sucumbiendo a la tentación

1.1K 98 15
                                    

Sirius Black

Una parte de mi se niega, pero debo de obligarme a cubrirla, para que no llame la atención de nadie más. Mis manos se encuentran deseosas de volver a tocarla, mi cuerpo de sentirla cerca y ni hablar de mis labios, los cuales quieren recorrer cada parte, incluso la más íntima. Quiero conocer cada extensión de ella, saberla de memoria. Por eso no quiero que nadie más ponga su mirada en Michelle demasiado tiempo, no quiero que fantaseen con lo que es mío.

Quizás sea el alcohol subiéndome al cerebro demasiado rápido, o el mareo que me produce el exterior.

Pero soy consciente que quiero; y es a ella.

La miro amenazante y pronuncio palabras roncas— Ahora nos vamos. —me pongo de pie y le doy unos segundos para que ella también lo haga, pero sus ojos permanecen en mí, y sigue en la posición sentada en que la deje.

—No. Yo no voy a ninguna parte, Harry y Ginny...

—No los metas. Ellos están bien juntos —trago saliva, porque anhelo sujetarla del cabello y tirarla hacia mi hasta que nuestros labios se unan una segunda vez.

—Pero ¿qué te pasa, Black? ¿Vuelves a beber? —hay confusión en su rostro— Si no quieres salir de la habitación, pues bien, no puedes obligarme a quedarme ahí contigo... —se agita, empieza a respirar con irregularidad.

—Michelle, vuelve a llamarme Black y no me hago cargo de lo que me lleves a hacer —contesto, con la mandíbula tensa.

Su meneo de cabello me anticipa que está por decirlo— Vete a la mierda, Black.

Respiro profundo.

No debería hacer esto.

Luego la levanto del suelo para ponerla sobre mi hombro, y camino en dirección al hotel.

Me golpea una vez en la espalda con su puño— No quiero hacer un escándalo, así que bájame ahora mismo —amenaza, con el puño apretado contra mi espalda.

—No quisiste hacerme caso —modero mis palabras, para no soltar nada hasta que no lleguemos a la habitación. — Solo quiero hablar contigo en privado.

—¿Y no podía ser ahí donde estábamos? —sé que no va a golpearme, solo la sujeto fuerte para que no se caiga de mi hombro.

—No.

Cuando entramos por las puertas veo a la gente mirarnos, pero no me inmuto, voy en dirección al ascensor vacío.

Después de entrar, y antes de bajarla, toco el botón del piso donde se encuentra nuestra habitación.

—Espere... —una tercera voz llama cuando las puertas del ascensor están por cerrarse, pero es demasiado tarde, las mismas no esperan y se juntan haciendo un sonido metálico. Sin darle demasiada importancia, bajo de mi hombro a Michelle.

—Merlín —suspira, y se aleja de mi unos centímetros— Ignoraste a alguien... —dice con su ceño fruncido.

—Quería estar a solas contigo —contesto mirándola embobado por lo grande que le queda mi remera y lo bien que se le ve. Tenerla frente a mí, con una prenda mía puesta, me hace sentir como una corriente por todo el cuerpo. Inspiro un poco, y es leve su aroma particular, me acerco, pero no logro controlarme lo suficiente, termino acorralándola en la esquina de este ascensor— Te vez jodidamente perfecta con mi remera —susurro, noto en sus ojos sorpresa, y no puedo evitar arrastrar mi nariz por la curva de su cuello, acariciándola con suavidad, que provoca un ronroneo casi débil.

—¿Por qué actúas así ahora? —su voz es suave.

No me apresuro en contestar. Dejo un beso en su cuello, me tomo mi tiempo en el mismo, hasta que la siento temblar y me separo un poco.

Tengo las manos a los lados de su cuerpo, me sostengo de las paredes para no caer completamente sobre ella, pero para al menos sentir su pecho contra el mío.

