Capítulo 11: Una preocupante adición II

50 10 10
                                    


Jasper tenía ganas de tomarse el día libre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jasper tenía ganas de tomarse el día libre. 

Hacía una mañana magnífica de viernes y también pensó en liberar a Adela de sus obligaciones. La joven asistente estaba comprometida con su trabajo, era cierto y estaba contento con su rendimiento. Pero últimamente, sentía que se estaba sobrepasando con sus responsabilidades. Nora, la niñera había insinuado que los niños estaban demasiado pendientes de los móviles de última generación que él había consentido que tuvieran y tenía que admitir que a la joven no le había faltado razón tras constatar con el ama de llaves y con su secretario el notable cambio de actitud de sus hijos. 

También era consciente de que  estaban cada vez más desinteresados en socializar, relacionarse y salir al mundo real. 

Pero su asistente personal estaba empeñada en quitarle  importancia al asunto. 

—No veo por qué tiene que preocuparse, señor Fraser. Los niños están encantados con sus nuevos regalos  y usted se puede centrar más en los asuntos que de verdad importan. Si le soy sincera, no veo nada malo en que aprendan a usar las nuevas tecnologías.— Le dijo satisfecha de comprobar que sus consejos no habían caído en saco roto.

Pero Jasper estaba preocupado. 

—Mis hijos también son muy  importantes para mí. Son mi máxima prioridad, señorita Clarkson. Y me parece que ahora mismo  está traspasando límites que no le convienen. Usted no está aquí para juzgar cómo los educo. No lo olvide.

Adela se sintió dolida por aquella contestación. No la esperaba en absoluto.

—Discúlpeme, pero yo...

Su jefe estaba molesto por lo que consideraba un abuso de confianza. 

—Usted limítese a hacer su verdadero trabajo. No  haga que ahora me arrepienta de haber contratado sus servicios.— Replicó hosco mientras la miraba con dureza.

La joven titubeó. Las cosas se estaban torciendo y la culpable de todo era aquella insignificante empleada suya. La odiaba, no podía evitarlo. 

—Está bien, lo siento. Yo creía que les estaba ayudando.—Se excusó sintiendo que los labios le temblaban de rabia.

Jasper interpretó ese gesto de manera errónea.

—Está bien. Cálmese, señorita Clarkson. Sé que su intención ha sido buena, así que no le tomaré en cuenta este desliz. Tómese el resto del día libre. Baje al pueblo, hágame caso  y disfrute un poco de la vida. —Sugirió con una sonrisa culpable, no quería que se pusiera a llorar allí mismo.

Pero Adela estaba furiosa.

"¿Cómo que disfrute de la vida? yo amo mi trabajo. No soy ninguna mojigata, señor Fraser. Tengo mi propia manera de divertirme" pensó la joven esbozando una fría y educada sonrisa.

¿Qué me has hecho? [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora