Capítulo1: Un trabajo normal

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Eleonora Andrade—Nora para los amigos— dejó caer la bolsa de viaje en el suelo, estaba exhausta. Entró en el apartamento que compartía con su novio Richard, fue directa a su habitación, se lanzó encima de la cama para darle una sorpresa y se encontró con que el bulto que dormía en su cama no tenía nada que ver con lo que esperaba encontrar.

—¡Ahhh...! — gritaron el bulto y la joven a la vez.

Eleonora no entendía nada. ¿Dónde estaba su novio y qué hacía aquella desconocida allí?

—¿Quién eres? ¿Se puede saber qué haces en mi casa y en mi cama? —increpó Nora indignada.

—¿Qué...? —protestó la joven más hermosa que había visto en su vida—. No te conozco...

—Creo que la única que tiene que responder a mis preguntas eres tú, bonita... Estás en mi casa, en mi cama y llevas puesta la una camiseta de mi novio—. Nora estaba cada vez más enfadada.

Para colmo, la joven era muy atractiva—rubia, de increíbles y grandes ojos grises— que parpadeaba somnolienta y molesta por la luz con aire de no haber roto un plato en su vida.

—Ah...tú debes de ser su novia. No tenía el gusto de conocerte. Soy Adela...Adela Clarkson...trabajo con Richard y somos amigos— dijo tendiéndole la mano. 

Pero Nora no se la estrechó. Desgreñada, con la cara somnolienta, vestida únicamente con la camiseta favorita de Richard a Nora cada vez le angustiaba más aquella situación. Adela Clarkson parecía una maldita modelo de revista.

— Yo soy Eleonora y sí, efectivamente soy su novia ¿Qué estás haciendo aquí exactamente? — increpó sintiendo cómo la sorpresa inicial iba siendo sustituida por unos celos insoportables y crecientes. Ella tardaba siglos en verse la mitad de atractiva que ella.

—¿Yo...? Nada en especial, sólo dormir—la miró comprendiendo lo que pensaba—.No es para nada lo que parece...— parecía la inocencia personificada.

Eleonora se quedó blanca como el papel. Aquello era más de lo que podía soportar. Cogió su teléfono móvil, salió de la habitación dando un portazo y llamó a su novio. Tendría que explicarle muchas cosas.

—No es lo que parece, Nora...—Le contestó—. Déjame que te explique.

—Qué curioso. Ella me acaba de decir exactamente lo mismo. Estaba en nuestra cama Richard, durmiendo con la camisa que te regalé ¿Me lo puedes explicar mínimamente?

—No te lo vas a creer...

—Prueba.

—Es una compañera de trabajo que está pasando por un mal momento. Lo acaba de dejar con su novio y me pidió que la dejara pasar la noche en casa.

—¿Compañera? pues ella ha dicho que es amiga tuya.

—¿Qué me estás ocultando, Richard? ¿Y por qué no me dijiste nada? Al menos podrías haberme llamado al móvil para consultarme.

—No creí necesario pedirte permiso... ¿Por qué te comportas como si no confiaras en mí? Pareces una cría.

—¿Y por qué parece que tengáis tanta confianza como para dormir con tu camiseta?

—No seas paranoica, Nora. Adela es una buena chica que sólo está pasando por un mal momento.

Eleonora empezó a llorar de rabia. Las palabras le salieron atropelladamente:

—Mira, no te creo ni una palabra. Creo que entre vosotros hay algo ¿Por qué si no iba a estar durmiendo en nuestra cama? Tenemos un sofá cama para las visitas.

¿Qué me has hecho? [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora