Eleonora se sentó en el asiento del copiloto del pequeño utilitario de los Campbell, cerró la puerta y se ajustó el cinturón mientras Evan la miraba con preocupación.
—¿Está usted bien? —Inquirió mientras arrancaba el motor del vehículo.
Ella sonrió nerviosa mientras se apartaba un rizo rebelde del rostro.
—¡Sí...! Y con ganas de divertirme. Vámonos ya por favor, Evan. Quiero olvidar lo de hoy...— Dijo mientras fruncía el entrecejo.
Evan sabía a lo que se refería. El señor Fraser había sido bastante grosero con ella y no se lo merecía.
—No se lo tenga en cuenta, señorita Nora. —Repuso intentando mediar entre los dos.
Los ojos de ella echaban chispas.
— ¿ Que no se lo tenga en cuenta? Es un hombre insufrible, cabezota, controlador, caprichoso, arrogante e impredecible. Y tampoco acabo de entenderlo.—Confesó ofuscada.
Pero el cocinero conocía a su jefe, sabía por lo que había pasado y no quería que la joven tirara la toalla.
—Tenga paciencia con él. Ha sufrido mucho...—Dijo mientras el coche avanzaba hacia el pueblecito costero de Crail.
—Tampoco sé lo que quiere de mí—Dijo encogiéndose de hombros.
Él la miró desde el espejo retrovisor interior. Era un vehículo de los años 90, Evan no usaba ningún tipo de dispositivo eléctrico para orientarse. Le gustaba el placer sencillo de conducir, sin utilizar la tecnología disponible. Ni que decir tiene, que su móvil también era una reliquia.
Nora sonrió. Evan era un hombre peculiar.
—Dele tiempo. Es un buen jefe, aunque quizá ahora no lo vea así.— Dijo mientras aparcaba el pequeño Volkswagen en el puerto.
Ella se desabrochó el cinturón de seguridad y suspiró tras mirar a Evan antes de abrir la puerta del vehículo.
—No crea que no lo intento pero ¿Desde cuando un jefe se mete con la manera de vestir de sus empleadas? ¡Es un cretino arrogante!—Bufó Nora saliendo del coche.
—No le haga caso, señorita, por favor. Él es buena persona...— Insistió Evan antes de tomar el camino de vuelta a Culloden Castle.— Diviértase y no olvide llamar en cuanto se haya hartado de Crail. Como ve, no tardará mucho en recorrerlo.
—Gracias...lo haré.— Dijo Nora tras saludarlo con la mano.
Podía escuchar el rumor apagado de las olas chocar contra el muelle.
Suspiró.
Crail era un encantador pueblecito costero de la costa este del antiguo reino de Fife en Escocia. La señora Campbell le había contado que Crail era burgo real desde el siglo XII y que allí era donde la madre de la reina María Estuardo de Escocia: María de Guisa, había desembarcado en 1583 para reunirse con su esposo Jaime V.
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¿Qué me has hecho? [EN EDICIÓN]
RomanceLa joven Eleonora Andrade está decepcionada con la vida. No ha conseguido nada de lo que se había propuesto. Ni con su carrera como artista plástica, ni en el amor. Así que decide romper con todo y regresar a su lugar de origen. De vuelta en casa d...