Aquel caluroso día de verano, Draco leía tranquilamente uno de sus libros de cabecera preferidos sentado en una tumbona a la sombra de una sombrilla, disfrutando de la brisa que corría en el recinto de la piscina. Llevaba unas gafas de sol de montura plateada y vestía unas sandalias de dedo, un bañador verde con cordones blancos y una camiseta de manga corta negra, dejando al descubierto su antebrazo izquierdo, donde se podía visualizar las marcas de su oscuro pasado ya muy borrosa. Durante un tiempo trataba de ocultarla a toda costa, pero transcurridos más de veinte años, se había acostumbrado a ella, o por lo menos, a tenerla al descubierto en casa. A su lado estaba Astoria, vestida con un bikini de dos piezas verde, exponiendo su esbelto y sensual cuerpo al sol, bronceando un poco su pálida piel. Llevaba su pelo castaño recogido en una trenza y puestas unas gafas de sol de espejo que le protegían sus ojos a la vez que le permitía observar bien al resto de miembros de su familia sin ser demasiado indiscreta.
Astoria puso sus ojos en su hijo Scorpius, quien se divertía en la piscina con su mejor amigo Albus, que acababa de llegar esa misma mañana a la mansión para pasar unos días con ellos, y su primo Alexander. Los tres reían animadamente mientras jugaban con una pelota a alguna clase de juego de origen muggle que ella no conocía. Astoria sonrió cuando pensó que diría su suegra los viera en ese momento, seguro que estaría refunfuñando y quejándose por las esquinas. A pesar del ruido proveniente del agua, su marido estaba tan concentrado en la lectura que ni levantaba la vista.
- Draco – llamó Astoria haciendo levantar a este la vista de su libro - ¿Te has fijado que Scorpius está más risueño desde que volvió de Hogwarts?
- La verdad es que se le ve más contento – reconoció Draco.
- ¿A qué crees que se deberá? – preguntó su esposa, aunque ya creía tener la respuesta.
- Pues la verdad, no lo sé – mintió Draco – quizás la vida simplemente le sonría en este momento y esté feliz.
Draco sabía perfectamente a que se debía la felicidad de su retoño. Ese brillo en los ojos, el sonrojo cada vez que se mencionaba el nombre de cierta bruja de su casa, ese embobamiento constante. Sí, no podía significar otra cosa más que su hijo estaba enamorado y, además, ese amor parecía corresponderle.
- Yo creo que es por otra cosa – dijo Astoria y seguidamente preguntó - ¿No te ha contado nada a ti?
- Sé lo mismo que tú – dijo Draco – ya sabes que los jóvenes les cuesta hablar de los sentimientos con sus padres, Tory.
- Creo que tú sabes algo o, al menos, lo intuyes, querido – declaró Astoria firmemente.
- Te aseguro que Hyperión no me ha dicho nada – dijo Draco sin mentir a su esposa, ya que era cierto que Scorpius no le había dicho nada, aunque si intuía el porqué de su estado de ánimo.
- Sabes Draco – dijo Astoria llamando su atención – Scorpius me recuerda mucho a alguien.
- ¿A quién? – preguntó el rubio mayor.
- A ti – dijo Astoria con una sonrisa dejando estupefacto a su marido – a ti, después de que aceptara ser tu novia.
- ¿Tan obvio era? – preguntó Draco mientras sus mejillas se enrojecían.
- Para el resto no, siempre has sido bueno guardando tus emociones – dijo Astoria mientras le agarraba la mano a su marido – pero para mí, eras y sigues siendo transparente como el cristal.
Draco se quedó mudo embobado y sonrojado mirando a su esposa mientras ella le sonreía mientras sujetaba su mano. Así estuvieron un buen rato hasta que Astoria se quedó dormitando y soltó su agarre. El rubio mayor se quedó observando a los jóvenes que disfrutaban dentro de la piscina charlando de sus cosas. En ese momento sonrió al pensar en el acierto que había tenido
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La Mansión de los Malfoy
FanfictionUna mansión como la de los Malfoy ha sido testigo de muchos eventos a lo largo de la historia. Tras la guerra, la mansión ha recuperado el esplendor perdido y será testigo de nuevos eventos que darán que hablar en la sociedad mágica británica.