—Acabo de ser completamente consiente que moriría si te veo con alguien más, haría todo lo posible para que dejaras a esa persona... No estoy seguro hasta qué punto llegaría —mientras hablo, mis labios acarician su piel, volviéndola de gallina— Pero es más fuerte el sentimiento cuando estas cerca. Y hace que se vuelva más denso cuanto te deseo y quiero, Mich.

Traga saliva y su voz se vuelve ronca— ¿Cómo sé que no me mientes? He estado esperando tanto por esto, que no parece real... Me lo estuviste negando por mucho tiempo.

—Es absoluta y completamente real.

Sus manos se posicionan en mi pecho, no intenta alejarme, presiento que me usa para sostenerse, y está bien. Mientras ella ponga un dedo sobre mi creo que la dejaría hacerme lo que quisiese.

—Sirius... —pero antes que complete su frase el ascensor se tambalea, anticipando el sonido de las puertas abriéndose.

Me quedo paralizado, algo estaba por decir que capto mi completa atención y no puedo moverme, es ella quien nos saca de ahí, sostiene mi mano con firmeza, sus dedos se entrelazan con los míos y el calor que me trasmite es adorable.

¿Por qué pase tanto tiempo negándome esta pequeña parte de cielo?

Recobro algo de sentido cuando estamos dentro de nuestra habitación. Cuando cierra la puerta hago que se gire para que me dé la cara, y me inclino sobre ella.

—¿Qué era lo que ibas a decir? —inquiero algo ansioso.

—Bueno... tú tienes experiencia... yo ciertamente no, absolutamente nada. Ginny intento explicarme un poco, pero es... No lo entendí del todo...

Mi corazón toma un ritmo acelerado— ¿Qué en particular?

—Como darte placer...

Siento que la boca se me seca y me quedo pasmado mirándola, sorprendido y cohibido por esto. Ella quería saber cómo hacerme sexo, como hacer que disfrutara, esta chica, que sentía como mi pequeña, que la siento como parte de mí, como si compartiéramos un lazo en común. Es jodidamente caliente, observo el leve rubor en sus mejillas, su mirada esta fija en mi esperando una reacción.

—¿Cómo? —no deja que termine, sus manos van a mis mejillas y vuelve a empujarme, por segunda vez hacia sus labios, los cuales me reciben con el beso más íntimo y dulce que jamás había podido imaginarme.

Si James supiera que acabo de dejarme completamente a la dominación de esta niña, me molestaría hasta el cansancio...

Mis manos van a su cintura, la sujeto con fuerza, se tambalea un poco, quizás de lo crudo que se siente, de lo cercano que está todo de pasar a más... De que nos aliviemos mutuamente.

Luego se separa un poco de mí, solo para hablar sobre mis labios— Quiero que ambos nos sintamos cómodos... Yo estoy cómoda, ¿tu?

—Incómodo, mucho... El pene me duele y quiero aliviarte... quiero jodidamente eso.

Se muerde el labio, pero no puede evitar sonreír con descaro, incluso con un poco de burla.

—No te burles de mi. —mi mano suelta su cadera, y ahora sujeto su mandíbula, borrando cualquier rastro de diversión en su carita— No es nada gracioso.

—Tu fuiste el que se alejaba. Eres quien decía que no quería —susurra.

—Te comportas como una niñita...

—¿Y eso te gusta? —levanta una ceja desafiante, su pregunta me sorprende y sonrió por su habilidad para dar vuelta una situación.

—¿Y a ti? ¿Te gusta que te vea como a una niñita caprichosa?

—No debería desearlo como lo hago ahora... —confiesa después de tragar saliva.

—Pero estamos solos... Yo puedo abrirme a ti y tú puedes hacer lo mismo conmigo... —mi agarre en su mandíbula se ajusta un poco— No hay porque ocultarse de Black...

—¿Black? —pregunta con diversión.

—¿Tienes un apodo mejor?

Papi —a mis oídos eso suena como un gemido.

devour me; sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora