Capítulo 5

87 3 0
                                    

Era lunes y aunque Laura odiaba los lunes, este tenía algo especial, algo que ni ella misma lograba descifrar que era. Lo cierto, es que tenía muy buen ánimo, y con las energías recargadas al límite. Sería una semana interesante, debía ultimar detalles del viaje y sobre todo preparar la sorpresa que venía pensando.
Por suerte, disponía de tiempo ya que no le esperaba tanto trabajo en la oficina.

El día transcurrió tranquilo, terminó sus pendientes temprano y como tenía algo de tiempo libre se puso a buscar en la web las mejores opciones para sorprender a Rachel.
Ya había llamado a la empresa que le regaló los boletos y ya había dado el nombre de su acompañante, les solicitó si ellos como empresa organizadora le podrían ayudar solicitando a migración un par de días más en México, con lo cual no hubo ningún problema; ellos por su parte le confirmaron que ya estaba casi todo listo. Solo era cuestión de esperar al día jueves para salir, el día del concierto era el viernes lo que implicaba que podía quedarse el fin de semana allá.

Llegó a casa temprano, colocó algo de música y se dispuso a hacer su cena. Una a una empezaron a sonar canciones hasta que hubo una que llamó su atención en especial: Solo quédate en silencio / RBD.
Si alguien le preguntaba como se sentía al respecto, una frase de la canción la describía por completo:

Solo quédate en silencio (cinco minutos)
Acaríciame un momento (ven junto a mí)
Te daré el último beso (el más profundo)
Guardaré mis sentimientos
Y me iré lejos de ti

Era claro que haber visto a Rachel le inquietaba, aún moría por ella, sentía que tenía una mínima oportunidad, una escasa esperanza; al mismo tiempo moría de miedo. Si no resultaba a su favor, debía dejarla ir aunque no quisiera hacerlo. El destino le brindaba una oportunidad más, pero también le quedaba claro que no podía pasarse la vida, interpretando todo como señales. Era muy creyente a como dicen por ahí: "Si algo es para ti, aunque te quites y cuando no, aunque te pongas"...

Decidió no darle tantas vueltas al asunto esa noche. Luego de hacer su rutina de ejercicio, se dispuso a descansar para luego ir a acostarse, aun no quería hacer su equipaje.

Al día siguiente, había quedado de ver a Rachel para darle detalles del viaje. Quedaron de acuerdo que cenarian juntas.
Llegada la hora, Laura pasó por ella y fueron a comer. Laura había elegido un restaurante muy lindo, donde siempre había soñado traerla y para su sorpresa a Rachel le encantó el lugar. Cenaron, tomaron unas copas de vino y pasaron hablando de todo y nada al mismo tiempo. Cuando retiraron los platos, Laura tomó la palabra:

- Rachel, ya tenemos fecha de viaje. Nos iremos el jueves porque el concierto es el viernes. Será en Ciudad México, igual yo que tu llevo ropa extra por "si nos tocará estar más tiempo allá" (le termino de decir riendo)
- Oh vale, aunque eso último que dijiste me parece raro. De hecho me intriga - le contestó una Rachel más que intrigada.
- No más digo, sabes que siempre es mejor ser precavidas.

Siguieron conversando de cosas triviales por un rato más, luego se dispusieron a irse.
Durante el trayecto de regreso, Rachel se preguntó si algún día conocería la casa de Laura. Cuando habían estado juntas, hicieron planes por dos ocasiones en que ella vendría hasta acá y al final no se habían concretado.
Como si Laura leyera sus pensamientos, le preguntó:

- ¿Tienes mucha prisa en llegar?
- No Laura, la verdad que en lo absoluto. ¿Porqué la pregunta?
- Olvidé mandar un correo y cuando regrese ya será muy tarde, ¿podemos hacer una parada en mi casa? Luego ya te voy a dejar.
- Si, por supuesto - contestó Rachel intentado quitarle importancia al asunto, pero por dentro se sentía alegre que al fin conocería el hogar donde alguna vez pudo haber vivido.

Llegaron, Laura le dijo que se pusiera cómoda y ella fue a buscar su portátil.
Rachel quedó en la sala, contempló a los michijos de Laura; le causó ternura lo educados que estaban y siguió recorriendo la sala hasta que unas fotos le llamaron la atención. En estas, estaban ellas dos. Laura no las había destruido como ella pensaba. Se quedó mirándolas tan concentrada, que no se dio cuenta que Laura ya había regresado y la observaba. Hasta que esta le preguntó:

- ¿Rachel, todo bien?
- Si, por supuesto. Solo recordaba el momento de esta foto - contestó una Rachel con algo de pesar en su voz.
- Si, jajajaja. Cuando nos quejábamos del dolor de piernas por el cardio de la noche anterior.
- Siii, de cierta manera me sorprende que las tengas aquí - dijo señalando el lugar.
- Son recuerdos y sabes que me encantan. Además no cambiaría por nada lo vivido ese fin de semana.

Laura se centró en mandar el email que debía y al finalizar, le dijo que ya se podían ir. Al momento de intentar salir, uno de los gatitos maullo (era Bella). En ese instante, Laura recordó que hacía días atrás le había preguntado a ella si Rachel volvería. Y era como si le recordara que justo estaba ahí con ella. Ambas se agacharon al mismo tiempo para cargar a la gatita, pero esta salió corriendo, dejándolas muy cerca la una de otra. Se vieron a los ojos, sus caras estaban tan cerca que casi podían rozarse.
Laura acarició el rostro de Rachel y esta se aguantó las ganas de besarla. No quería arruinar las cosas y no sabía ni cómo dar el paso siguiente.
Así que se levantaron y se marcharon.

De regreso en casa, Laura empezó a empacar. Había pasado recogiendo parte de las sorpresas para Rachel y las metió en su maleta.
Había sentido un enorme impulso de besarla cuando la tuvo tan cerca, pero esta vez intentaría hacer las cosas bien. No tenía prisa alguna y tampoco quería que Rachel se incomodara.
Llegó el momento de ir a la cama y se durmió fácilmente.

Los días siguientes pasaron sin novedad, intercambiaba mensajes con Rachel de vez en cuando. Ya había resuelto quien cuidaría a sus bolas de pelos mientras ella no estaba y sobre todo ya estaba todo listo para irse.

Por fin era jueves, el día había llegado. Quedó con Rachel de verse en el aeropuerto y así fue. Allá se encontraron, tomaron un café antes de ir a la sala de espera.
Laura había planeado una serie de sorpresas que iniciaban en ese momento.
Quedó viendo a Rachel y le preguntó:

- ¿Lista?
- Siiiii, aunque tengo los nervios de punta. Tu sabes lo que amo a este grupo, me parece un sueño - confesó Rachel.
- Si, me siento casi igual. Pero tal vez y tengo algo que te recuerde que no es un sueño - dijo Laura metiendo la mano en uno de sus bolsillos.

Y sacó un brazalete conmemorativo al reencuentro de RBD que había comprado en una tienda.

- Esto es para ti (y se lo colocó) Es un recordatorio que no estás soñando. Cuando pienses así, encontrarás en tu muñeca la prueba que no es un sueño.
- ¡Laura! Me encanta, graaaciiiaaas - dijo una Rachel conmovida.

Quiso seguir hablando pero escucharon que llamaban a los pasajeros de su vuelo.
Se pusieron de pie y se dirigieron a la zona de abordaje...

¡El fin de semana estaba iniciando ya y con el, deseos, sueños y emociones a flor de piel!

La historia de nuestras vidas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora