—Oooh...maldita sea— Murmuró Nora apretándose las sienes. Le dolía la cabeza y sentía la garganta seca.
Confusas imágenes de lo ocurrido en el puerto le iban llegando a la mente. La imagen difusa de los puños de Jasper sobre la cara de Justin le aclaraban solo parte de lo ocurrido. Su cómplice huía en la noche y él la metía en su deportivo, rumbo ¿al hospital, quizá?
Y ¿Dónde diablos estaba? desde luego que aquella no era su habitación. Esta otra era enorme, sobria, decorada con muebles antiguos y también con un toque moderno, minimalista. El decorador había mezclado con maestría elementos industriales con antigüedades que sin duda pertenecían al castillo en el que trabajaba: la majestuosa propiedad del magnate Jasper William Fraser. Los pesados cortinajes de brocado impedían la entrada de la luz del día, pero podía ver cómo los rayos del sol intentaban colarse por los huecos.
Y aquella inmensa cama... pensó estirándose y palpando el magnífico colchón. Pues no, no era la suya. Desde luego que no. Era la cama de su jefe y que era más que probable que él mismo la la hubiera vestido con una vieja camiseta de hombre.
" Ay, no..." , el corazón le dio un vuelco en cuanto comprendió la verdad.
No le gustaba en absoluto saberse en aquella situación tan comprometida ¿también le había quitado la ropa interior?
Nora se palpó el cuerpo con ansiedad intentando alejar de su mente la inquietante posibilidad de estar totalmente desnuda bajo aquella enorme prenda masculina; pero por suerte, aún conservaba puesta su combinación de la suerte: una muy sugerente, de encaje negro y seda que se había comprado cuando creía en el poder de las app de citas.
Debía largarse de allí.
No quería seguir en una cama que no era la suya, no quería que el perfume de él le impregnase las fosas nasales, tampoco quería llenar su mente de pensamientos sugerentes con él de protagonista, bajo esas mismas sábanas. Porque tenía que admitir que la imagen del cuerpo de Jasper sobre la cama del hotel de su primera y fogosa cita en Barcelona, nunca la había llegado a abandonar del todo.
Se sentó sobre el colchón y observó que su vestido negro estaba pulcramente doblado sobre un canapé al pie de la cama. Se mordió los labios. ¿Lo había doblado él? ¿ O el servicio? Dedujo que debía haber sido él porque habían regresado de madrugada. De eso estaba segura.
¿Y cuánto tiempo había transcurrido desde ese momento?
Nora tenía la intención de abandonar cuanto antes aquel lugar tan íntimo. Debía vestirse rápido y salir de allí corriendo, era lo mejor para los dos. No quería caer en la tentación, no quería complicarse la vida teniendo un lío con él. Y era evidente que cuanto más tiempo estuviera en su cama y en aquella situación, peor se pondrían las cosas.
Sin embargo, todavía podía sentir las secuelas del ataque. Le dolían las muñecas, allí por donde aquel maníaco la había agarrado. Recordaba la tatuada cara de Justin, sus ojos crueles y su lengua deslizarse sobre su cuello hasta llegar al delicado lóbulo de su oreja. Recordaba el sonido pegajoso de su voz, exigente, lasciva.
Las náuseas volvieron y también la voz autoritaria de Jasper. El hombre que dormía en la sala contigua, el hombre que la había salvado.
" ¿Por qué me ha tenido que pasar esto...? "
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¿Qué me has hecho? [EN EDICIÓN]
RomanceLa joven Eleonora Andrade está decepcionada con la vida. No ha conseguido nada de lo que se había propuesto. Ni con su carrera como artista plástica, ni en el amor. Así que decide romper con todo y regresar a su lugar de origen. De vuelta en casa d...