naranja blanca, que resalta levemente por encima de las copas de los árboles. Su interior es extremadamente sencillo. Las paredes blancas desnudas de decoración, salvo por el escudo de los Malfoy tallado en piedra, con su lema inscrito en letras góticas "Sanctimonia vincerent semper". A ambos lados del escudo, están tallados en piedra todos los nombres de los Malfoy, de nacimiento o adopción, que fueron enterrados en esa cripta desde que se construyó allá por la Baja Edad Media. Las antorchas iluminan con luz tenue la estancia, creando una sensación de recogimiento y de paz. De la cúpula cuelga un pequeño farol en forma de estrella, símbolo del lucero del atardecer, uno de los símbolos mágicos que representaba la muerte y la esperanza de unión con la magia ancestral. En el centro de la sala, hay una mesa de piedra de uso ceremonial, donde reposan los féretros durante los funerales, antes de ser bajados a la cripta bajo el mausoleo. Una discreta escalera conduce a la cripta circular mucho más grande de lo que aparenta en la superficie, de piedra oscura abovedada, e iluminada con antorchas. En el suelo y en las paredes, losas de mármol con los nombres inscritos en letras de oro indican el lugar de sepultura de los que en su día ocuparon la mansión.

Narcisa caminaba en silencio, ataviada con una túnica oscura y una capa de terciopelo negro que le protegía del frio invernal que había llegado ese noviembre al país. El sentimiento de soledad afloraba cada día veintiséis, pero se agravaba ese día de noviembre, fecha en que su marido falleció en la prisión de Azkaban, mientras cumplía condena por sus crímenes contra el Ministerio de Magia. Sentenciado solo a quince años por su colaboración durante los procesos judiciales contra sus compañeros mortífagos y otros partidarios del Señor Tenebroso. Apenas pudo resistir dos años de encierro en la tétrica y oscura prisión, la cual conocía de anterioridad. Su mujer llevaba clavado en su corazón la espina de no haber podido despedirse de él en sus últimos días de vida, enfermo de tuberculosis y sumido en una profunda depresión al sentirse responsable de todos los males que había sufrido su familia, especialmente, por Draco, su único hijo. Su fracaso en el Departamento de Misterios le deparó la cárcel y un castigo mucho peor: Voldemort ordenó que su hijo ocupara su lugar como mortífago y le asignó una misión imposible de cumplir, cuyo fracaso le supondría la muerte. Era un castigo demasiado cruel y despiadado, no pudiendo hacer nada para evitar el sufrimiento de su hijo y de su esposa.

Los escasos y precarios cuidados médicos de los sanadores de la prisión no impidieron que Lucius partiera de este mundo, dejándose consumir por la enfermedad en aquella oscura, húmeda y putrefacta celda, alejado de todos los que le querían. Abandonaba este mundo uno de los hombres mas controvertidos e influyentes del último tercio del siglo XX en la Inglaterra mágica.

Llegó la viuda a la entrada del panteón y penetró en su interior, cuyas antorchas se prendieron cuando notaron su energía mágica iluminando el interior del recinto funerario. El volver a aquel lugar siempre le traía el doloroso recuerdo del día del funeral de su marido, celebrado en esa misma estancia hace 20 años atrás. Fue quizás uno de los peores días de su vida, aunque no el peor, debía reconocerlo, ese día lo ocupó el día de la Batalla Hogwarts, cuando no sabía si su hijo estaba vivo o muerto.

Era un día triste aquel 27 de noviembre. El día había amanecido esa mañana con amenaza de lluvia y soplaba un viento frio que arrastraba las hojas marrones caídas de aquellos arboles tan descuidados de aquel jardín tan descuidado que daba señales de haber vivido tiempos mejores. Sin duda, el día acompañaba al evento que tristemente se celebraba en el viejo panteón de los Malfoy: el funeral del patriarca de la familia, Lucius Malfoy.

La Mansión de los MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora