Abrí lentamente los ojos y noté una leve presión contra el pecho. Hallé entonces al pelirrojo apoyando su cabeza contra uno de mis pectorales, mientras dibujaba espirales sobre el otro con el dedo índice.
Paró de hacerlo cuando notó que yo estaba despierto. Me clavó esos ojos violetas durante un par de segundos para acto seguido posar un suave beso sobre mi pecho. Acaricié su cabello y miré por la ventana.
- ¿Qué hora es? - Pregunté, rascándome un ojo con la mano que tenía libre.
- A no ser que el reloj de tu mesita esté mal... Las ocho de la tarde - Dijo él.
- Joder... - Maldije, y lancé un largo bostezo - ¿Llevo media hora sopa? - Pregunté, algo avergonzado.
- Sí... - Me respondió - Tienes una pinta de lo más tierna cuando duermes ¿Te lo han dicho alguna vez? - Dijo, soltando entonces él un largo bostezo -
- Suenas como mi madre - Apunté. El rió.
(...)
- ¿Estás seguro de que no quieres que te acompañe? - Le pregunté, agarrado al portón de la valla.
- No soy una niña de diez años, Jotaro - Me reprindió él. - Creo que puedo ir solito a mi casa -
- Ya... Bueno -
- Sé que te mueres por estar más tiempo conmigo - Dijo, en un tono arrogante.
- ¡Ja ja! - Dije yo, sarcásticamente - No te lo crees ni tú - Declaré, tratando de no volver a sonrojarme.
- Ya, ya... Seguro - Dijo, dando un paso hacia atrás.
- Anda vete ya, Kakyoin - Le apremié yo. Él comenzó a alejarse, como de costumbre; andando con la mayor gracia que mis ojos habían vislumbramos nunca.
- Puedes llamarme Noriaki - Dijo de pronto, sin girarse a mirarme. Lo seguí con al mirada mientras se alejaba sin decir nada.
Ese día me olvidé de cena y demás, encerrándome en mi habitación y durmiendo hasta el día siguiente de nuevo.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-
El lunes llegó y con él llegaron las dudas.
Había estado reflexionando sobre nuestra relación esa misma noche de domingo, pero estaba tan embriagado en mi sueño, que se había hecho realidad, que no le di mucha importancia y preferí dormir plácidamente.Por la mañana, mientras me vestía y arreglaba, era eso, lo único que tenía en la cabeza.
(...)
- ¿Cómo te fue ayer con Kakyoin? - Dijo de pronto mi madre, que estaba sentada enfrente mía durante el desayuno. No pude evitar escupir algo del arroz que estaba masticando y comenzar a toser.
- ¡Jotaro! Pero, ¿Qué haces niño? - Exclamó mi madre, molesta.
- Agh, disculpa... Se me ha ido algo de arroz por el otro lado - Mentí yo, mientras trataba de masticar la comida que había conseguido rescatar. - Con Kakyoin bien -
Mi madre me miró de arriba abajo.
- ¿Qué hicisteis? Me preguntó, mientras se servía algo de arroz calentito en el plato.
- Esto... Hablar y eso... Nada especial - Traté de inventarme algo mientras mis mejillas se coloreaban lentamente.
- Ya veo, ¿Pasasteis un buen rato? - Me preguntó, sonriente.
- S-sí, por supuesto, ¿Por qué coño preguntas tanto? - Reclamé, molesto.
- Estoy preguntando lo mismo que todos los días - Respondió ella, tranquila, mientras comía una cucharada de arroz.
La miré, tratando de hallar algún indicio de nerviosismo en su ser. No encontré nada, la mujer se hallaba completamente en calma.
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𝑨𝒓𝒐𝒎𝒂 𝒂 𝒍𝒂𝒗𝒂𝒏𝒅𝒂 ~ [𝙹𝚘𝚝𝚊𝚔𝚊𝚔]
Romansa⭐Jotaro ha vivido toda su vida en la gran ciudad, y no está en sus planes cambiar de ambiente. ⭐Todo cambia cuando su madre decide irse a vivir a un pueblo totalmente alejado de las metrópolis ,para descansar del bullicio y las grandes masas de gent...