una transferencia al city, un androide noruego, una noche de tragos, un bebé sorpresa y el mundial qatar 2022. sí, es una buena forma de resumir la historia de lizzie y julián.
julián álvarez x female!oc.
the football wags universe:
book 1.
cover by...
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KARMA, epílogo. ❝pregúntame qué he aprendido todos esos años, pregúntame qué gane con todas esas lágrimas.❞
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El sol en Ibiza era acogedor, como un manto dorado que ardía a su espalda y le quitaba el aire deprimente que traían desde casa. A Hugo le encantaba la playa, el océano, ese aroma picante a verano que Manchester nunca pudo lavar de él para reclamarlo como suyo. Era un nene feliz que encontraría entretenimiento con las cosas más extrañas, como el sonido del agua al encontrarse con la arena, la sensación de la sal que se pegaba a su piel blanca y fría, que la moldeaba.
—Vos no te cansas nunca, ¿eh? —Julián soltó una carcajada, acompañando el sonido estridente de la risa de su hijo cuando lo levantó y lo lanzó en el aire. Hugo cayó de nuevo a la seguridad de los brazos de Julián, todo sonrisas y encanto infantil—. Tenés más energía que todos nosotros juntos.
Había sido un niño enfermizo cuando nació. Su falta de llanto alarmó a los médicos en la sala de parto y a las personas que esperaban noticias en el pasillo. Julián fue puras lágrimas tras verlos revisar apresuradamente los signos vitales del bebé antes de trasladarlo a una incubadora, a la protección artificial que Lizzie no podía ofrecerle a su hijo. Hugo era tan frágil, tan pequeño, que la sola idea de cargarlo en brazos lo llenó de miedos.
Las olas golpearon de nuevo. Hugo pataleo y trato de tocarlas con las manos, siempre fascinado por la extraña forma de las ondas, pero Julián se aferró a él. El puchero que recibió a cambio sacó una sonrisa tenue de Julián que hizo poco para calmar la ofendida expresión de Hugo, incluso si el nene no volvió a intentar escaparse de sus brazos.
Tenía el cabello morocho y la nariz de Julián, una combinación adorable con las pecas y el color de los ojos de Lizzie. A Hugo le fascinaban las pecas, siempre buscando el tatuaje de ellas sobre el pequeño puente de unas mejillas regordetas por la grasa de bebé cuando se miraba al espejo. La curiosidad de Hugo nunca fallaba en hacerlo reír, como si todo en el mundo fuera nuevo para él y su percepción infantil.