- ¿¡Se puede saber qué es este espectáculo!? - Bramó la imponente voz.
Kakyoin se paralizó completamente bajo mi cuerpo. Sentí cada uno de sus tendones tensarse y note la piel de su cuello erizarse. Inconscienteme solté sus manos y retiré mi peso de su cuerpo. Él se levantó, haciéndome de inmediato a un lado.- Padre - Dijo Kakyoin, en un tono preocupado, mientras el hombre se acercaba a nosotros a paso rápido.
Era alto, delgado y una fina barba adornaba su algo arrugada cara. Vestía el mismo traje que los aprendices, pero su color de pantalones era distinto y aparte usaba algún tipo de kimono en vez de la camisa. Su pelo era gris ceniza, tanto el del rostro como el de la cabeza y el pecho, que asomaba, al llevar el kimono algo abierto.
- ¿¡Qué es todo esto, Noriaki?! - Graznó el hombre, cada vez más cerca nuestra. Los jóvenes plegaban sus torsos y agachaban sus cabezas conforme el hombre iba pasando delante suya. Cuando se paró delante nuestra Kakyoin se puso de rodillas, pego la frente al suelo, y me indicó que lo imitara, cosa a la que obviamente me negué.
Miré al hombre de arriba a abajo, de forma despreocupada, aunque para mi sorpresa, este no me devolvió la mirada en ningún momento.
Su mirada estaba clavada en la cara del que supuse que sería su hijo. Ha dicho "padre", ¿verdad? ¿O me lo he imaginado? Dudé, por un segundo.
- Padre, ¿Qué hace aquí tan temprano? - Continuó Kakyoin, alarmado.
- ¿Y todavía en esta situación te atreves a cuestionarme? - Le soltó su padre, enfurecido.
- Yo... Lo que sucede, padre, es que - Comenzó Kakyoin, exasperado, pero su progenitor lo interrumpió.
- Tus excusas son puras banalidades, Noriaki. Yo a tu edad, no le causé a mi padre ni un solo problema en el Dojo - Exclamó, en un tono duro, que no conocía benevolencia. - Y mírate... ¿Tú te haces llamar mi hijo? Revolcándote en la hierba como si fueras un animal salvaje o un crío -
Kakyoin, que seguía arrodillado, mantenía la mirada fija en el suelo. Estaba totalmente tenso. El resto de alumnos a nuestro al rededor compartían la misma situación, todos arrodillados y con la mirada clavada en el césped.
Se hizo un frío silencio.
- Me dejas mucho que desear como hijo, y como sub-líder de este Dojo, Noriaki... Mucho - Continuó su padre.
En ese punto no pude aguantar más la ira que se me estaba acumulando dentro. Si había algo que me gustaba menos que los perritos falderos, eran aquellos que abusaban de su poder como figura parternal o educativa.
- ¡Vale, vale, vale! No me gusta ni un pelo por donde vas, viejo - Le espeté al señor Kakyoin, mientras recogía mi gorra del césped y me levantaba - Déjeme explicarle algo... - Dije, mientras me colocaba la gorra. Sentí un golpe seco en el estómago y mis rodillas cedieron, desplomándome contra la húmeda hierba.
Desde mi posición y con las manos sobre la barriga, vi a un Kakyoin borroso que hablaba, serio;
- Llevadlo dentro y que repose en la enfermería -
(...)
- ¿Qué mierda están haciendo esos dos ahí fuera? - Le pregunté a la joven arquera, que se había quedado conmigo en la enfermería, y miraba por la ventana, sentada en un taburete.
Estaba sentado sobre la camilla de la habitación con las piernas cruzadas, y las palmas de las manos apoyadas en el colchón, fumándome un piti.
- No veo nada desde aquí, la ventana da a la parte trasera del dojo, y ellos están en la delantera - Me dijo.
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𝑨𝒓𝒐𝒎𝒂 𝒂 𝒍𝒂𝒗𝒂𝒏𝒅𝒂 ~ [𝙹𝚘𝚝𝚊𝚔𝚊𝚔]
Romance⭐Jotaro ha vivido toda su vida en la gran ciudad, y no está en sus planes cambiar de ambiente. ⭐Todo cambia cuando su madre decide irse a vivir a un pueblo totalmente alejado de las metrópolis ,para descansar del bullicio y las grandes masas de gent...