DIRTY SNAKES +18

Enojo

Un mes después de haber entrado a clases recibí una carta inquietante.

Venia de parte de Narcissa por lo que me sorprendí al recogerla del pico de el Búho real euroasiático, perteneciente a la familia Malfoy.

En ella, me decía que mi vida estaría a punto de cambiar, y lo único que pedía era que estuviera muy atenta a su hijo. Que todo se me seria explicado en las vacaciones de Navidad.

Guarde el pergamino en mi capa y me dirigí por los oscuros pasillos del castillo hacía las mazmorras.
La noche había caído en los campos de Howarts, y con ella, la mitad de los alumnos en sus dormitorios. 

No me hablaba con Zabini. Mi hermano estaba muy ocupado con sus entrenamientos profesionales de quidditch. Por lo que mi único refugio era Daphne. Pero había tomado clases extra para poder estudiar pociones, por lo que no solíamos vernos mucho después de clases. 

Seguro a esta hora ya estaba dormida. 
Y yo... me sentía mas sola que nunca. 

Me senté en la sala común y comencé a recordar como las cosas habían cambiado tan dramáticamente en tan solo unos meses. 
Como mis amigos, y la vida de colores que tenía de repente parecía tornarse en tonos mucho mas sombríos. 

Observe las llamas avivarse una y otra vez, con la mirada fija desde la alfombra de la sala. Sintiendo mis pulgares calentarse de a poco. 

Había estado pasando bastantes noches tratando de conciliar el sueño en vano, pues me sentía con una extraña sensación en el pecho de confusión. En un intento de tratar de adaptarme a mi nueva vida, dejando atrás todos aquellos años felices en Howarts. 
Los cuatro inseparables no eramos mas que jóvenes adultos intentando lidiar con sus propios problemas. Y eso... por mas que quisiera, no dejaba de dolerme.

Escuché pasos a mi espalda, y observe la rubia melena del estudiante mas temido por todo Howarts, entrar en silencio sin hacer un ruido por la puerta de las mazmorras. Y subir con bastante cautela las escaleras hasta su habitación.

¿Qué hacia Draco a estas horas de la noche vagando por el castillo?
¿Y porque parecía estar tan nervioso porque lo descubrieran?

En otro momento. Hubiera subido a hurtadillas a su habitación para interrogarlo, como perfecta excusa para pasar la noche con el bajo sus sabanas y el calor de su aliento en mi cuello. 
Pero eso hubiera sido en otro momento. 

Si hiciera eso ahorita, correría un verdadero riesgo. Pues el hombre que había regresado de Azcaban no se parecía ni remotamente a lo que alguna vez había sido Draco Malfoy. 

Todos en el colegio lo sabían, y le tenían un miedo inexplicable. 
Katy Bell acababa de ser envenenada hacía una semana. 
Y escuchamos de la voz del mismo Harry Potter, que podía jurar que Malfoy lo había hecho. 
La mitad del colegio lo creyó, la otra mitad se limito a no confirmar por temor a ser envenenado también por él.
Pero, ¿Podría ser posible que Draco estuviera yendo por ahí con intención de asesinar estudiantes porque si?

Me parecía difícil de creer, incluso para alguien como su nuevo él. Pero ya no estaba tan segura. 

Al día siguiente quede de desayunar con Daphne y Astoria en el gran comedor. 
Astoria y yo no nos llevábamos muy bien desde que su crush hacia Draco Malfoy se había intensificado con su look de chico desquiciado. 
Pero al menos lo intentaba, porque la poca interacción con estudiantes en el castillo me estaba dejando muy pocas opciones a elegir. Y lo último que quería era quedarme totalmente sola vagando por el colegio.

—El otro día escuche que su primera vez fue con Pansy. Y ella juro que cuando lo metio en su boca por primera vez, vomito por toda la habitación por el tamaño impresionante que tenia. ¿Se imaginan?— mientras Astoria soltaba el comentario, no pude evitar ahogarme con el pedazo de papa asada que me había metido a la boca. Intentando en vano toser con desesperación y tomando posteriormente un gran sorbo de jugo de calabaza. 

—As, deja de fingir que Chiara no estuvo con él. Si quieres preguntar algo se directa— respondió su hermana en tono molesto mientras me daba palmaditas en la espalda hasta que recupere la compostura. 

Me incorpore y observe a Astoria mirarme con ojitos de perro triste. Esperando una respuesta que claramente prefería no decir nunca. Pero como dije, mis opciones en amistad eran limitadas, así que termine cediendo. 

—Bien, solo puedo compararlo con el de otro mago aquí. Así que si te sirve, si. El de Draco es mucho mas grande que cualquier otro que haya sentido— concluí con las mejillas encendiéndose por la vergüenza de aquello.

Y para mi peor pesadilla. Alguien a mi espalda pareció escucharlo justo cuando yo mencionaba aquello.

—¿Dios mio Draco ya escuchaste?— era la ridícula voz de Crabbe soltando una fuerte carcajada. 
—No Crabbe por favor...— comencé a susurrar con mis palmas unidas en un gesto de suplica. Pero en sus ojos pude notar la maliciosa diversión por mi situación, y entendí al instante que no me ayudaría. 
—Aquí Nott esta hablando de lo mucho que extraña tu miembro. ¿Es verdad que es tan grande?— estalló en una carcajada de la que le siguieron otros tantos alumnos de Slytherin al otro lado de la mesa. 

Mis mejillas se coloraron y sentí que la sangre me subía a la cabeza. 
No pensé en nada, y solo me levanté enojada haciéndole frente a Crabbe, quien me sacaba mas de una cabeza de largo. 

—¿Porqué no buscas alguien que hable de tu propio miembro Crabbe? En lugar de molestarme.... ¿Acaso no hay nadie en el colegio que pueda aguantar la repugnancia de hablar de esa manera del tuyo?

Sus ojos se posaron en los míos con odio. Mientras los mismos compañeros que habían reído con su comentario, ahora soltaban risas aun mas fuertes con el mio. 
Se quedó retándome por un segundo, mientras me susurraba algo tan bajo que solo yo pude escucharlo.
—Solo porque Draco esta viéndome. Pero algún día, te agarrare sola Nott.

Se alejo hacia la mesa, lo que me dejo con bastante orgullo en el pecho como una victoria bien ganada. 
Me gire de nuevo a mi asiento observando los grises e inexpresivos ojos de Malfoy clavados en los míos. 

No parecia ser que hubiera intervenido si Crabbe hubiera decidido hacerme algo. Sin embargo, la pregunta aun rondaba mi mente. 

¿Porque lo había mencionado entonces Crabbe?