XII.

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CHAPTER TWELVE
welcome back home, lizzie
november 3rd, 2022.




Ya con el guardia de entrada Lizzie se dio cuenta que aceptar fue una mala idea.

Julián había tramitado las boletas bajo el nombre que le conocía, Elizabeth Rossi. También envío una para Peter; aunque el guardia de seguridad no lo tomó en cuenta y se quedó congelado cuando sus ojos recorrieron el nombre de Lizzie e hicieron click rápido. Lizzie soltó un suspiro, con la necesidad de dar la vuelta y huir a la seguridad de su piso, donde nadie la vería como si fuera el Prometeo que trajo el fuego de los dioses a los humanos primitivos.

—Señorita Bellington —murmuró el guardia.

—Hola —dijo Lizzie. Ojalá la tierra se la tragara y la escupiera de Hong Kong—. Uhm, no creo que sea buena idea detener la fila conmigo.

El guardia de seguridad parpadeó, saliendo del trance que le provocó verla allí. Él la dejó pasar; ingresó la boleta de un Peter bastante irritado al sistema y la vio irse, con aparente emoción. Lizzie se encogió de hombros ante la mirada de su propio guardaespaldas y siguió de largo por los pasillos del Etihad, dispuesta a ignorar las cámaras ubicadas de forma estratégica alrededor del lugar.

Esperaba llegar a los asientos VIP en primera fila que Julián les consiguió, encima de la banca y los técnicos del City, antes de ser interceptada otra vez. Ese era su único objetivo, al menos, hasta que se topó a las pantallas electrónicas que iban y venían por los pasillos del Etihad con la imagen, la trayectoria y los apodos de las leyendas del City.

William Bellington le sonrió de manera orgullosa a través de la pantalla. El Conquistador, rezaba la parte baja de la pancarta. El único jugador creado por el City que consiguió una Champions para el club. Lizzie tragó saliva, con lágrimas ya formándose en sus ojos, mientras observaba el hombre de cabello rojo cobrizo allí, la imponencia que transmitía incluso en una ilusión tecnológica.

La última vez que Lizzie había visto a su padre fue en un tribunal, cuando ella misma testificó a favor de Nadia en un juicio que decidía su custodia. Desde entonces, el Conquistador de Manchester no fue nada más que un amargo recuerdo para ella y para su tía. Un amargo recuerdo que la atormentaba.

—Señorita Rossi —murmuró Peter, contra su oído—. Hay una cámara cerca.

El guardia de seguridad debió haberle comunicado a alguien del regreso de Lizzie, entonces. Si se apresuraba ahora, llegaría a los asientos y la afición, los magnates del club, se concentrarían en lo que sucedía en la cancha. Lizzie parpadeó rápido, secó la lagrimilla traicionera que descendía por su mejilla y dio media vuelta.

KARMA ━━ julián álvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora