Demonios

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El resto de las clases pasaron mucho mas rápido y tranquilo que DCAO, sin embargo a todos nos persiguió el recuerdo de la maldición que nos habían contado cientos de veces nuestros padres, había acabado con cientos de vidas durante la guerra mágica.

No lo dijeron en voz alta, pero mis amigos se veían algo inquietados después de eso. 

Estresada de las clases, tome mi mochila y me dirigí al lago, decidí sentarme junto a un árbol que daba entrada al bosque prohibido y comencé a leer un libro, las brujas de Salem, mito o realidad muggle. 

Pase el rato hojeando las pequeñas hojas color crema y me perdía en ratos en el paisaje que tenia al frente, el monstro del lago se asomaba al menos una vez cada par de horas y las nubes cubrían en su mayoría el cielo que amenazaba con llover en cualquier momento. Cuando el viento comenzo a entrar en rafagas frias por mi falda me puse de pie y di por terminada mi lectura. 

Regrese al castillo con pasos lentos y obserbe como la luz comenzaba a desvanecerse de a poco. Y entonces, lo senti llegar a mi...

La ansiedad me golpeaba en ratos, nunca tenia razón o lugar especifico, pero pasaban y eran tan fuertes que me aterraban y me paralizaban como estatua de hielo fuera el lugar que fuera en el que me encontrara. Me hinque en el suelo tomando mis rodillas con las manos y bajando mi cabeza para evitar imaginar siluetas frente a mi provenientes del bosque prohibido.

Mi respiración comenzó a agitarse y cosquilleo irritante comenzó a subir de la palma de mis manos hasta mi cuello, estaba aterrada, tirada en el suelo mientras sufría un ataque de ansiedad en la oscuridad de los terrenos de Howarts.

-Theo- dije con voz quebrada, apenas como un susurro. 

-The.. ¡Theo!- Grite lo mas alto que pude.

No podía moverme, no podía llorar o hacer algo, sentía un miedo indescriptible que me paralizo en el suelo. 

Trate de dar respiraciones profundas pero salían mas como jadeos cansados. Theo, necesitaba a mi hermano. El sabe que hacer, siempre lo ha hecho. 

Sentí que unas manos me levantaban y pude ver de reojo unos destellos de un suave cabello pelirrojo.

-Dios mío, no te mueras- Dijo Ron en voz alta casi como un grito desesperado.

-No seas idiota, solo llevémosla a la enfermería- dijo alguien detrás de mi, era de otro chico, debía ser de Harry Potter.

-NO- chille mientras mis labios temblaban. -Llévenme a la sala común de Slytherin por.. por favor-. Se miraron confundidos, pero sin agregar una palabra mas, me llevaron en brazos lo mas rápido que pudieron.

Afuera de las mazmorras Ron trataba de decir toda clase de palabras idiotas para abrir el pasadizo.

-Muerte a los magos sangre sucia, viva la pureza de sangre, arriba la magia oscura- Harry lo observaba con el seño fruncido en desaprobación a su amigo.

-Ser...serpensontia- dije con un hilo de voz, y me solté del agarre de Harry.

Intentaron guiarme adentro, pero alguien salió en ese momento de las mazmorras impidiéndoselos. Su alta figura imponía y le brillaban los ojos de furia al ver quien intentaba entrar a nuestra casa.

-Ni se te ocurra poner un pie adentro Potter- escupió con odio sin soltar su mirada. -Si alguno de tus traidores de sangre amigos pone un pie, te juro que te lanzo un crucio que hará que olvides tu patética existencia-. Paso sus ojos grises de Harry a mi y me paso el brazo por la cintura, cargando con el peso de mi cuerpo, y liberando así, una gran carga que suponía el caminar en mi situación.  Los muchachos asintieron de mala gana y dieron media vuelta en dirección a sus dormitorios. Malfoy me llevo en brazos, tenia la vista al frente y no se giro a verme en ningún momento. Caminamos en silencio, estaba experimentando una paranoia que se tornaba desgastante. 

Con un nudo en mi garganta y mis manos cosquilleando hasta arder entramos a la sala común. Junto a la  chimenea se encontraba un grupito que reía a carcajadas, pero sus murmuros cesaron en cuanto nos vieron entrar.

-Mi amor.. ¿estas bien?- Escuche la dulce voz de Thimothée acercandose. Se escuchaba preocupado.

-Por supuesto que no esta bien, qué pregunta tan estúpida es esa- dijo Malfoy sin soltarme de sus brazos. Mi novio puso los ojos en blanco y al ver que sobraba en la situación, se alejo al lado de las escaleras.

-Vamos recuéstate aquí en el sofá en lo que busco ayuda- Me susurro Draco al oído, dejándome suavemente por el cuero del sillón.

Podía sentir como se empezaba a reunir la gente a mi alrededor, curiosos observando lo que pasaba. 

-Theo, quiero a Theo- solloze cansada, mi cabeza comenzaba a nublarse y mis nudillos a tornarse de un color blanco por presionarlos tanto.

Quería gritar, quería temblar, una helada corriente cruzo por mi espina dorsal y sentí que me paralizaba de nuevo. 

Escuche a Draco gritar su nombre con fuerza, preocupado. No veía lo que hacia, pero conociéndolo estaba llevándose sus manos al rubio cabello.

Al cabo de unos segundos mi hermano bajo curioso de porque tantos gritos, pero en cuanto me vio tirada en el sofá con las manos cubriendo mi cabeza lo supo.

-Draco, sácalos de aquí ahora- le dijo a su amigo arrodillándose a mi lado.

Este asintió y les lanzo una mirada furiosa a todos, y en voz alta pronuncio. -El que no desaparezca en 3 segundo de esta sala, juro que le corto el cuello- Y se fue junto con el resto que preferían no ver si su amenaza era cierta.

Theo me abrazo y al cabo de un rato, el pánico comenzó a disminuir. Pasamos horas en ese sofá, el dibujaba círculos en mi hombro y me contaba historias de vampiros y hombres lobo para desviar mi atención a otro lado, tal y como cuando éramos niños. Él era mi pilar, con el me sentía estable. 

-¿Qué viste esta vez?, cuéntamelo.- Me dijo metiéndose a la manta conmigo pero del otro extremo del largo sillón de cuero. 

-Vi esa figura de nuevo Theo... era tan real. Aquella con los ojos negros y la cabellera blanca, llevaba una insignia en la mano- Dije con la voz mucho más tranquila que hacia unas horas. Cerré mis ojos y me gire, quedando recargada en las rodillas de mi hermano. Ambos veíamos cómo la chimenea salpicaba destellos y crujía con el contacto de la leña. -¿Tú ya no lo has visto?.

-No, al menos no desde que teníamos doce- Dijo con una media sonrisa, recordando las pesadillas.
Ese era uno de nuestros tantos misterios. Compartimos la misma pesadilla por años. A veces el, a veces yo. Sin saber a ciencia cierta de donde provenía.

Quizá de algún periódico que leímos de muy pequeños, o alguna película que nos aterrorizo a los dos. Nunca supimos. Lo único que sospechamos es que tuvo que ser algo realmente horrible, porque nos causaba ataques de pánico al imaginarlo. 

Tal vez era nuestro propio demonio siguiéndonos, recordándonos que estaría allí, detrás de nosotros a donde quiera que fuéramos. 

Un demonio que se rehusaba a dejarnos en paz a el y a mi.




DIRTY SNAKES  +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora