Capítulo 24 (parte 2, final) : [Olor a lavanda]

121 14 5
                                    

- No tenías que haberte vuelto a abotonar a camisa - Me dijo, mientras me la abría velozmente.

- Dios mío te echaba de menos - Dije, inclinándome sobre su cuello para olfatear su familiar aroma. Comencé a besarle la base de este y las clavículas - ¿Alguna vez te he dicho lo bien que hueles? - Dije.

Él se rió. Volver a escucharlo reír me hacía sentir un calor surrealista en el pecho.

- ¿Qué tonterías dices? - Me dijo, quitándome la camisa.

- ¡Va en serio! - Le dije, irguiéndome - Es como un aroma así, forestal... No sé cómo describirlo... - Expliqué, mirándolo atentamente.

- Forestal - Me repitió - Anda callate y hazme el amor - Dijo, acercándose a mí.

- Ya lo has dicho - Dije yo, en un tono alegre, y le bajé los pantalones del tirón. Esto último provocó una tierna exclamación emitida por Kakyoin.

- Jojo... - Dijo, suavemente.

- ¿Sí, cariño? - Dije yo, levantándome a mirarle a los ojos.

- Te quiero... - Susurro - Te amo, Jotaro Kujo - Sentenció, ruborizándose.

- Yo a tí más... - Le dije, sin creerme lo que escuchaba, y procedí a demandar fieramente su boca, sin darle pie a que me reprochara algo.

Lo besé sin descanso durante un buen rato, mientras le sacaba del todo los pantalones y los arrojaba al suelo. Dejé de besar sus labios para bajar todo su pecho y su abdomen dejando un rastro de besos hasta su miembro, que agarré gentilmente con una mano, mientras bajaba mi boca a su pequeña entrada, que pronto comenzaría a lamer.

- ¡Jotaro! - Me reprochó el chico, extremadamente sonrojado - ¿¡Qué haces ahí abajo?! -

Levante la cara, parando mi labor por un momento y lo miré, con una expresión inocente en el rostro.

- ¿Qué hago? Solo me hago hueco en este lugar tan bonito que es mío y solo mío - Expliqué, y volví a sumirme entre los cachetes de su trasero , hundiendo mi lengua en su entrada una y otra vez, dejando saliva allí donde pasara.

- ¡Jotaro! ¡Agh! - Gemía Kakyoin, sintiendo mi lengua en su interior. A parte de esto, continué acariciando a su amiguito con la mano con la que no me agarraba a su cadera. El pelirrojo se mordía la mano en un intento de aplacar sus gemidos.

- ¿Por qué los callas? - Pregunté, molesto, sin dejar de acariciar su miembro.

- ¡Jotaro esto es demasiado! - Decía él - Nos van a escuchar -

- ¿Quién? Mi familia no está y Polnareff está frito- Expliqué, y volví a mi labor.

- ¡Aah! ¡Agh, Jojo! - Decía - ¡Vamos a despertar a Polnareff! -

- Nah, cuando ese se duerme bien puede caerle una bomba al lado que no se entera - Dije yo, y le inserté dos dedos al pelirrojo, haciéndolo gemir aún más fuerte - Tu culo parece haberme echado de menos - Dije, sonriendo maliciosamente.

- ¿Qué coño... Dices? - Decía, entrecortadamente.

- Pero mírate, si no puedes ni hablar bien- Dije, picándolo.

- ¡Pero qué dice- - Comenzó, pero se interrumpió a sí mismo al sentir a mi tercer dedo irrumpiendo en su cavidad -¡Jotaro! ¡Agh!- Gemía.

- Joder, Kakyoin - Le dije yo - Me estás prendiendo de una manera... - Confesé, observando su cuerpo desnudo. El pelirrojo se irguió y me abrió la bragueta del pantalón, agarrando mi erección entre sus manos. No pude aguantar producir un leve gemido gutural -Noriaki... - Dije, y continué penetrando una y otra vez su entrada, mientras él acariciaba mi miembro de manera rítmica.

𝑨𝒓𝒐𝒎𝒂 𝒂 𝒍𝒂𝒗𝒂𝒏𝒅𝒂 ~ [𝙹𝚘𝚝𝚊𝚔𝚊𝚔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora